La experiencia adquirida en 50 años de confrontación con las distintas guerrillas en el país, la profesionalización de sus hombres, y la estrategia para combatir otras estructuras ilegales, llevaron al varios países del mundo a poner sus ojos en el Ejército colombiano.
Hoy los soldados del país participan en misiones de paz lideradas por Naciones Unidas (ONU), y ante el presente que vive Colombia, además de los recientes convenios suscritos con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), se abre la posibilidad de que los militares lleven ese conocimiento más allá de nuestras fronteras.
El comandante del Ejército, general Alberto José Mejía, le confirmó a EL COLOMBIANO que se estudia una solicitud de la Otan para que el Ejército participe de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad, Isaf (según sus siglas en inglés).
“Nos están ofreciendo la participación, también con el mismo escalafón, para hacer un despliegue en Afganistán. Es un tema complicado, pero hay ofrecimiento de misiones tanto de primera línea de combate como de instrucción, entrenamiento y preparación de capacidades de los afganos”, afirmó el general.
No obstante, responder a ese llamado de la Otan no depende solo del Ejército; el Congreso y las altas cortes tienen injerencia en esa decisión, aunque el general Mejía aseguró que hay una orden presidencial para “desarrollar una capacidad que nos permita tener hasta 5.000 hombres por fuera (del país). Ya tenemos luz verde para emplear hasta ese número de soldados en misiones internacionales”.
Con esa determinación del presidente Juan Manuel Santos, la participación militar de Colombia aumentaría, sobre todo en misiones de mantenimiento de paz de la ONU (ver mapa).
¿Qué tipo de participación?
Según explicó el comandante del Ejército, la presencia de los militares colombianos en el exterior está dividida en tres categorías: despliegues individuales, equipos de especialistas y por unidades.
“En estos momentos tenemos los tres tipos en varias naciones del mundo: en el Líbano y la República Centroafricana contamos con observadores; en El Salvador, Honduras y Guatemala, tenemos grupos de especialistas que ofrecen instrucciones; y en la península del Sinaí, hay una unidad: el Batallón Colombia N°3”, agregó Mejía.
El papel de los observadores militares en Líbano y la República Centroafricana (misión liderada por la ONU) consiste en ayudar a la verificación de acuerdos y tratados entre países que están o estuvieron en conflicto.
Algo similar se realiza en Sinaí pero allí hay un batallón integrado por oficiales, suboficiales, soldados profesionales, bachilleres y civiles del Ejército. En Centroamérica, la participación colombiana apunta a un programa de fortalecimiento de instituciones y capacidades militares a varios países de esa región.
A propósito de la participación en la República Centroafricana, EL COLOMBIANO conoció que a esa nación, con previa autorización del Congreso, se tiene la intención de enviar personal del Batallón Colombia N°4, para fortalecer su presencia donde la ONU adelanta la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización (Minusca).
“Dependiendo de lo que usted ofrezca, ya sea con equipos de especialistas o un despliegue colectivo, se debe desplazar con su equipo, entonces si por ejemplo usted ofrece una compañía de infantería mecanizada, el envío debe ser también con vehículos, si ofrece una batería de artillería, debe mandarlo con todo. Cada cosa va con sus juguetes”, afirmó Mejía.
¿Qué dicen en el Congreso?
La Comisión Segunda Constitucional Permanente es la instancia del Congreso encargada de los temas relacionados con las Fuerzas Armadas, y la senadora Paola Holguín, del Centro Democrático e integrante de ese grupo, explica que actualmente la ley 1794, que es la que tiene que ver con el acuerdo para que Colombia participe en misiones de paz de la ONU, está siendo revisada por la Corte Constitucional.
“La única herramienta jurídica que está vigente y plena es la del Batallón Colombia en Sinaí. Con la Otan el año pasado se aprobó esa relación pero solo para compartir información, no envío de tropa”, dijo.
La senadora recuerda que en el 2014 también se firmó un acuerdo de colaboración con la Unión Europea para misiones de crisis. “Ese acuerdo está, yo soy la ponente de este proyecto, pero aún no se vota”.
Para Holguín, que Colombia colabore en este tipo de misiones trae diferentes beneficios al país y a las propias Fuerzas Armadas al permitir transferencia de conocimientos, además, es una herramienta útil para cuando se requiera cooperación”.
Por su parte Jimmy Chamorro, del partido de La U, no ve conveniente que Colombia tenga tropas en países como Afganistán; allí ve un riesgo innecesario. “Al interior del partido hemos planteado que la participación de las tropas colombianas en el exterior sea solo para misiones de paz, nada que signifique confrontación, y que el número de uniformados desplegados sea pequeño, simbólico. Lo que creemos es que en vez de desplegar militares afuera, lo hagamos en las ciudades de nuestro país, para reforzar la seguridad ciudadana”.
La postura del congresista del Polo Democrático, Iván Cepeda, al igual que la de los otros dos senadores integrantes de la mencionada comisión, es más radical. Para él, Colombia debería “desmilitarizar su agenda política” en vez de pensar en exportar capacidades militares.
“No es posible que Colombia esté en este momento avanzando a una finalización del conflicto armado y a la vez piense en militarizar otro país del mundo. No estamos de acuerdo con estos tratados o convenios”, precisó.
Los riesgos
Aunque toda misión militar implica algún grado de riesgo, desde el comando general del Ejército afirman que las misiones de paz de la ONU manejan protocolos de seguridad muy exigentes y una “estructura muy bien formada”.
Sin embargo, pensar que Afganistán es una posible opción para los militares nacionales, podría ser un riesgo mayor, que tendría implicaciones no solo con la milicia.
Para John Marulanda, consultor internacional en seguridad y defensa, “sacar tropas de Colombia en un momento donde se necesita un buen pie de fuerza para el posacuerdo, podría ser negativo”.
En el Sinaí, por ejemplo, el 25 de mayo del año pasado, se registró un ataque de una célula del Estado Islámico contra instalaciones donde está el personal del Batallón Colombia. No dejó militares heridos.
Pero lo que más preocupa al especialista es la posibilidad de tener militares en zonas donde hay guerras de origen religioso. “Es estar en peleas que no nos corresponden y menos en temas relacionados con el extremismo islámico”. Agrega Marulanda que otros países fueron señalados por esos grupos extremistas como posibles blancos, y Colombia con esa participación podría entrar en esa list.a
5.000
soldados colombianos podrían estar en diferentes misiones internacionales.