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La Mujer con espejo, el Perro, la Cabeza y seis obras más, de las 23 esculturas de la plazuela Botero en el Centro de Medellín, además de pedestales y el piso fueron impregnados con un pigmento en polvo que al contacto con el agua toma una tonalidad azulada o rosada y que generaron manchas en el bronce.
El alcalde Daniel Quintero dijo que las manchas no saldrán fácil y que la restauración será costosa. “Es el segundo acto de vandalismo en el año contra la obra de Fernando Botero, contra el arte en la ciudad. Daremos $10 millones a quienes nos ayuden a judicializar a los responsables”, afirmó.
En efecto, en julio pasado varias de estas obras aparecieron rayadas con pintura y pegantes que fueron retirados por un equipo del Museo de Antioquia. Sin embargo, según la entidad, las afectaciones directas con cuchillos y navajas sobre la pátina, en las bases de algunas de las esculturas, no se han podido reparar, ya que se requiere de un mayor trabajo.
El plan a seguir
El Museo de Antioquia adelanta un informe para determinar el estado y el proceso de restauración de las esculturas de la Plaza Botero.
“Hay que generar una ruta estratégica de limpieza de los bronces, que son los que necesitan un trabajo diferente. Esta estrategia tiene que ver con el cuidado de la pátina y todo el proceso de restauración que requiere una escultura de este tipo. Esto lo debemos hacer con aprobación del Ministerio de Cultura y de la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín”, afirmó María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia.
Escobar también expresó que ya se está trazando un plan de trabajo que pueda coincidir con la conservación y restauración de la totalidad de las esculturas, pues ya se van a cumplir cinco años de haber recibido el último trabajo de conservación sobre la pátina.
Al respecto, el secretario de Cultura de Medellín (e), Álvaro Narváez, aseguró que ya existe un plan de mantenimiento que está en proceso, a través de la Subsecretaría de Bibliotecas y Patrimonio, para que el próximo año haya licitación para hacer el mantenimiento de las obras de Botero.
Asimismo, sobre los hechos vandálicos recientes, Narváez afirmó que se hará un recorrido con diferentes entidades y secretarias del municipio para analizar qué es lo que está pasando y empezar a diseñar unos procesos de campañas de seguridad y de apropiación del patrimonio de la ciudad.
“Nosotros sabemos que hoy es necesario que los habitantes de Medellín conozcan más las obras y que empecemos a hacer un proceso de apropiación de nuestras esculturas”, dijo.
Nárvaez también apuntó que las esculturas ya fueron limpiadas, lavadas por el Museo de Antioquia y que ya se encuentran en condiciones aceptables. Y añadió que, junto con el análisis y el plan de seguridad, se hará un acompañamiento a las entidades culturales del centro de Medellín
Todavía no está claro cuánto costará la restauración de las esculturas. Se está a la espera de que se reúna el Museo de Antioquia y la Alcaldía de Medellín para determinar cuál será la ruta a seguir y cuánto presupuesto se tendrá que destinar.
La plaza de Botero fue inaugurada en el año 2002 con una donación de 23 esculturas del maestro Fernando Botero elaboradas en su estudio de Pietra Santa, Italia, en la técnica de vaciado en bronce a la cera. Encima se les aplicó una pátina que cubre el metal. Las obras donadas a la ciudad por el maestro están en el entorno del Museo de Antioquia, que recoge otras obras pictóricas del artista colombiano.
Por su importancia para el mundo del arte, Medellín puede considerarse una ciudad privilegiada al contar con esta plaza y las obras del maestro Botero, las cuales atraen a turistas que tienen en este uno de los lugares favoritos para visitar.
El maestro Botero también tiene obras expuestas al aire libre en Medellín. Varias se encuentran en el parque San Antonio, algunas de las cuales tienen las marcas destructivas de una explosión con dinamita ocurrida la noche del 10 de junio de 1995 y que dejó 23 víctimas mortales y cerca de 200 heridos.
Otra obra se llama Torso desnudo y es conocida como “La Gorda”, ubicada en el parque Berrío. La última llegó en 2012. Se trata un gato que se ubicó en la biblioteca del corregimiento San Cristóbal, al cual ese mismo año le robaron uno de los bigotes. Este hecho se repitió en 2017, cuando le quitaron 14.