La inseguridad en los buses de servicio público es un bola de nieve, que tiende a crecer con cada giro de la registradora y con cada timonazo en las estrechas curvas de las barriadas de Medellín. En los últimos dos años, asesinaron a 18 personas dentro de estos vehículos, 48 resultaron heridas y 1.615 fueron víctimas de robos.
Las cifras oficiales, tomadas del Sistema de Información para la Seguridad y Convivencia de la Alcaldía (Sisc), ofrecen un panorama preocupante: si sumamos todos esos hechos, se concluye que entre 2016 y el 25 de agosto de 2018, cada mes se produjeron en promedio 50 delitos de ese tipo en los buses de la ciudad, es decir, uno cada 14,4 horas.
La situación se puso particularmente sensible desde abril, cuando un enfrentamiento entre bandas de las comunas 12 y 13 provocó el homicidio de dos choferes, la quema de dos vehículos y sendos paros de transporte que afectaron a cerca de 50.000 usuarios. La cereza de este pútrido pastel son los atracos, como los ocurridos en dos recorridos de la empresa Coonatra el pasado 1 de septiembre en el Centro, que fueron difundidos de forma viral por redes sociales, elevando la indignación de los ciudadanos.
EL COLOMBIANO hizo un recorrido por terminales de buses de las comunas Popular, Aranjuez, Doce de Octubre, Robledo, San Javier, La América y Belén, conversando con despachadores y conductores sobre su visión del asunto. Coinciden en que las autoridades hacen esfuerzos para atacar la inseguridad, pero que eso no ha frenado los hurtos y mucho menos la extorsión, un flagelo que ya hace parte de los gastos rutinarios del oficio, como pagar la gasolina o la revisión técnico-mecánica.
Según la estadística, aún no termina 2018 y ya van 626 robos en buses; si la tendencia continúa hasta fin de año, podrían duplicarse los 378 casos de 2016. El cosquilleo y el atraco son los métodos más comunes (ver la infografía).
En cuanto a las muertes en estos dos años, 12 difuntos fueron pasajeros y seis conductores. Las últimas víctimas se llamaban Paula González Muñoz, una profesora de colegio acuchillada por oponerse al robo de su bolso, cuando viajaba en un bus por el barrio Guayaquil (05/8/18); y el chofer Bairon Viana Morales, tiroteado por un sicario mientras conducía un bus de servicio público contratado para movilizar a unos practicantes de Medicina, en el barrio Jesús Nazareno.
Este año la Fuerza Pública ha respondido con operativos antiextorsión y en contra de los cabecillas de bandas que más amenazan al gremio transportador.
Entre los detenidos están alias “Chatán” y “Diego Pájaro”, de los combos “los Chivos” y “los Pájaros”, respectivamente, que azotaban las rutas de Belén y Altavista; “Juancito”, “Igor” y “Jota”, de “Betania”, “la Agonía” y “el Coco”, quienes oprimían a los buseros de La América y San Javier.
También fueron enviados a prisión el mercenario “Makelele”, presunto responsable de matar a Jhon Jairo Sánchez Gómez, conductor de la ruta Calasanz-Boston (13/7/18); y “la Chinga”, uno de los supuestos partícipes de los asaltos del 1 de septiembre a los buses de Coonatra.
Las medidas han incluido vigilancia con cámaras y agentes encubiertos, incluso escolta policial a los buses, que se acabó al mitigarse en julio la crisis de violencia de las comunas 12 y 13. No obstante, el problema de fondo sigue con el motor encendido, pitando con furia tras la rueda de los buses. ¿Qué otras soluciones se pueden implementar?