El año pasado, 151 mujeres fueron víctimas del delito de homicidio en Antioquia, según el consolidado que acaba de entregar la Secretaría de la Mujer en su último informe sobre violencia contra la población femenina.
De acuerdo con los datos revelados por este despacho, hubo una reducción del 12 % en este tipo de conductas con respecto al 2019.
No obstante, “el 2020 fue un año muy atípico a causa de la pandemia”, según resaltó Natalia Velázquez, secretaria de la Mujer de Antioquia.
Este informe, a juicio de la funcionaria, “genera una reflexión: más del 70 % de los feminicidios ocurridos en el departamento tuvieron lugar en los hogares de las víctimas”.
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Al desagregar los municipios con las más altas tasas de asesinato de mujeres, el informe subrayó que en Betania, Ciudad Bolívar y Caramanta (Suroeste) se registraron entre 20 y 25 homicidios por cada 1.000 habitantes durante 2020.
Con este mismo índice cerraron San Roque (Nordeste), Tarazá y Cáceres (Bajo Cauca).
Luego, con un rango entre 15 a 20 asesinatos por cada 1.000 habitantes, se ubicaron Mutatá (Urabá), Angelópolis y Salgar (Suroeste).
A pesar de la contribución negativa de estos municipios específicos, según los datos consolidados, el Suroeste está entre las subregiones con menor cifra en este ítem, toda vez que su rango estuvo entre 0 y 15 asesinatos por cada 100.000 habitantes.
Con estas mismas métricas aparecen las subregiones del Norte, Nordeste y Oriente.
Los feminicidios
De acuerdo con este reporte institucional, de las 151 muertes violentas documentadas, 22 fueron catalogadas como feminicidio.
El escalafón negativo fue liderado por el Valle de Aburrá con 16 casos, y le siguieron Suroeste (3), Bajo Cauca (1), Occidente (1) y Oriente (1).
Como lo había señalado la secretaria de la Mujer, el 73 % de estos hechos se registraron en la misma residencia de las víctimas, y el 68 % ocurrió en áreas urbanas del departamento.
Además, la Policía Nacional detalló que, en la mayoría de los casos, los crímenes fueron perpetrados con arma blanca (ver gráfico).
Otras formas de violencia
El balance también aborda un análisis de otras conductas que atentan contra la integridad de la mujer. Entre ellas, la violencia intrafamiliar y los delitos sexuales.
Con respecto al primer tópico mencionado, la Policía reportó, con corte al 31 de diciembre de 2020, 12.947 casos en los que hubo agresión dentro del hogar. Esto significó una reducción de 513 casos frente al 2019.
Según la Secretaría de la Mujer, el año pasado, el Valle de Aburrá, Oriente y Suroeste encabezaron los reportes.
“Cuando vemos el comportamiento de los meses, fueron febrero, marzo, abril y mayo de 2020 cuando más denuncias se recibieron por violencia intrafamiliar. Tenemos que acordarnos de que esa fue época de confinamiento total. Allí las mujeres pasaron más tiempo en casa, en compañía de sus presuntos agresores”, subrayó Velázquez.
Para la secretaria, “siguen siendo los entornos familiares los más peligrosos para las mujeres”.
De otro lado, detalló que, en 2020, la Policía reportó 4.334 comisiones de delito sexual en el departamento.
De este total, 3.641 fueron en contra de niñas y mujeres. Es decir, fueron víctimas en el 81 % de los casos. Frente a 2019, hubo una reducción de 455 casos, tal como lo evidencian las cifras de la Policía.
El fantasma del subregistro
Desde la perspectiva de Patricia Uribe, directora de la Junta Directiva de la Corporación Mujeres que Crean, “puede haber reducciones en las cifras de violencia y feminicidios, pero la idea es que no haya ni una sola víctima”.
Sumado a ello, argumentó que, para futuros ejercicios, será importante analizar las causas de la disminución en estos índices.
Es necesario, a su modo de ver, revisar si la víctima “tuvo posibilidades de denunciar a tiempo y si tuvo una buena recepción y atención de la denuncia”.
“Eso también le dice a la Gobernación si los mecanismos y las rutas de atención son los apropiados, y si se debe incrementar la inversión para fortalecerlos”, añadió.
La violencia simbólica
El Observatorio de Violencia Simbólica contra las Mujeres defiende una propuesta llamada “Dale la vuelta al iceberg”, para que el feminicidio ya no sea el foco del problema y se ataque su base, que está manifestado “en conductas normalizadas como la explotación sexual, el acoso y la violencia institucional”, según lo han explicado las coordinadoras de ese núcleo de pensamiento, Tatiana Duque y Susana Caraballo.
Desde este observatorio hicieron varias recomendaciones en aras de aportar soluciones.
Entre ellas, por ejemplo, se habla de fomentar “políticas públicas con enfoque diferencial que visibilicen que las niñas, las adolescentes y las mujeres vivimos realidades de manera diferenciada”.
Así mismo, “desde las escuelas, realizar talleres y abrir espacios de trabajo pedagógico enfocados a contribuir en la erradicación de todas las formas de violencias contra las mujeres e incluir educación sexual integral”