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Willington Cano tuvo una epifanía. Comenzaba la pandemia y, como todos, estaba agotado de los días de encierro. Su vida, al igual que la de los demás, se había convertido en una sucesión de amaneceres y atardeceres. Luego de un día de ocio, se acostó a dormir, “cansado de no hacer nada”. Entre la vigilia y el sueño, como un relámpago, le llegó la idea: levantarse y recorrer los vericuetos de la comuna 13 para ayudar a quienes habían perdido sus medios de sustento.
Y así lo hizo. Levantó el teléfono y comenzó a llamar a empresarios y amigos. Llevaba días enteros de quietud, pero sufriendo una ansiedad creciente. A El Salado, el barrio de la comuna 13 en la que ha vivido los casi 40 años que tiene, le llegaban noticias de la parte más alta de la ladera. Que un par de señores, dependientes de un comercio informal, estaban aguantando hambre; que una mujer, con un bebé de meses, bajaba cientos de escaleras para darle un desayuno a su hijo.
“Desde el comienzo de la pandemia estuve muy activo. Sugerí que cerraran las escaleras eléctricas por miedo a un contagio. Pero, con el encierro, comenzaron los problemas. La gente estaba sufriendo y había que hacer algo”, relata.
Los empresarios y amigos contestaron al llamado y los alrededores de la cancha de El Salado se fueron llenando de mercados. Bolsas y más bolsas se acumularon sobre los andenes. El trabajo más difícil apenas iniciaba. Toda la carga había que subirla a los barrios de la ladera, trepando calles estrechas o escaleras interminables. Los primeros voluntarios fueron los jugadores de la escuela de fútbol Semillas de Vida y Paz, que Willington fundó en 2008. Los muchachos cambiaron los guayos y, como correos humanos, se echaron los mercados al hombro.
El nuevo movimiento social recibió el nombre de Marea Azul. Con el tiempo, la idea fue madurando y fue rebautizada: ahora era el Equipo Naranja. “Empezamos a recibir voluntarios para entregar los mercados. Ya no eran nuestros jugadores, sino gente que también estaba pasando las mismas dificultades y que no exigía un peso a cambio. Nos llamamos Equipo Naranja porque ese color representa la unión, esperanza y solidaridad”, rememora.
El Equipo Naranja tiene hoy 22 voluntarios. Willington tiene caracterizada a la población de El Salado, parte del Veinte de Julio y los barrios altos de la comuna 13. Sabe cuáles son las necesidades de muchos de sus habitantes. Entonces, cuando llega una donación de 100 mercados, ya sabe quién tiene la necesidad más apremiante. Para ello se ideó un sistema. A las familias que prioriza les entrega un ficho para que, cuando las donaciones lleguen, se acerquen por el auxilio: “Ya no subimos. Les avisamos para que vengan a El Salado y nos entregan el ficho. Así garantizamos un acceso más justo y equitativo”.
El Equipo Naranja, dice el exfutbolista, no es más que otra manera de retribuir a la sociedad. Willington es enfático en que los casi 8.500 mercados que ha entregado en un año han sido donaciones únicamente del sector privado: “Nuestra mayor auspiciante es Johana Osorio, empresaria nacida en esta ladera. Ella nos ha dado más de 3.000 mercados. También se han sumado artistas como Karol G”. Los interesados en donar mercados pueden contactarse con Willington al 3136879246.
Arnulfo Hernández y Luz Elena Cuartas representan a la población beneficiaria del Equipo Naranja. Son una pareja de recicladores, adultos mayores, que sintieron cómo la pandemia les complicó la vida. Una hija y un yerno les ayudaban a mantenerse pero, con la crisis, no pudieron seguirles enviando un dinero mensual.
Desde entonces, sumado a que el reciclaje lo están pagando a menor precio, se vieron en aprietos para pagar servicios y comer. “El reciclaje no lo pagan muy bien. Agradecemos los mercados que nos han dado. No tenemos palabras para pagarles”, dice Arnulfo. La casa de los ancianos, en El Salado, es una mixtura entre la vida rural y citadina, muy propia de la realidad latinoamericana. Detrás de las paredes, deterioradas por el invierno, crecen matas de café y plátano. El rugido de los carros compite con el cacareo de unas gallinas que pican el suelo en busca de comida.
Carlos Andrés Tamayo es el administrador de Merka Reyes, un supermercado que ha entregado cerca de 700 paquetes alimentarios al Equipo Naranja. También son víctimas de la situación: dieron ayudas hasta que pudieron, pues en mayo de 2020 las ventas cayeron un 40 %. “La gente se quedó sin plata para comprar y nosotros sentimos la baja. Apenas desde enero nos estamos recuperando”, dice.
Según el Dane, 334.415 personas cayeron el último año bajo la línea de pobreza monetaria en el Aburrá. Pero, ante la dificultad, epifanías como la de Willington ayudan a apaciguar el trago amargo de la pandemia