En un momento, ante las 53 pinturas que componen la exposición Que el paisaje hable por mí, el curador Mauricio Hincapié cae en la cuenta que es muy difícil que alguien vuelva a pintar paisajes como lo hacía Mariela Restrepo. Lo dice mientras mira los cuadros expuestos en tres salas del Museo El Castillo.
Las razones para afirmar esto son de diferente naturaleza. Por un lado están las de estricto sentido biográfico, aquellas conectadas con la singularidad de la artista. Pero también las hay de orden técnico. Mariela pintó con óleo al pastel, un material que hoy no se consigue con facilidad. O al menos no en la proporción y variedad de los tiempos de la pintora. “Muchos ahora utilizan el acrílico, pero el óleo al pastel, que lo traían de China, Japón o Estados Unidos, ya no se consigue”, dice Mauricio.
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Hechas entre 1979 y 2007, las pinturas de Mariela en esta exposición no tienen un título que las diferencie las unas de las otras. Sí hay coincidencias cromáticas y en el estilo de la pincelada. De esas pistas echó mano Mauricio para dividir en tres estancias el recorrido por el arte paisajista de la pintora.
En la primera el protagonismo lo tienen los follajes, las formas de los árboles y de las hojas. Allí el protagonista es el verde, en todos sus matices y grados de sombra y de luz. Esas pinturas le recuerdan al ojo el verso de Aurelio Arturo que dice que en Colombia el verde es de todos los colores. El segundo grupo de pinturas le concede el protagonismo al agua, a las corrientes que caen de los riscos o van serenas por el bosque. Y al final está el paisaje, apenas insinuado por las formas y los trazos. En esa última sala las pinturas dialogan con las ventanas y los jardines de El Castillo. Al menos eso cuenta María Clara Velásquez, coordinadora de comunicaciones del museo.