El expresidente Ernesto Samper fue requerido por la Comisión de la Verdad para dar su contribución sobre uno de los asuntos más espinosos de finales del siglo pasado: el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, quien abiertamente era considerado, en 1995, el candidato más firme a la presidencia.
“Soy el más interesado en que se sepa la verdad sobre Álvaro Gómez (...) Mi convicción es que los conspiradores, o una parte de ellos, los de sangre, lo buscaron para que sirviera de jefe de la oposición en una eventual transición y él se opuso, porque sabía lo que era un golpe de Estado. Eso le costó la vida. Esa es la versión que encuentro coherente y consistente”, dijo Samper en la audiencia liderada por el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión.
Para el momento del magnicidio, 2 de noviembre de 1995, el gabinete de Samper contaba la participación de tres ministros “alvaristas” y Gómez Hurtado había manifestado a varios de sus amigos que la solución que podía existir a la crisis que vivía el país, producto de la financiación de narcotraficantes a la campaña presidencial de Samper, debía ser democrática.
Dijo el expresidente que en el expediente del caso versa este testimonio de Eduardo Matuk, íntimo amigo de Gómez: “Pocos días antes de morir, Álvaro me llamó y me dijo que le llevara el libro de contabilidad, que era la clave para referirnos al organigrama de los altos mandos militares. Cuando llegué a su casa estaba particularmente exaltado y me dijo: Eduardo me quieren meter en un golpe de Estado y yo a eso no le jalo, si yo llego a la presidencia llego con este dedo, que se utilizaba antes para sufragar”; además agregó: “Samper es un buen tipo, no meto la mano en la candela por él, pero es una buena persona”.
Además, el expresidenteSamper dio ante la Comisión un mea culpa por no poner suficiente atención a la financiación en la campaña, de cuya ilegalidad, insistió, no tuvo conocimiento sino hasta que era mandatario.