Con el seño fruncido y una risa socarrona, el ministro de Salud, Guillermo Jaramillo, confesó que en la reforma a la salud que radicaron el pasado viernes en el Congreso no hay nada nuevo. Frente a los micrófonos y cámaras de los medios de comunicación, dijo: “es que aquí no hay ningún proyecto de ley nuevo, lo único que se continúa es con el que hace un año y medio de entregó”.
Incluso, hasta con extrañeza, le dijo a un periodista: “la radicación se hizo el año pasado con bombos y platillos (...). Lo que vamos a seguir es insistiendo con la reforma”, luego de preguntarle por qué la presentación de esta “nueva” versión fue con pocos invitados, sin protocolos rimbombates y en la Secretaría General de la Cámara de Representantes.
El caso, finalmente, fue que después de casi un mes amagando con su radicación, el Gobierno puso de nuevo en marcha su intención de cambiar el sistema de salud. Sin embargo, les tocó adelantarlo y salir a apagar un incendio.
Una fuente de alta credibilidad en el sector salud le contó a EL COLOMBIANO que el Ministerio de Salud adelantó la presentación de la reforma luego de que este diario publicara la nota titulada “Funcionario de la Presidencia hizo borrador de la reforma a la salud que el ministerio negó”.
En ese reporte, informamos que un documento que contenía el proyecto de ley había sido filtrado y estaba circulando en diversos grupos de chats de organizaciones de salud y que esa cartera nos negó que fuera el documento oficial o el “real”. No obstante, tras revisar la metadata del documento, logramos determinar que el documento fue elaborado por un funcionario del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (Dapre) llamado William Camilo Baracaldo Godoy.
Según la misma fuente, esa nota causó gran malestar en ese ministerio y que hasta hubo reparto de regaños.
Ante esto, corrieron para radicar la reforma el viernes sobre las 10 de la mañana. Con más afán que decoro.
Y aunque hubieran negado en el Minsalud que fuera el documento oficial de la reforma, el texto radicado en la Cámara es exactamente igual al filtrado días antes. Solo que con una página de inicio con una diagramación más elaborada y con fotos y una página en blanco al final.
¿Qué dice el “nuevo” texto?
El representante a la Cámara Andrés Forero (Centro Democrático) lo pinta así: “Quitaron la numeración anterior, lo que hubo fue una condensación de artículos, en donde varios los pasaron a uno solo”.
El artículado que se hundió en el Senado en abril de este año tenía 124 artículos, el radicado la semana pasada bajó a solo 49 artículos.
Aún así, el contenido de fondo sigue sosteniendo y proponiendo lo mismo que el Gobierno lleva dos años insistiendo: un sistema preventivo y predictivo, público, descentralizado y que, dice en la reforma, “no dependa de la capacidad de pago, la rentabilidad económica ni de la intermediación administrativa y financiera”.
Sigue mutando a las actuales entidades promotoras de salud (EPS) en Entidades Gestoras de Salud y Vida (EGSV), quitándoles el manejo de recursos y subordinándolas a hacer auditorías, pero asegurándoles un pago fijo que, hoy en día, no alcanzan a oler por la insuficiencia de recursos.
Al respecto, el exsecretario de Salud de Bogotá, Luis Gonzalo Morales, opinó que ese planteamiento no resolverá los problemas del presente, sino que los agravará, sobre todo en que “las EPS sean gestoras y que solo se dediquen a ser auditoras de cuentas y a las que les van a pagar un platal, que puede llegar hasta el 8 % de la UPC (unidad de pago por capitación). Eso se va a volver un barril sin fondo”.
El articulado propone concentrar en la Administradora de Recursos de la Salud (Adres) el pago a hospitales y clínicas, el manejo de la plata de salud y la coordinación de las auditorías con las futuras EGSV, entre decenas de funciones más.
Sobre las funciones de la Adres, el exministro de Salud, Alejandro Gaviria, le dijo a EL COLOMBIANO que será “un gran monstruo de entidad sin un sistema de información consolidado”, que además “que será un ejecutor de recursos públicos de infraestructura hospitalaria y hasta de un plan de salud rural”.
Por su parte, el congresista Andrés Forero advierte que “por el tiempo de transición de dos años, será al siguiente gobierno al que le tocará tenerlo y lidiar con los caprichos de Petro” y que “la discusión de la reforma no puede hacer perder la atención de la crisis que vive el sistema”.
Sobre esto, Gaviria añadió que en medio de esa transición el Gobierno Petro debe contemplar auxilios financieros o si no, “estaremos ante una encrucijada en la que discutiremos el futuro del sistema, pero los problemas del presente son tan graves que probablemente no vamos a llegar a ese futuro contemplado por una mala reforma”.
Sin ir más lejos, el tiempo parece haberse detenido para el Gobierno con esta reforma, pues además de seguir empeñado en los cambios que han sido discutidos por expertos en salud, sigue teniendo el mismo sambenito del aval fiscal encima.
El concepto que el Ministerio de Hacienda envió sobre esta reforma el pasado 11 de septiembre condiciona este aval a estar a paz y salvo con las deudas corrientes acumuladas al cierre de 2024, “según la priorización y definiciones que al respecto realice el Ministerio de Salud”. Cabe recordar que estimaciones de Acemi (gremio de las EPS del régimen contributivo) señalan que el déficit del sistema al cierre del año será de $5,9 billones y que, como lo recordó la senadora Norma Hurtado, hay “$819.000 millones en deudas por presupuestos máximos de 2022”.
49
son los artículos que tiene el nuevo texto de la reforma a la salud. La anterior tenía 124.
