La historia del ternero rescatado y adoptado por el Politécnico Jaime Isaza Cadavid

El animal se cayó de un camión que lo transportaba por Las Vegas y el dueño dijo que no podía regresar por él.

El personal de vigilancia del Politécnico lo rescató de la calle y el ternero fue acogido por la institución. FOTO: CORTESÍA

El infortunio de unos es la dicha de otros. Esto acaba de pasar en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, una institución técnica universitaria de Medellín donde acaban de adoptar un ternero que ambulaba sin rumbo por la avenida Las Vegas, donde está ubicada la institución.

El animal, que mientras estaba desorientado generó una congestión vehicular en la zona, fue recogido por el personal de vigilancia del Politécnico, popularmente conocido como “el Poli”, y luego ingresado a las instalaciones, donde se le brindaron las primeras atenciones para verificar su estado de salud.

El secretario general de la entidad educativa, Jorge Mario Durán, relató que el animal fue valorado por el personal de la Facultad de Ciencias Agrarias, donde se estableció que se encontraba en buenas condiciones de salud. Se determinó que el bovino había caído de un camión que pasó por la avenida sin que el conductor se percatara.

Posterior a la estabilización del animal, las directivas del Poli se comunicaron con la Gobernación de Antioquia y la Feria de Ganado y lograron establecer que el ternero, de color café, era propiedad de Gustavo Franco, un campesino residente en el municipio de Angelópolis, a una hora de Medellín, quien manifestó no poder regresar por él.

Ante esto, el personal docente y los estudiantes decidieron adoptarlo y llevarlo a una de las granjas de la institución. “Lo llevaremos a una granja y el compromiso que hemos adquirido es que estará con nosotros hasta que le llegue la muerte pero de manera natural”, aseguró el secretario Durán.

El Poli ha difundido imágenes y videos del ejemplar en los que se evidencia su buena condición de salud, las adecuadas atenciones que recibe y, sobre todo, el gran cariño que se le está brindando. Estudiantes, profesores, directivos y hasta el personal de guardia posan a su lado abrazándolo, besándolo e inundándolo de mucho afecto.

Paula Andrea Correa, supervisora de Vigilancia, precisó que al animal “se le dio el ingreso en la portería como si fuera un estudiante más”. Dijo que al principio, sin ser un toro de lidia, dio dificultades, “estaba inquieto, nervioso, desubicado, pero logramos estabilizarlo sin maltratarlo”.

Ahora la discusión en la institución está en qué nombre ponerle. Allí les suena Mambo, pero no faltará el que apueste por “Poli”.