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¿Con qué bandas del Valle de Aburrá tenía nexos alias “Cabuyo”?

La muerte de Ricardo Abel Ayala revivió el interrogante por la operación de grupos criminales en la región metropolitana.

  • Con estas fotografías los investigadores buscaban a “Cabuyo” en las montañas de Antioquia. FOTO Cortesía
    Con estas fotografías los investigadores buscaban a “Cabuyo” en las montañas de Antioquia. FOTO Cortesía
13 de junio de 2022
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La muerte de Ricardo Abel Ayala Orrego, alias “Cabuyo”, en Barbosa, al norte del Valle de Aburrá, revivió un interrogante: qué tan cerca del área metropolitana operan las grandes estructuras de crimen organizado que hoy están asentadas en Antioquia.

El tiroteo con el Ejército, en el cual murió el jefe de las disidencias del frente 36 de las Farc, tuvo lugar el viernes 10 de junio, cuando uniformados de la Cuarta Brigada, la Policía y el CTI rodearon una finca ubicada entre La Herradura y Monteloro, veredas de este municipio, a poco más de una hora de Medellín.

Se ha dicho que el disidente se escondía en Barbosa para hacerle el quite a las avanzadas de las autoridades por la subregión del Norte, donde vio la luz esta disidencia, con 17 renegados del proceso de paz. También que su estado de salud no era el mejor debido a las heridas que le quedaron de ataques anteriores y que ello lo condujo a salir del cañón de San Pablo, depresión montañosa del Norte de Antioquia en la que se escondía.

Pero su cercanía con el Valle de Aburrá y las bandas que aquí operan no es nueva. Lo que antes era el frente 36 se convirtió en una organización que desplegó sus tentáculos, no solo en la zona metropolitana de Antioquia, sino en el Urabá y los Llanos Orientales.

“La organización de Cabuyo mantenía la intermediación desde Medellín y el área metropolitana para surtir sus frentes. Y aunque buscar la ciudad implicaba más riesgos, por la presencia de más actores armados, el disidente quería tener mayor incidencia”, explica Carlos Arcila, secretario de la ONG Human Rights International.

Desde 2018, se sabía que “Cabuyo” buscaba controlar las rutas del narcotráfico que conectan las regiones de Bajo Cauca, Norte, Urabá e incluso parte del Chocó. Entonces, el disidente contaba con 285 militantes, entre combatientes y redes de apoyo, además de seis comisiones de orden público que delinquían en Briceño, Ituango, San Andrés de Cuerquia y Toledo.

El interés de buscar la ciudad, a esta altura, no es nuevo, según Arcila. Medellín es un cordón para el abastecimiento de alimentación, armas e insumos para la producción de drogas y la guerra que se libra en la ruralidad.

“Una de las organizaciones que más ha tenido relación con la insurgencia han sido los Pachelly (una estructura con tentáculos en Bello, Copacabana, Barbosa y Girardota), y otros grupos que son de choque y enfrentamiento”, agrega Arcila.

Para el conocedor en derechos humanos, la estructura de “Cabuyo” viene buscando mayor control en la ciudad. “Aunque entre grupos hay pactos de respeto y no agresión, en cuanto a la compra de armas y enseres, hay disputas por las rutas, mando y extorsión. Ahí el enfrentamiento es total”.

Además de los “Pachelly”, este diario ha reseñado en entregas anteriores que facciones de “los Mesa” han sostenido vínculos comerciales con la organización que hasta el viernes pasado lideraba “Cabuyo”. El ancla entre las mafias y las cuadrillas residuales de las Farc serían integrantes de “el Tapón”, también de origen bellanita.

“Todos estos grupos están buscando Medellín, que es un cordón importante, entonces muchos entran y salen constantemente. De aquí se alimentan para surtir en las subregiones. Muchos jefes transitan por la ciudad, unos solos y otros con cuerpo de seguridad”, concluye Arcila.

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