La meditación es un estado de cuerpo y espíritu al que llega el ser humano para mejorar su grado de concentración, canalizar la energía interior, reducir el estrés y conectarse y encontrarse consigo mismo. Ahora bien, en el caso de los niños, además, les enseña a silenciarse, a controlar sus emociones, a crear su espacio interior y a mejorar su capacidad de aprendizaje.
En el mundo escolar y en las interacciones sociales de hoy, es común que a algunos se les haga difícil concentrarse en lo que deben hacer. Los distractores son infinitos y por el simple hecho de su condición de niños, es natural que pierdan la atención fácilmente y en cualquier momento.
Los niños necesitan oportunidades para centrarse, organizarse y trabajar, entendiendo esto último como el estar metidos con toda su atención en las tareas que hacen día a día. Por eso, las prácticas de meditación se vuelven tendencia y se suman a las actividades cotidianas de los pequeños. Es importante tener claro que, para que ellos lleguen a un estado de meditación, existen numerosas formas de encaminarlos a esta concentración. Algunos ejemplos podrían ser dibujar mandalas, practicar yoga o involucrarlos en juegos organizados y con un propósito definido.
Para Ayola Cuesta Palacios, terapeuta ocupacional y directora de 7 Sentidos, meditar es centrarse. Y no necesariamente se debe estar inmóvil y en silencio para lograr esa concentración, lo importante es tener un objetivo claro en la mente. “Por ejemplo, un niño que está jugando un partido de fútbol con sus amigos, puede estar perfectamente en una situación de meditación, donde, a pesar de estar en movimiento constante, está concentrado en la pelota, en la cancha del equipo contrario, en meter el gol. El niño tiene, en esa situación, un objetivo claro y con significado”, explica la terapeuta.
Por su parte, Nicolás Mena, instructor de yoga de la academia Happy Yoga, explica que “la meditación como tal no es algo que se hace, sino que es un estado al que se llega, y para llegar a él lo que se debe hacer son prácticas meditativas o de concentración. Una vez se entiende esto, se puede decir que hay diversas técnicas como el yoga, que ayudan a llegar a ese estado”. Existen millones de maneras de llegar a la meditación, como concentrarse en la respiración, en un elemento, en una visualización guiada, en un objetivo, y en el caso ya dicho antes, concentrarse en un juego significativo.
Las prácticas meditativas para los niños siempre deben tener dos momentos: uno de concentración y otro de expansión. “Teniendo en cuenta que, por naturaleza, ellos son enérgicos y sus momentos de concentración son muy cortos, en estas prácticas se deben alternar juegos explosivos y de euforia con actividades que los inviten a la quietud. Así, los pequeños empezarán a reconocer la diferencia entre los estados, y cuando en su vida diaria se les presente, por ejemplo, un momento de rabia, este se les asemejará a esos momentos de expansión, y por lo tanto ya sabrán reaccionar ante él y controlar toda esa energía para encontrar nuevamente la calma”, dice Nicolás.
El papel de los padres es muy importante en este proceso, ellos deben saber acallarse y escuchar a sus hijos. Además, deben contribuir a bajar la cantidad de actividades y presiones que hoy se ponen sobre los niños. Sus agendas suelen estar llenas de actividades, que en ocasiones no son necesarias y que, al contrario, los alejan de sus padres, quienes los llevan de aquí para allá, pero realmente no pasan tiempo con ellos. Algunos papas jóvenes, en su afán de que sus hijos aprendan más y sean más inteligentes, cometen el error de buscar actividades por fuera, olvidándose de la importancia del estar en casa. Los niños tienen mucho que aprender en el seno de la familia, así que el primer paso es que ellos reciban un buen ejemplo y vean a unos padres capaces también de centrarse en una sola actividad .