Desde la entrada se percibe el olor a limpio, todo es aséptico, organizado, silencioso, tranquilo.
Así es el ambiente en un laboratorio cínico, donde trabajan los bacteriólogos y auxiliares, que esperan a diario desde la madrugada a los pacientes que acuden a la cita por su salud y bienestar.
Entre máquinas centrífugas, tubos, agujas, microscopios, un refrigerador, una balanza analítica, un espectrofotómetro y esterilizadores, los bacteriólogos realizan los estudios analíticos de muestras biológicas humanas, interpretan y valoran los resultados técnicos, para que sirvan como soporte al diagnóstico clínico.
Cindy Yuliana Rodríguez, auxiliar de laboratorio clínico, tiene como labor diaria ir hasta la casa de los pacientes indicados en un rutero para tomarles las muestras.
Luego de este proceso, se ingresan los datos en un sistema que tienen, se organizan las muestras para su estudio, cuyo fin es ayudar a confirmar o descartar un diagnóstico, establecer un pronóstico, emitir un control para alguna enfermedad y su tratamiento, y detectar complicaciones.
Adicional a estas funciones, el equipo de un laboratorio clínico colabora en todo lo referente a epidemiología y grupos de riesgo, agregando la investigación científica y los ensayos clínicos.
Para Cindy, muchas visitas se convierten en lágrimas porque algunos de los pacientes son niños que estallan en llanto al sentir una aguja perforar su piel, otros son ancianos con mal comportamiento o problemas mentales.
Alertas y protegidos
Una parte importante del trabajo del bacteriólogo y auxiliares es el rigor que deben tener para tomar bien las muestras y no dañarlas, además un autocuidado para protegerse de infecciones o virus que haya en el ambiente de trabajo.
Para Cindy, una de las satisfacciones que tiene este trabajo es la atención que se brinda al paciente, es la vocación de servicio y entrega que se debe tener para desempeñar cada una de las funciones que exige su labor.
En contraparte, lo más difícil es la actitud de ciertos pacientes que hacen compleja la toma de las muestras.
Otra situación complicada es tener que llamar de nuevo a un paciente para tomarle una nueva muestra para su examen, “eso se torna en una situación difícil porque muchos de los pacientes cuestionan la labor y cuidado profesional de las muestras”.
A diario el equipo de bacteriólogos y auxiliares se enfrentan a una situación difícil de manejar, y es romper la barrera con el paciente ya que muchos de ellos se incomodan al realizarse cierto tipo de exámenes, lo que exige una pequeña preparación previa para entrar en confianza y llevar a cabo el objetivo.
Explica Cindy que este es un oficio que requiere de vocación, debe de estar preparado para enfrentarse a la sangre, fluidos corporales, malos olores.
“Cuando un bacteriólogo va a tomar una muestra, de antemano sabe a lo que se enfrenta y por ende se prepara, el paciente puede estar muy aseado o todo lo contrario”.
Finalmente, para ejercer en un laboratorio, se requiere de una preparación profesional, emocional, y estar siempre al servicio de los demás.