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El “Toretto” paisa desafía las calles en silla de ruedas

Luis Eduardo Rivera tiene 23 años. Su pasión por la velocidad lo hizo viral en redes sociales.

  • Como Toretto, el personaje de la saga Rápidos y furiosos, Luis es amante de la velocidad y la adrenalina. FOTO Santiago Mesa Rico
    Como Toretto, el personaje de la saga Rápidos y furiosos, Luis es amante de la velocidad y la adrenalina. FOTO Santiago Mesa Rico
  • El “Toretto” paisa desafía las calles en silla de ruedas
16 de marzo de 2019
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Toretto en silla de ruedas”, así llamaron algunos usuarios en las redes sociales a Luis Eduardo Rivera Rivera, un joven habitante de la comuna 13 de Medellín que se hizo viral en los últimos días. El motivo: un video en el que se le puede ver bajando rápidamente en su silla de ruedas por la Vía al Mar, en la zona occidental de la ciudad.

La grabación es un extracto de un documental que en 2016 le hizo un realizador audiovisual a Luis, que se tituló Empujones de Salvación. Un fragmento en el que él desciende rápidamente en su silla de ruedas por las calles desafiando la vida. Aunque el video es de hace tres años, la polémica se encendió en las redes la semana pasada.

Causó admiración en unos que destacaron su valentía y otros lo señalaron como imprudente, “cada quien elige como morirse pero que irresponsabilidad poner en riesgo a los demás en la vía”, escribió un usuario. A sus voces se sumaron las autoridades que pidieron prudencia en las calles para proteger la vida de todos.

“Imprudencia sí es, pero ellos me critican y nunca han venido a hablar conmigo. Algunos medios de comunicación publicaron el video en sus perfiles para ganar dinero y seguidores, pero nunca me buscaron. ¿Cómo van a montar un video si no saben realmente cómo soy?”, se quejó.

Su historia

Luis nació en Urrao y un día, cuando él tenía cinco años, un grupo armado llamó a su madre para decirle que tenía que bajar de inmediato al pueblo. “–No puedo bajar ya porque estoy ocupada haciendo unos trabajos de costura. –Mañana entonces. –Ah sí, claro, pero voy con mi niño porque no tengo con quien dejarlo. –Madre, ¿sabe qué?... no le demos más vueltas a la cosa.... Váyase del pueblo o la matamos”, le dijeron a Aura Rosa Rivera.

Ella agarró lo que pudo y se vino con sus nueve hijos para Medellín. “Mi mamá, mis hermanos y cuatro tíos dejamos el pueblo. Mi papá no quiso venir porque era muy terco, pero al año la guerrilla le pegó una pela y ahí sí le tocó”, relató Luis, el último de los hijos de Aura Rosa, quien desde bebé fue diagnosticado con raquitismo crónico y renal, una condición que le limitó la movilidad de por vida y que lo obligó a “correr antes que a caminar, pues los dolores eran tan agudos que cuando estaba dando los primeros pasos, ir despacio significaba más dolor”, contó.

Resistir

Su llanto era tal, que un día un grupo armado tocó a su casa y le preguntó a Aura Rosa por el supuesto maltrato al niño. “Ah no señor, son los dolores que le dan por la enfermedad, siente como si se le estuvieran quebrando los huesos”, dijo ella. Y pasó algo insólito: le dieron 300.000 pesos para que lo llevara a un médico.

Su acceso a la educación también fue un suplicio. Por fortuna, unas monjas le abrieron cupo en el colegio porque la mayoría de las instituciones en las que la madre intentó matricularlo le cerraron las puertas.

Ante las dificultades que se iban presentando, Aura Rosa siempre lo animaba: “nunca piense que no es capaz de hacer las cosas como los demás, porque usted es capaz de hacer lo que quiera”.

Con su consejo y de su mano, Luis logró superar el bullying y las dificultades que tenía para estudiar. Como la de aquel profesor de Educación Física que lo dejaba encerrado en el salón porque “no tenía tiempo de estar pa’ afuera y pa dentro con él”, o a sus compañeras que le pegaban en los glúteos, porque cuando gateaba le decían que “se veía muy nalgón”; o incluso superar el terror que sintió cuando una vez lo lanzaron con su silla de ruedas por las escaleras.

La velocidad, su pasión

En sexto grado se cambió a un nuevo colegio de la zona que tenía rampas y en ese lugar conoció el placer de la velocidad . ”Yo nunca bajaba despacio. Profesor o cualquiera que veía de frente me lo llevaba por delante. – Te vamos a quitar esa silla de ruedas, decían los profesores –Favor que me hacen, les decía yo porque no me gustaba tenerla”, relata.

Uno de sus hermanos, que de niño fue compañero de Rigoberto Urán en un equipo de entrenamiento de ciclismo en Urrao, se lo llevaba en hombros para dar vueltas en bicicleta. “Siempre me gustó verlo correr. Él era de los buenos y llegaba de primero, Rigoberto siempre era de los últimos”, recordó Luis.

Pero el amor definitivo por la velocidad se consolidó un día que vio un documental en internet de Gravity Bike, una práctica que consiste en descender vías a toda velocidad. “Si ellos pueden, yo puedo”, dijo. Consiguió hacerse a una bicicleta adaptada a su cuerpo y empezó a “descolgar” cada que podía.

Pide oportunidades

De ahí nació el fragmento del video que se hizo viral en redes sociales, del que se lamenta porque dice que “lo publicaron sin contexto porque no saben quién es él”, y ahora quiere que este episodio sirva para que se le abran oportunidades que le permitan practicar este deporte de forma segura. “Me critican porque no uso protecciones, pero es que no las tengo, no las puedo comprar, ojalá nos apoyaran”, expresó.

Quiere acceder a campos que se le han dificultado por su condición, como la educación superior o el mercado laboral. Según él, desde que terminó el bachillerato, hace cinco años, ha intentado estudiar en el Sena y trabajar en alguna empresa pero no le han dado respuesta. “Aún existe mucha discriminación, sabiendo que soy capaz de hacer lo que me toque. Sueño con ser abogado” . n

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