Este martes, sobre las 2:30 de la tarde, está citada la plenaria del Senado para discutir en el sexto de sus ocho debates el proyecto que le abre la puerta al transfuguismo, buscando que congresistas, diputados, concejales y ediles puedan cambiar de partido por única vez sin recibir sanciones.
Justo hace ocho días, ante la falta de quorum, sumado a dificultades técnicas, la mesa directiva del Senado decidió suspender la discusión y darle más largas al futuro del proyecto de acto legislativo.
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El segundo vicepresidente de la Corporación, el senador Alirio Barrera, resolvió levantar la jornada en momentos en los que la plenaria votaba una avalancha de impedimentos ante eventuales conflictos de intereses de los senadores.
“En vista de que está escaso el quorum y que los sistemas están fallando hoy demasiado –no es por culpa de los ingenieros y los técnicos, sino que son los equipos–, se suspende la votación y se levanta la sesión”, explicó Barrera
Ante la intempestiva cancelación del debate, el autor del proyecto, el senador liberal Alejandro Carlos Chacón, reclamó que “es claro que están demorando la discusión”.
Sumado a las mayorías, la dificultad ahora parecen ser los tiempos. Además del sí de la plenaria del Senado, a la iniciativa aún le faltan dos debates en Cámara: uno en Comisión Primera y otro en plenaria. Todo esto, antes del 20 de junio.
Para pasar a séptimo debate en Cámara –donde el escenario parece despejado, pues el Gobierno goza de mayorías y prevalecen intereses regionales–, el proyecto requiere mayorías absolutas en la plenaria del Senado: es decir, el apoyo de 53 de los 105 senadores.
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Las cuentas están apretadas. Por ahora, el transfuguismo arranca sin el respaldo de los 15 conservadores, los 12 del Centro Democrático, los 11 de Cambio Radical y al menos seis de La U. Es decir, habría 44 votos en contra.
En contraste, a favor de la iniciativa estarían los 20 del Pacto Histórico y siete del Partido Liberal, sumado a cinco de la Alianza Verde, cinco de Comunes, cuatro de La U y tres de los minoritarios a través de En Marcha. Ello implica que arrancarían también con 44 votos.
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En lugar de tener que renunciar un año antes de las elecciones para migrar a otro partido, los dirigentes tendrían que abandonar su curul solo un mes antes y rápidamente podrían dar el salto a otra colectividad sin sanción alguna. Además, a la iniciativa le colgaron un polémico artículo con dejo de mico: que los casos de doble militancia los resuelva cada partido en su seno y no el Consejo de Estado.
Como en la perinola, todas ganan. En cada una de las toldas hay políticos disidentes, inconformes o descontentos que buscarían dar el salto a colectividades con mayor afinidad, mientras que hay partidos que también estarían encantados en recibir a nuevas figuras con caudal electoral.
Con todo, el petrismo emerge como el gran ganador en caso de que la iniciativa prospere. ¿La razón? Si bien en el Pacto están empeñados en volver a conformar la coalición que en 2022 les dio sendos réditos, la ley impide que se repita una alianza que haya logrado el 15 % de los votos en la contienda anterior. Hace tres años, en efecto, el Pacto se hizo al 16,9 % de los apoyos. Es decir, no podría repetirse la coalición y cada partido debería buscar sus votos en solitario.
Además, los senadores María José Pizarro y David Racero –dos de los pesos pesados del petrismo– buscan escindirse y montar rancho aparte del Mais para adherir a la coalición; sin embargo, la división no puede materializarse hasta que se resuelva una investigación que pesa contra la colectividad. Como el proceso puede durar años, hay afán por migrar.