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Catalina Castro Blanchet, hija de Germán Castro Caycedo, lanza un libro en homenaje a su padre

La escritora presenta “Mi padre: Germán Castro Caycedo”, un libro que publica luego de tres años de fallecimiento del reconocido reportero colombiano.

  • Catalina Castro Blanchet acaba de lanzar un libro homenaje a su padre Germán Castro Caycedo. FOTO Colprensa
    Catalina Castro Blanchet acaba de lanzar un libro homenaje a su padre Germán Castro Caycedo. FOTO Colprensa
16 de julio de 2024
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Por Sergio Villamizar - Colprensa

La primera carta que Germán Castro Caycedo le escribió a su hija, Catalina Castro Blanchet, fue una crónica sobre el día de su nacimiento. Desde ese entonces no dejaron de mantener una relación epistolar hasta días antes del 15 de julio de 2021 cuando el reconocido escritor y periodista colombiano falleció.

En medio de la revisión del inmenso archivo gestado en seis décadas de trabajo periodístico, la relectura de su gran cantidad de libros publicados y 18 años de capítulos del famoso programa periodístico Enviado Especial, esas cartas se convirtieron en una pieza fundamental, en el hilo conductor de Mi padre, Germán Castro Caycedo.

Catalina fue la principal testigo del día a día de labores periodísticas de su padre, lo cual ha plasmado en este libro que arrancó junto a su padre, para luego, seguir su camino de escritura en solitario y ahora presentarlo cuando se cumplen tres años de su fallecimiento.

Es un acto de amor, una bella historia de la relación de vida entre padre e hija, y además, la exaltación del trabajo de un periodista que creó su propio método de trabajo el cual aplicó en la prensa escrita, en la televisión de hace casi cincuenta años, y posteriormente en su nutrida cantidad de libros periodísticos magistralmente escritos.

El libro que castro caycedo no quería escribir

Una obra de largo aliento, no sólo al superar las 700 páginas, también por los años de dedicación a su creación...

“Fue un trabajo de largo aliento porque lo primero fue convencer a mi papá de hacer este libro, en ese proceso duramos muchos años con mi esposo. Luego, durante un tiempo, yo viviendo en París y mi padre en Bogotá, le enviaba preguntas, me enviaba respuestas, pero era todo muy esporádico, hasta que en 2019 ya aceptó hacerlo a cuatro manos, por lo que pudimos hacerlo hasta 2021 en todo un proceso intenso de entrevistas, correspondencia y revisión de archivo que comencé de su mano.

Cuando ya se fue, todo el proceso de escritura fue completamente en solitario, tras una etapa de investigación que en total nos tomó tres años”.

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¿Por qué su padre se resistió tanto al proyecto de este libro?

“Él siempre decía que las memorias se escribían justo antes de morir y que un periodista nunca escribe en primera persona. Mi padre era muy generoso en transmitir sus anécdotas y sus historias en los círculos íntimos, pero era muy púdico y pensar en un libro de memorias era como darse demasiadas ínfulas, pero logramos convencerlo”.

¿Tan sólo la investigación e intervenir el archivo de Germán Castro Caycedo ya era todo un reto?

“La investigación y la revisión de archivo propiamente dicha duró cinco años, volviendo a leer todos sus libros para preparar con mi esposo preguntas muy puntuales, pero fue toda una vida conociendo y acompañando a mi padre en toda su obra”.

Una historia sobre uno de los más destacados periodistas de la historia del país, pero también una historia sobre la relación padre e hija...

“El libro se puede leer de muchas maneras, donde lo más importante es el trabajo de mi papá con todo su método que se lee de manera transversal a lo largo de las 700 páginas. Pero también es un libro universal porque también habla de una relación entre padre e hija, que fue una relación muy estrecha, con muchos matices de comunicación.

Pero además, es un libro que también habla del duelo porque el libro no es sólo un viaje por el país y el trabajo de mi papá, porque durante mi proceso de escritura también fue mi proceso de duelo. A todos los hijos que han perdido un padre, también puede ser una historia que de cierta forma los puede acompañar en ese proceso de duelo”.

¿Qué tanto la escritura le ayudó a trabajar su proceso de duelo?

“Me ayudó muchísimo. Nunca me imaginé que me tocara escribir para cumplir una promesa, pero me ayudó porque prolongué la partida de mi padre durante estos tres años y lo sentí muy cerca durante todo el proceso hasta el punto final.

Era como volver a viajar con él, y por eso el libro está construido como un viaje, lo que hacía que fuera muy difícil poner el punto final porque era como enterrarlo por segunda vez, pero todo esto me ayudó a seguir teniéndolo en mí”.

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¿También descubrir muchas cosas de Germán el padre y Germán el periodista?

“Siempre estuve muy al tanto y muy involucrada en el trabajo de mi papá porque él siempre fue un libro abierto, y más en una casa donde mi mamá también era periodista, siempre se habló del trabajo de todos. Cuando era chiquita se hablaba de mi colegio y ellos de sus trabajos, por lo que viví mucho el día a día, por lo que al comenzar esta investigación yo ya admiraba a Germán Castro Caycedo, pero sí me ayudó mucho la investigación en lograr separar al padre y al periodista y poder ponerlos en dos dimensiones.

Cuanto más avanzaba en este trabajo de archivo y se me abrían nuevas ventanas con nuevas crónicas y nuevas aventuras, la admiración creció millones de veces más. Fue heróico lo que hizo”.

Invaluable su aporte al periodismo en Colombia...

“El otro viaje a través de las 700 páginas del libro es su manera de ejercer el periodismo, que siempre fue de manera independiente, pero sobre todo basado en un método que se inventó él mismo, porque nunca pisó una facultad de periodismo.

Uno de los objetivos o el homenaje que en realidad le quiero hacer a mi padre, es que ese método, a través de este libro, llegue a las facultades para poder formar a las nuevas generaciones de periodistas. Eso realmente sería un sueño hecho realidad.

Pero también defender una de sus banderas como lo fue la libertad de prensa, por lo que he pensado que parte de las regalías del libro fueran para la Fundación de Libertad de Prensa”

¿Qué tanto la academia ha acogido el método Germán Castro Caycedo?

“Es un método que se inventó él y que siempre lo aplicó a lo largo de su carrera. Pero me parece importante que la academia lo trabaje, lo investigue y que las nuevas generaciones de periodistas lo conozcan bien”.

Un capítulo especial de su trabajo en televisión en la década de los setenta y ochenta, cuando hacer televisión era una tarea titánica...

“Es un poco la idea del libro, mostrar la historia detrás de lo que hacía para encontrar y presentar las historias que los televidentes veían. Cuando mi papá entra a RTI con el programa ‘Enviado Especial’, que era su sueño de poder recorrer el país para que la gente lo conociera. Era lo que había hecho en sus crónicas, pero ahora llevadas a la televisión.

En 1976 decidió sacar las cámaras de televisión de los estudios de grabación, y cuando uno dice eso hoy no tiene mucha relevancia, porque todos tienen ahora una cámara en su teléfono, pero hace casi cincuenta años era todo un reto, porque en ésa época sólo se sacaban para los reinados de belleza y algunas notas de los noticieros.

Sacarlas de los estudios implicaban muchas cosas. Los equipos muy pesados, trípodes de madera, el audio y la imagen no estaban integradas, los lentes se empañaban, las cintas tocaba protegerlas al extremo en bolsas de arroz que incrementaban el peso.

Además de los retos técnicos estaba el recorrer un país a donde no llegaban líneas aéreas comerciales, con una geografía impenetrable, la selva como el Darién, porque el objetivo de sacar las cámaras era llegar con ellas a donde nadie más había llegado. Fue una proeza”.

Un programa patrimonio de la televisión colombiana...

Empezó con ‘Enviado Especial’ en 1976 y fueron 18 años de programa en los que se puede ver cómo evolucionó técnicamente la televisión en Colombia, arrancando el programa en formato cine y luego pasar a video, así como los métodos de edición se transformó. Era cortar las cintas y meterlas en canecas de lona, y luego mi papá pegaba en el muro y a cada imagen le ponía una frase para luego hacer el guión. Era realmente titánica la labor.

¿Usted lo acompañó en muchos de sus viajes?

“Para Enviado Especial fueron varios viajes, como a San Andrés donde hizo un reportaje sobre las basuras y con ello se ganó un premio. Al Amazonas fuimos tres veces, el primero de ellos cuando yo tenía ocho años, luego durante el viaje de ‘Mi alma se la dejo al diablo’, y muchos de los viajes para sus libros como para ‘El cachalandrán amarillo’ que es un libro de cuentos que atraviesa toda mi infancia, y el viaje fue para encontrar a los personajes, sus juglares y mostrarnos su mundo”.

El trabajo del libro lo comenzó con su padre, ¿Qué tanto cambió cuando ya debió seguir el trabajo sola?

“Cuando mi papá estaba yo me sentía muy tranquila porque lo haríamos a cuatro manos y apoyados en su extensa experiencia, por lo que habíamos decidido escribirlo en tercera persona y que podía ser un libro de preguntas y respuestas, pero cuando mi papá se fue, a mí me parecía que debía encontrar la manera de legitimar mi voz a través de una secuencia rota donde el hilo conductor es la última semana de vida de mi padre”.

El libro cuenta con una serie de cartas entre padre e hija... ¿la correspondencia era constante entre ustedes?

“Esa relación epistolar comenzó cuando me escribió la primera carta sobre el día en que yo nací, y hasta el final nos escribimos. Recuperar esas cartas fue lanzarme a la búsqueda de una estructura más íntima, las cartas me lo permitieron, porque releyendo las cartas podía reencontrarme con la voz de mi padre, que él mismo me iba guiando de cómo armar este rompecabezas.

Las cartas no sólo fueron un elemento clave en nuestra vida, sino que fue un elemento fundamental al poder tejer esta historia”.

¿Se le ha dado el valor que merece al legado de su padre?

“Pienso que necesitaría más difusión. El nombre de Germán Castro Caycedo sigue presente en varias generaciones, y es impresionante cómo los jóvenes se van encontrando y enganchando a sus libros, siguen conociéndolo, pero creo que el método que él creó, es el que necesita más difusión y estudio”.

De la gran cantidad de libros que publicó su padre, ¿Cuál es su favorito?

“Mi libro favorito es El cachalandrán amarillo, porque es mi papá contándome los cuentos antes de dormir, es casi mi biblia con la voz de mi papá que me retumba, por lo que tiene un valor emocional gigante”.

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