José Ricaurte trabaja en el Centro de Medellín desde hace 58 años. Ha visto la transformación de todo a su alrededor; los edificios que se vienen al suelo y los que los suceden. A salvo de algunas excepciones, se ha sentido seguro en esas casi seis décadas. Pero en su oficina, atiborrada de periódicos viejos y archivos contables, reconoció que siente temor.
“Esto no lo habíamos visto antes. A un señor de 80 años lo tumbaron, le sacaron todo de los bolsillos. Casi le quitan los pantalones. Tenemos que irnos a las 4:00 de la tarde, cuando antes salíamos a las 8:00 o 9:00 de la noche”, confesó.
El fenómeno al que se refiere Ricaurte viene tomando más fuerza, según una investigación de la corporación Consultoría de Conflicto Urbano (C3), desde el pasado 28 de abril, cuando comenzaron las marchas. Bandidos están sacando provecho de las movilizaciones y, justo cuando la Policía está acompañando las marchas, cometen robos violentos en el Centro, en especial en el sector de la iglesia de la Veracruz.
El modus operandi ha quedado registrado en videos que pueden verse en las redes sociales. En uno de ellos, por ejemplo, se observa como ocho personas abordan a un transeúnte, lo apercuellan y lo tiran al suelo. Una vez la víctima está tendida, inerme, le roban sus pertenencias. Todo eso en apenas 10 segundos.
“Este es un fenómeno que hemos registrado desde hace unos cinco meses. Pero, desde que comenzaron las marchas, se intensificó mucho. En investigaciones pudimos ver cómo es la modalidad: atacan entre ocho, una mujer, casi siempre incluida. Todos se van a la víctima, la roban y dan a la mujer lo hurtado. Así, si los agarran, no tienen cómo quitarles nada”, explicó Luis Guillermo Pardo, fundador de C3.
Pardo añadió que la investigación para desentrañar este actuar delictivo se hizo en campo, con varios observadores. Además, consultaron a víctimas e hicieron entrevistas. Otra de las cosas llamativas es que quienes atracan en gavilla, según los resultados de la pesquisa, no utilizan armas de fuego: “No las usan porque ellas dejan más huella y son más ruidosas. Estos atracadores se valen de armas cortopunzantes y, si la víctima se resiste, simplemente la chuzan”.
El investigador fue enfático en que este actuar es nuevo, algo que no se había visto recientemente. En el sector de la Veracruz (comuna 10), un voceador que no quiso dar su nombre confirmó lo encontrado por la investigación. “En la mañana no hay problema, porque hay Policía. El tema se pone peligroso después de las 2:00 de la tarde. Con las marchas, esto queda muy solo y aprovechan. Los comerciantes están muy preocupados y cansados de la situación”, dijo.
Un policía que patrullaba la zona de la Veracruz, y pedía a la gente utilizar tapabocas, manifestó que las marchas y plantones les exigen moverse a otros sectores del Centro. “Este lugar se está quedando solo y ahí es donde aprovechan. Acá debe haber, como mínimo, 20 efectivos para controlar la zona. Es muy complicado porque pasa mucha gente y los ladrones se escabullen. Son combos de siete u ocho personas que aprovechan el desorden”, dijo el uniformado.
Hurtos se han reducido
Ante las denuncias hechas por C3 y los videos que ruedan en redes sociales, preguntamos a la Secretaría de Seguridad de Medellín qué está pasando. Desde ese despacho, por medio de una respuesta escrita, se dijo que la modalidad de robo en gavilla quedó evidenciada a través del Sistema Integrado de Emergencias y Seguridad de Medellín. “Para no entorpecer la investigación, no se revelan detalles de la misma, en la que se avanza de manera articulada con la Seccional de Investigación de la Policía Metropolitana”, reza la respuesta.
Añadió que los delincuentes sí se aprovechan de la falta de vigilancia para cometer fechorías, pero que lo sucedido hasta ahora está en “materia de investigación”. Según la Secretaría, y contrario a lo que dicen los habitantes del Centro y los investigadores del C3, la práctica no es nueva y tiene “algunos antecedentes”.
Sobre los hechos presentados en la última semana se adelanta una investigación para dar con los responsables y corregir para que no se presenten más.
Desde ese despacho también se compartió la cifra de hurtos que se han cometido este año en la comuna 10. Mientras el año pasado hubo 1.036 atracos entre el primero de enero y el 9 mayo, en este 2021 se han presentado 904. Es decir, hay una reducción del 12,7 %. Otra de las modalidad que presenta una baja es el raponazo, o sea, cuando el ladrón arranca algo a la víctima, como un celular, y sale corriendo. Mientras en 2020 a la fecha se presentaban 176, este año van 136.
Jorge Mario Puerta, director de corporación Cívica Corpocentro, advirtió que la modalidad sí es nueva en la comuna 10. “Estos robos no han sido típicos en el territorio. Conocemos que están siendo cometidos por bandas de extranjeros. Este no ha sido el actuar histórico de la delincuencia en el Centro”, expresó Puerta.
Insistió en que estos actos no determinan la zona: “Sigue siendo un territorio que vale la pena visitar. La oferta es amplia a pesar de la pausa en que están los museos o los teatros. A lo que voy es que estos actos no definen lo que es el Centro”.
La punta del iceberg
El investigador Pardo, desde C3, expresó que estos grupos de ladrones estarían pidiendo autorización a los cerca de 40 combos organizados que delinquen en la comuna 10. “Estos grupos están organizados como fuerza social. Antes, las Convivir, que son los combos de la comuna 10, les prohibían robar y les quitaban las cosas. Lo más probable es que los ladrones estén haciendo esto con permiso de esas organizaciones”, apuntó Pardo.
Con el supuesto beneplácito de los combos está de acuerdo Santiago Tobón, profesor de Eafit y quien hizo una investigación, con colegas de la Universidad de Chicago, sobre la economía criminal de Medellín.
El experto consideró que estos grupos de ladrones son la parte más baja del mundo criminal. Lo explicó: “No me imagino a grupos organizados cometiendo estos robos. Más bien, estas personas tienen que pedir permiso a las grandes organizaciones. Es normal que ellas les permitan hurtar e, incluso, les ayuden a guardar elementos o les presten motocicletas para hacer más fácil la labor”.
Tobón añadió que los robos son solo la “punta de un iceberg”. Es decir, es solo un eslabón del actuar delincuencial de la ciudad: los ladrones piden permiso a los combos y les pagan una retribución y estos, a su vez, se encargan del control territorial y el expendio de drogas.
“El Centro es particular porque los combos regulan menos los robos. O sea, los permiten más. Además, hay más tráfico de personas, muchas de ellas que no son de la zona. Otra cosa es que solo en el Centro se venden drogas fuertes, como bazuco o heroína. Hay que entrar a analizar esas variables que hacen al sector diferente”, concluyó el académico
904
atracos se han registrado en el Centro en lo corrido del año, según la alcaldía.