Su uniforme es como el de cualquier otro oficial de la aviación del Ejército. En su pecho, donde normalmente los militares cargan sus logros o medallas, no lleva ningún reconocimiento. Su identidad para muchas personas sigue siendo todo un misterio y es hasta probable que sus conocidos no sepan de sus logros profesionales. A pesar de esto, en su casa reposan la Cruz de Boyacá, una de las máximas distinciones que entrega el Gobierno a militares, y “otras cuantas medallas y condecoraciones”.
Se trata del piloto del helicóptero MI17 rojo y blanco que fue utilizado para la Operación Jaque, un operativo de rescate del Ejército, que permitió, en 2008, por medio de un engaño a las Farc, recuperar a 15 personas secuestradas, entre ellas a la excandidata presidencial Ingrid Betancourt.
“El orgullo se lleva por dentro. Mi familia sabe lo que hice en esa misión. Hace nueve años estaba recién casado, ahora tengo dos hijas de siete y cuatro años y ya saben lo que su papá hizo, que ayudó a que 15 personas volvieran a la libertad. Sí, en mi uniforme no hay nada diferente, pero en mi casa está la Cruz de Boyacá y en la institución saben por que está allá”, agrega el piloto.
Al ver el rumbo que toma el país luego de un acuerdo de paz con las Farc, este oficial del Ejército no duda en que la Operación Jaque, la misma que aún lo obliga a cuidar su identidad por razones de seguridad y a guardar varios secretos, “fue uno de los granitos que puso nuestra institución para llegar a lo que tenemos ahora, porque las Farc tuvieron que dar ese paso al darse cuenta que cometiendo delitos como el secuestro iban a tener un repudio nacional y mundial”.