Por Mónica Vásquez Arroyave
La tarea de educar a los hijos no es un asunto que se deba aplazar para cuando estos ingresen al preescolar. Desde las primeras edades se les puede inculcar en los menores el gusto por el conocimiento, estimular su curiosidad y sus ganas de aprender.
Y es que, como lo plantea Eliana Arroyave Jaramillo, agente docente de Pastoral Social, programa Buen Comienzo, la familia juega un papel muy importante dentro de su proceso de formación.
“En casa es donde aprenden a socializar y se inculcan valores, e inician la adquisición de nuevos aprendizajes que fortalecen no solo los vínculos afectivos sino también la relación con el mundo que los rodea”, explica la docente.
En ese sentido, Paula Andrea Agudelo Eusse, también agente educativa del programa Buen Comienzo, coincide en que la familia es la primera institución socializadora del niño, de ahí que su papel deba ser de corresponsabilidad con la escuela o el jardín para articular un buen proceso educativo de los menores.
“Los maestros necesitan la información que los padres puedan aportar para conocer a los niños, y su colaboración para hacerles partícipes de la educación escolar de sus hijos, lo que repercutirá en su personalidad, mientras que lo que aprendan en el seno familiar incidirá en sus comportamientos en la escuela”, apunta Paula Andrea.
Aporte desde el hogar
Por su parte, Mónica Liliana Franco Morales, psicóloga clínica de la Universidad de San Buenaventura y especialista en familia de la Universidad Pontificia Bolivariana, indica que los padres deben ayudar a que los niños se familiaricen con los conceptos básicos de la vida cotidiana.
Es decir, ayudarles desde la casa con temas como colores, tamaños, ubicación y números, pero desde el juego, para que aprender sea una actividad asociada con lo divertido, pues hay que tener en cuenta que el proceso educativo tiene sus etapas y hay que surtirlas de acuerdo con la edad de cada menor.
“No estoy muy de acuerdo con ponerlos, antes de entrar al ambiente escolar, a hacer planas o aprender las vocales, porque la edad de cuatro a cinco años es de puro juego. De hecho, la mayoría de los colegios de buena calidad emplean una metodología de enseñanza a través de este”, resalta la especialista.
Además, advierte sobre la importancia de que los padres de familia no les exijan cosas que no son propias de su edad, porque puede haber consecuencias como cansancio, estrés y desmotivación y, aunque estos deben apoyar el proceso, la pauta la debe marcar el docente.
Cómo acompañar
Para Paula Andrea Arroyave Jaramillo, la familia está en la obligación de acompañar el proceso formativo de sus hijos, con base en las necesidades, intereses y ciclo vital; entendiendo cada desarrollo, avance o falencia, y con respeto por sus ritmos y estilos de aprendizajes.
“Se deben aprovechar los recursos que hay en casa, con actividades como describir los objetos del hogar, elaborar un títere con una media, contar granos de maíz o hacer una receta, lo que los motivará para su ingreso a una etapa escolar”, puntualiza.