Manuel Ranoque –padre y padrastro de los hermanos Mucutuy, los niños que sobrevivieron 40 días en la selva después de un accidente aéreo en las selvas del Guaviare– fue condenado por cometer acto sexual abusivo contra su hijastra. Este lunes se conoció el sentido de fallo condenatorio emitido por un juez de conocimiento de Florencia (Caquetá).
El hombre fue encontrado culpable de los delitos de acto sexual con menor de 14 años y acceso carnal violento agravado. Por estos hechos está en prisión desde 2023, cuando lo señalaron de abusar de su hijastra, la mayor de los hermanos Mucutuy.
Con el sentido del fallo, se espera que en los próximos días sea citada otra audiencia en la que el juez indique cuánto tiempo deberá pasar el hombre tras las rejas.
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En el escrito de acusación de la Fiscalía se señala que el hombre abusó de su hijastra desde 2020 en un resguardo indígena de Solano (Caquetá).
“Al parecer, el supuesto agresor aprovechaba para acosarla y vulnerar su integridad cuando la menor se quedaba a solas con él”, se leía en la acusación de la Fiscalía.
El siniestro aéreo ocurrió el 1 de mayo de 2023. El piloto de una avioneta tipo Cessna avisó que tenía fallas en su motor y minutos después perdió la comunicación con la torre de control. Se estrelló contra la manigua: a bordo iban 7 personas, los cuatro niños, el piloto, un líder indígena y la madre de los menores.
Los cuatro adultos fallecieron después del impacto, mientras que los menores sobrevivieron y permanecieron desaparecidos. Para buscarlos se desarrolló la Operación Esperanza, una estrategia que reunió a 150 militares y 200 voluntarios de las comunidades indígenas.
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El 9 de junio de 2023, después de 40 días de búsqueda y de encontrar señales como pañales, botellas y huellas, los menores fueron hallados con vida. Cuando fueron rescatados, el ICBF puso la lupa sobre su condición y se enteró de que los niños eran víctimas de maltratos y abusos por parte de su padre.
Los menores fueron rodeados con un equipo de psicólogos, nutricionistas, trabajadores sociales y pedagogos que trabajaron para garantizar su recuperación física, emocional y espiritual.
Lesly, Soleiny, Tien y Cristin –los cuatro hermanitos– regresaron a mediados de junio pasado al seno de su familia después de la intervención del ICBF.
“Agradecemos profundamente la confianza de su familia, el respaldo de las comunidades indígenas y la articulación interinstitucional que hizo posible este reencuentro. Esta historia es un testimonio vivo de la resiliencia, del valor de la vida y del poder del trabajo conjunto cuando lo guía el amor por la niñez. Porque, al final, cada niño y niña tiene derecho a crecer en el seno de una familia que le abrace, le cuide y proteja”, apuntó el Bienestar Familiar.