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Bajad Alalá, el taxista paisa que se volvió árabe durante el Mundial y recorre las calles de Medellín

Uriel tiene 57 años y ha convertido su taxi en un referente de la ciudad por sus creativas adaptaciones.

  • Uriel se transformó en un árabe para vivir el Mundial en Medellín. Foto: Wendy Restrepo
    Uriel se transformó en un árabe para vivir el Mundial en Medellín. Foto: Wendy Restrepo
  • El taxi de Uriel tiene las 32 banderas de los países que juegan el mundial. Foto: Wendy Restrepo.
    El taxi de Uriel tiene las 32 banderas de los países que juegan el mundial. Foto: Wendy Restrepo.
26 de noviembre de 2022
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Por las calles de Medellín rueda un taxi diferente a los demás. Es amarillo, sí, pero en su techo hay 32 banderas, una por cada país que juega el Mundial de Qatar 2022. En la parte delantera tiene una pequeña tienda-bar, donde el conductor, un hombre afable de 57 años, ofrece bebidas y mecato a los pasajeros. La segunda particularidad es su conductor. Por estos días está vestido de blanco, tiene una barba postiza y se hace llamar “Bajad Alalá”.

Su nombre real es Uriel Zuluaga. Se mueve por toda la ciudad, de acá para allá, recibiendo toda clase de comentarios sobre su excentricidad. La mayoría son positivos, dice, pero no falta el que critica. Cuenta que las expresiones que recibe dependen de la zona. En barrios de clase alta le piden foto junto al carro. Él, con amabilidad, accede, y sonríe. En barrios más populares, donde aflora la alegría de la gente, le dicen: “Qué chimba de carro, parcero”.

La historia de Uriel comienza en 2006. Ese año sufrió un accidente grave. Un carro se lo llevó por delante y lo dejó en coma. En 2008, ya recuperado, con un nuevo aprecio por la vida, comenzó a manejar taxi. Sabiendo que tenía que vivir el momento, que la vida se podía apagar en cualquier momento, decidió hacer algo diferente en la rutina.

Quiso que su taxi se diferenciara de los demás. Ahí fue que comenzó con el taxi-tienda-bar. Fue una innovación que llamó la atención en redes sociales y medios de comunicación. Desde entonces también decidió vestirse como si fuera para una ocasión especial. Todos los días, a las 7:00 de la mañana, sale de su casa de Villa Hermosa con los zapatos bien lustrados y el pantalón de paño negro. En su cuello se ajusta una corbata, de esas que ya poco se usan, y sobre su cabeza un sombrero con la inscripción “Taxi tienda”.

Esa estampa particular le ha granjeado fama en la ciudad. “Nosotros los taxistas somos la imagen de la ciudad. Si un extranjero llega, lo primero que hace es subirse a un taxi. A la gente le gusta ver al conductor bien vestido, arreglado”, comenta Uriel.

El taxi de Uriel ha pasado por varias metamorfosis desde 2008. En diciembre luce un par de cuernos, como un reno navideño; en Feria de Flores se llena de colorido. El taxi, dice su dueño, se va adaptando a las festividades de la ciudad.

El taxi de Uriel tiene las 32 banderas de los países que juegan el mundial. Foto: Wendy Restrepo.
El taxi de Uriel tiene las 32 banderas de los países que juegan el mundial. Foto: Wendy Restrepo.

Como taxista no han faltado los momentos difíciles. Varias veces lo han atracado, pero una vez, en medio de un robo, a los bandidos se les fue la mano. No les bastó con bajarlo del carro y amedrentarlo con un cuchillo, sino que le metieron una puñalada. “El que maneja taxi lo hace bajo su propio riesgo. Nosotros somos como la caja menor de la ciudad y estamos demasiado expuestos (...) Sin embargo, yo amo mi trabajo, amo conocer a toda clase de gente, escuchar sus historias, ver cómo se transforma la ciudad”, dice Uriel.

Bajad Alalá

Para hacer reír a la gente y divertirse él mismo, Uriel decidió transformarse en Bajad Alalá, un personaje árabe, del Medio Oriente, que se pasea por la ciudad. El traje se lo ideó de una manera muy sencilla. El pantalón blanco es el que usa para dar clases de taekwondo, otra de sus pasiones. Una camisa, también blanca. En la cabeza se pone una funda de almohada que simula el turbante. Lo más complicado, tal vez, es la barba postiza que consiguió en una papelería del centro.

Ataviado de esa manera, tratando de actuar como lo haría un árabe, Uriel o Bajad Alalá recorre las calles de Medellín. La gente lo admira y él se siente orgulloso. En el techo tiene las banderas de todos los países que participan de la copa mundo y la idea es ir retirando la de cada país que salga de la competencia.

Sorprendiendo a los paisas, Uriel seguirá siendo Bajad Alalá hasta que termine el mundial. Después, cuando la fiebre del fútbol se acabe, seguramente se transformará en otro personaje, pero conservará ese amor por la vida que le dejó un accidente casi fatal.

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