Antes de convertirse en el hombre más buscado del país, Elder Arteaga alias El Costeño, compartía en redes sociales escenas que mostraban una vida aparentemente normal. En al menos tres perfiles de Instagram, publicaba fotos junto a su familia, registraba momentos de su rutina laboral y dejaba ver otras facetas cotidianas que poco tenían que ver con el temido criminal que hoy describen las autoridades.
Pero en el barrio El Muelle, al occidente de Bogotá, su nombre nunca pasó desapercibido. Allí, donde su recorrido delictivo empezó a gestarse, Arteaga, según una investigación de El Tiempo, fue ganando poder hasta convertirse en una figura con rasgos de cacique: alguien que inspiraba tanto miedo como respeto, y cuyo control se extendía más allá del crimen.
Las autoridades lo señalan como el articulador del atentado contra el senador Miguel Uribe, perpetrado el pasado 7 de junio durante un evento político en el barrio Modelia. Sin embargo, en su círculo más cercano la historia que contaban era otra: la de un emprendedor que abría barberías en su barrio, que apoyaba proyectos musicales y compartía su vida con una esposa con quien tuvo una relación marcada por constantes rupturas y reconciliaciones.
La pasada vida de alias El Costeño
Según reveló el medio citado, El Costeño era un apasionado de la música electrónica y asistía con frecuencia a fiestas del género. De hecho, antes de que su rostro se hiciera viral en redes sociales y medios de comunicación, ya estaba apadrinando a un DJ y planeaba lanzar un proyecto artístico que, con evidente carga simbólica, se llamaría El Padrino.
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El comandante de la Policía Nacional, general Carlos Triana, reveló que, pese a sus intentos fallidos por llevar una vida aparentemente normal, El Costeño arrastra un pasado criminal de más de 20 años que sigue persiguiéndolo.
“Son más de 20 años de vida criminal, que estuvo en la cárcel, que siguió delinquiendo, que a través de su estrategia criminal, lo que hacía era esconderse en diferentes viviendas, cuando fue capturado en donde generamos el allanamiento, él utilizaba estrategias de luces, apagaba luces, prendía las luces a unas horas determinadas y eso nos permitió digamos avanzar en términos de su ubicación”, reveló el general.
Hoy, mientras avanza la investigación por el atentado, crecen también los interrogantes sobre cómo alguien como Arteaga logró moverse durante años entre dos mundos: uno visible y aparentemente inofensivo, y otro ligado al crimen organizado y la intimidación.
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Actualmente está preso. Fue imputado por los delitos de tentativa de homicidio agravado, fabricación, tráfico y porte de armas de fuego agravado, concierto para delinquir agravado y utilización de menores para cometer delitos. No aceptó cargos.
Con su captura, son cinco las personas procesadas por este crimen. La aprehensión de alias El Costeño era fundamental, por su paradero ofrecían hasta 300 millones de pesos en recompensa y alcanzaron a buscarlo con circular roja de la Interpol. Pues bien, las pistas halladas hasta ahora apuntarían a la Segunda Marquetalia de alias Iván Márquez como posibles autores intelectuales.