Hace cuatro meses Cornare dio a conocer uno de los casos más escabrosos de crueldad animal que se haya conocido en Antioquia en los últimos años. En zona rural de Guarne, los funcionarios de la autoridad ambiental encontraron tras recibir una denuncia una escena dolorosa y desoladora: 19 gallinazos yacían en el lugar, una matanza despiadada por un envenenamiento en la cual murieron 18 gallinazos en el lugar y otros dos en el Centro de Atención de Cornare donde alcanzaron a recibir tratamiento, pero no soportaron y finalmente fallecieron.
Quedó entonces un único sobreviviente. Un chulo que tenía también todas las apuestas en contra. Los médicos veterinarios y biólogos recibieron al ave con sintomatología nerviosa y una infección que requirió la amputación de un dedo. El animal estuvo durante varios días más cerca de la muerte que de salvarse, pero finalmente, poco a poco, comenzó a mostrar avances en el área de rehabilitación y vuelo que acondicionó Cornare en su CAV y que es una de las mejor construidas en el país.
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Tras el largo proceso en la jaula de vuelo, el animal recuperó su fuerza y su capacidad de valerse por sí mismo hasta que finalmente le llegó la hora de volver a la libertad. La emotiva historia de este gallinazo, sin embargo, no puede hacer olvidar el hecho de que la matanza jamás debió ocurrir.
Aunque sean feos, tengan mala fama y a las personas les cause todo tipo de malas sensaciones, los gallinazos tienen completamente ganado el reino de los cielos. Y, por supuesto, su lugar en ecosistemas y ciudades. Gracias a su condición de carroñeros, los chulos limpian el entorno, ayudan a prevenir la propagación de enfermedades y contribuyen a que los nutrientes recirculen en los diferentes ecosistemas en los que hacen presencia.
De igual forma, en ese papel de limpiadores, los gallinazos ayudan a que no se acumulen cadáveres de animales, pilas de desechos y así combaten las plagas y mitigan los focos de infecciones.
Gallinazos: los guardianes invisibles del ecosistema
También conocidos en otras regiones del país como chulos, zopilotes, goleros o chombos, los gallinazos son buitres cuyo nombre científico es Coragyps atratus, que de acuerdo con su etimología (Coragyps del griego Korax y Atratus, del latín atratus), podría traducirse como buitre o cuervo vestido de luto.
De acuerdo con un inventario de aves publicado por la Universidad Eafit, estas aves pueden encontrarse en cualquier tipo de ambiente, como grandes ciudades, pueblos o zonas rurales de la región. En contraste, no es común encontrarlos en zonas de montaña elevadas o desiertos.
Por lo general buscan su alimento en solitario o en grupos muy pequeños y aprovechan la constitución de sus alas principalmente para planear y desplazarse aprovechando las corrientes ascendentes de aire.
Además de su plumaje negro, su cabeza y cuellos desnudos, su cola corta y sus dedos color marrón, los gallinazos también sobresalen por tener un pico largo y delgado, que le permite desgarrar la piel con facilidad cuando se alimenta de la carroña
Se pueden ver desde la zona oriental y todo el sur de los Estados Unidos, a través de Centro América hasta Chile y la provincia de Río Negro en Argentina, Isla Margarita y Trinidad. En Colombia se encuentra hasta los 2700 metros sobre el nivel del mar, en todo el territorio nacional, siendo una de las aves más comunes en la mitad oeste de Colombia.
Desde Cornare hicieron un nuevo llamado a la protección de estos bonachones animales. Si requieres denunciar o informar sobre una emergencia con nuestra fauna silvestre, repórtala al 3217811388.
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