Lo que parecía ser otro día agitado en el concurrido sector de San Victorino, en el corazón de Bogotá, se transformó en una escena de solidaridad y valor cuando dos patrulleras de la Policía Metropolitana protagonizaron un acto heroico y humano: atender un parto en plena vía pública.
El hecho ocurrió dentro de un establecimiento comercial, donde una mujer, en avanzado trabajo de parto, comenzó a pedir ayuda desesperadamente. Su llamado fue escuchado por las patrulleras Leidy Quiñones y Heidi Hernández, miembros del Grupo de Fuerza Disponible, quienes se encontraban realizando su recorrido habitual por la zona.
Sin dudarlo, las uniformadas acudieron al lugar y se encontraron con una situación crítica: la mujer ya estaba dando a luz y no contaba con ningún tipo de asistencia médica. En condiciones mínimas, apenas con un par de guantes y sin equipo especializado, las patrulleras actuaron con decisión y profesionalismo, convirtiendo el espacio en una improvisada sala de partos.
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Ante la mirada de comerciantes, compradores y curiosos, la vida se abrió paso en medio del bullicio. En pocos minutos, el bebé nació en buen estado de salud, gracias a la oportuna y valiente intervención de las dos agentes.
La emoción no se hizo esperar: mientras la patrulla trasladaba a madre e hijo a un centro médico cercano, testigos del nacimiento aplaudían y lanzaban propuestas para el nombre del recién nacido. En el hospital, los médicos confirmaron que ambos se encontraban estables y en buenas condiciones.
Este inusual episodio no solo evidenció la entrega de las patrulleras, sino también el lado más humano de la labor policial, capaz de responder incluso a los llamados más inesperados. En medio del caos urbano, un nuevo ciudadano llegó al mundo, acompañado por aplausos, solidaridad y esperanza.
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