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Varias entidades colombianas discuten la actualización del protocolo. La propuesta busca acercarlo a las comunidades.

  • Así fue la devastación que dejó Iota, un huracán de categoría 5, a su paso por Providencia, hace seis meses. Se perdió el 98 % de la infraestructura, según el Gobierno. FOTO cortesía ungrd
    Así fue la devastación que dejó Iota, un huracán de categoría 5, a su paso por Providencia, hace seis meses. Se perdió el 98 % de la infraestructura, según el Gobierno. FOTO cortesía ungrd
29 de abril de 2021
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Todavía no cicatrizan las heridas, tras el devastador paso de Iota por el archipiélago de San Andrés, y ya los expertos intuyen que en un mes tendremos una temporada de huracanes más agitada de lo normal.

Así lo advirtió el Ideam, en referencia a un pronóstico de la Universidad Estatal de Colorado (EE. UU.) del pasado 8 de abril, que señaló que entre el 1° de junio y el 30 de noviembre, lapso en el que usualmente se desarrolla la temporada de huracanes, podríamos tener una cantidad superior de eventos asociados en el mar Caribe, el océano Atlántico y el Golfo de México.

A partir de esta premisa, el Ideam emitió al día siguiente el Comunicado Especial N°023, en el que recomendó revisar desde ya los planes de emergencia a los alcaldes y gobernadores de la región Caribe y del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, así como a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd).

De acuerdo con la entidad, en el periodo de junio a noviembre, “en condiciones normales se forman en promedio 12 tormentas tropicales, seis huracanes y tres huracanes mayores (categoría 3 a 5 según la escala Saffir-Simpson); históricamente, entre mediados de agosto y mediados de octubre se incrementa la posibilidad de formación de ciclones tropicales”.

Si en 2021 se supera este promedio, varias poblaciones estarían en aprietos, como sucedió en el archipiélago.

El 16 de noviembre del año pasado, Iota pasó de categoría 1 a 5 en apenas dos horas, golpeando con brutalidad al territorio insular. El ojo del huracán pasó a 14 kilómetros de Providencia, arrasando con el 98 % de la infraestructura y matando a dos personas.

Según la Ungrd, en San Andrés hubo 2.514 casas afectadas (85 con colapso total), y en Providencia 1.976 (908 en ruinas). ¿Es posible que esto se pueda mitigar en la temporada venidera?

Protocolo en proceso

El Estado colombiano discute en estos momentos una actualización del Protocolo Nacional de Respuesta ante Ciclones Tropicales. En la mesa de estudio están reunidos el Ideam, la Ungrd, la Aeronáutica Civil y la Dirección General Marítima (Dimar).

Christian Euscátegui es el director de la Maestría en Gestión del Riesgo de la Escuela de Ingenieros Militares, asesor de la Ungrd y uno de los integrantes de dicha mesa.

En diálogo con EL COLOMBIANO, expresó que el país ya cuenta con un protocolo de este tipo inaugurado el 1° de octubre de 2016, cuando el huracán Matthew (categoría 5) pasó cerca de La Guajira, causando la muerte de una persona, inundaciones y la evacuación de varios pueblos.

Sin embargo, la devastación que dejó Iota obligó a estas entidades a replantear varios aspectos del protocolo, que a grandes rasgos define las obligaciones y funciones de cada organización, tanto desde el nivel central como del territorial.

“Dentro de los asuntos que estamos discutiendo, está la mejora de los procedimientos de comunicación y difusión de la información entre todas las entidades, para que sea más precisa y oportuna”, señaló Euscátegui.

Otro ajuste pretende aterrizar el protocolo a la realidad socioeconómica de cada territorio, e incentivar más simulacros, aprovechando las lecciones aprendidas con Iota y Eta (categoría 4, entre octubre 31 y noviembre 2 de 2020). Entre estos aprendizajes están las dificultades de monitoreo.

“A su paso, estos huracanes arrasan con todo tipo de sensores, pero si manejamos datos precisos, podemos confiar más en la información satelital”, dijo Euscátegui.

También hay que pensar en construir refugios y sitios seguros, precisó el experto, para zonas en las que no se puede evacuar a la población por tierra, como las islas. Este es un aspecto que depende mucho del gobierno local.

Frente a esto, la subdirectora para el Conocimiento del Riesgo de la Ungrd, Lina Dorado, señaló que “una lección general es que a veces nosotros mismos como sociedad nos generamos los riesgos, al construir en zonas de alta vulnerabilidad y sin las condiciones constructivas adecuadas”.

La directiva indicó que cada año se le hacen ajustes al protocolo, aunque reconoció que en 2021 ha habido una evaluación más prolongada debido a los resultados de Iota. El plan incluye actualizaciones de las capacidades de cada entidad (cantidad de personal y recursos) y de la planta de coordinadores y encargados (para saber a quién llamar en la emergencia).

Dorado enfatizó que las comunicaciones son fundamentales en este protocolo, y no solo entre entidades, sino con la comunidad, en especial antes de que ocurran las tragedias. “Puede haber un mejor plan de respuesta si la gente entiende el fenómeno natural y su física particular, que trae vientos, lluvia y demás. Hay que trabajar más esto con las comunidades”.

Ideas complementarias

Elizabeth Taylor Jay es una raizal experta en Medioambiente y Desarrollo Sostenible, exdirectora de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés (Coralina) y exrepresentante de Colombia ante el Programa de la ONU para el Medio Ambiente, entre otros cargos.

Desde su óptica, el protocolo debería buscar una relación más estrecha con las comunidades étnicas y sus líderes, “en vez de solo traer científicos de otros lados, porque con Iota nos dimos cuenta que había mucho desconocimiento de los saberes étnicos”.

Fue gracias a esos saberes, recordó, que Iota no dejó tantas muertes, porque los lugareños aprendieron de la experiencia con el huracán Beta (2005), y esta vez se refugiaron en los baños, que contaban con estructura reforzada. “Es importante que en el protocolo quede incorporado el Código de Construcción frente a Huracanes”, dijo.

Al respecto, Dorado manifestó que este punto no hace parte del protocolo, sino del Código Colombiano de Sismorresistencia, que depende del Ministerio de Vivienda, con asesoría de la Sociedad Colombiana de Ingeniería Sísmica. “Este código también está en proceso de actualización, sé que tendrá un capítulo para huracanes, en especial para San Andrés y Providencia. Ya contamos con muy buenos mapas de vientos como apoyo”, narró la funcionaria.

Taylor agregó que el Gobierno debe contemplar planes logísticos alternativos para transportar los materiales necesarios para la reconstrucción. “En el caso del archipiélago, sería más fácil conseguir materiales en Centroamérica, pero se empeñaron en traerlos desde Colombia, lo que está demorando la construcción de casas”, afirmó.

Los entrevistados señalaron que en los últimos 30 años se ha detectado que algunos eventos, como las tormentas y ciclones tropicales, están ganando poder y energía de forma más rápida, por lo que se convierten en huracanes mayores en pocas horas.

Una explicación podría ser el cambio climático, pues al tener océanos más cálidos, se favorecen las condiciones atmosféricas para la formación de tormentas. Esta circunstancia hace más urgente la socialización del protocolo en los poblados vulnerables.

Dorado manifestó que la idea es tener el documento aprobado en tres semanas, antes de la temporada de huracanes. Apenas esté listo, se hará su publicación oficial y difusión con las entidades territoriales y la ciudadanía.

El Ideam está atento al pronóstico del Centro Nacional de Huracanes de EE.UU., que se emitirá a finales de mayo, y notificó a los gobernantes que deben “estar atentos a la información que emita el instituto durante la presente temporada lluvias, con el fin de activar, en caso de ser necesario, los planes de contingencia”.

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