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La meta parece ambiciosa, en una región en la que aún hay niños que no pueden tener sus tres comidas diarias: llevar a cero la muerte por desnutrición en Antioquia.
Esta fue, de hecho, una de las promesas del gobernador Aníbal Gaviria Correa durante su acto de posesión. Allí se comprometió con la erradicación de la muerte por esta causa en el departamento: “Una sociedad equitativa no puede permitirse la muerte por causas asociadas a la mala nutrición”, dijo.
Las cifras le ponen un reto alto a esta premisa. Según el Perfil Alimentario y Nutricional de 2019, de la Gobernación y la Universidad de Antioquia, en los niños menores de 5 años el riesgo de desnutrición global es del 18,9% (gráfico). Al 10 de diciembre del año anterior se habían registrado 11 muertes por esta causa en Antioquia.
Y según el Instituto Nacional de Salud, entre el 5 y el 11 de enero de 2020 ya se notificaron 7 muertes en menores de 5 años asociadas a desnutrición en el país. Con este escenario, ¿qué tan fácil es llevar el indicador a cero?
Natalia Ledesma, integrante del comité coordinador de la alianza Niñez Ya (que agrupa a 100 organizaciones que trabajan por la infancia) cree que sí es posible erradicar las muertes por desnutrición, pero enfatiza en que para ello hay que entender que en el problema no solo incide el suministro de alimentos, sino otros determinantes como el acceso a agua potable.
“Podemos tener el mejor plan de seguridad alimentaria, pero si no hay agua potable los alimentos no se aprovechan como deberían”, dice. También es crítico el monitoreo de la información: en Antioquia, apunta, hay un déficit en los sistemas de vigilancia nutricional, que de ser más eficientes permitiría identificar población en riesgo.
Leidy Juliana Herrera, nutricionista de la Clínica Universitaria Bolivariana y líder del programa Familia Canguro, dice que para acabar con el problema es crucial la lactancia materna. Añade que en Colombia el promedio de lactancia es 1,3 meses, cuando la recomendación es de seis. “Detectamos a los niños en riesgo, pero si no hay seguimiento no podemos llevarlos a estándares de crecimiento normales”, dice. Concluyó que el departamento debe favorecer la continuidad de Buen Comienzo, programa que provee el 75 % de la alimentación de los niños que asisten al programa.
Nelly Castillejo, docente de Nutrición de la Universidad CES, dice que en esta meta lo más importante es la prevención. En ello incide la planificación familiar: los embarazos adolescentes, por ejemplo, son de alto riesgo y el objetivo es evitar partos prematuros. Factores como estos condicionan el bajo peso al nacer, una forma de desnutrición.
El diagnóstico del Plan Alimentario concluye que, por ahora, las causas estructurales del hambre en Antioquia rebasan las capacidades institucionales. Las políticas públicas son desarticuladas e insuficientes.
Para Ledesma, si el problema no queda plasmado en los planes de desarrollo locales, no habrá recursos para ejecutar estas acciones: “Tendremos más vías pavimentadas, pero todavía niños con desnutrición” .