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Tres relevos en la dirección del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres de Medellín (Dagrd) comienzan a pasar factura. Ese, por lo menos, es el sentir de los bomberos de la ciudad, quienes además de alertar sobre rezagos en la reparación y mantenimiento de la maquinaria, ahora reportan presiones en sus trabajos.
Varios temas preocupan. El primero tiene que ver con las condiciones laborales. Algunos bomberos le contaron a EL COLOMBIANO que, si bien han pasado afugias en otras administraciones, las turbulencias en el gabinete del alcalde Daniel Quintero han pegado fuerte en la institución.
Esto se ha visto reflejado en el mal estado de algunas estaciones y su dotación, además de la falta de mantenimiento de la maquinaria. Tales carencias internas han llevado a que tengan que priorizar unas emergencias sobre otras, lo que pone en riesgo la vida de las personas, porque se postergan o no logran ser atendidas.
A esto se suman las presiones relatadas por algunos servidores. Se habla de un llamado al silencio por parte de las directivas y del temor de algunos bomberos a perder su empleo, si deciden exponer públicamente lo que ocurre en la entidad. Hasta la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) le pidió al Dagrd no vulnerar el derecho a informar lo que pasa allí.
Reclamos necesarios
Las denuncias de los bomberos tienen poco de necias. El viernes 15 de octubre se reportó un incendio en una zona arbórea de la carrera 81 con 51. Hasta allí llegó una patrulla ese día, recuerda el bombero Harrison Hincapié. La cuestión es que la estación que atendió la emergencia no contaba con máquina para apagar incendios.
Ello implicó que la sede del Centro usara su máquina, dejando a la zona desprotegida. Las opciones, en caso de que una emergencia aquejara a estos lugares en paralelo, eran dos: buscar apoyo en Bomboná o en Campo Valdés, pero cualquiera de estas resultaría en un retraso de, por lo menos, diez minutos.
El problema, afirma el bombero, es que un incendio no da espera. Y es esa situación la que más preocupa a los 230 integrantes del Cuerpo Oficial de Bomberos de Medellín. Otro integrante, quien prefirió reservar su identidad, narra un suceso similar. Cuenta que le tocó hacer algunos turnos como radio operador en el 123. Pero cuando los reportes llegaban, “nos decían que no despacháramos las máquinas hasta que llegaran las ambulancias”. Ello para tener disponibilidad en caso de que se presentara un hecho más grave.
Dicho proceder no es el ideal, según el bombero, porque en la mayoría de ocasiones se desconoce la gravedad de las emergencias. “Nos la pasamos en las estaciones esperando a que ocurra algo grave. Y lo pequeño, que también es importante, se está viendo retrasado o quedando sin atención”, comenta el servidor.
En sus cuentas y las de sus compañeros, se pasó de atender entre 60 y 80 casos diarios a 10 o 20 reportes. Y eso, dicen, no es porque la ciudad requiera menos de su presencia y ya no se enfrente al caos, sino porque la capacidad se ha visto aporreada por todos los males que hoy los aquejan.
Cadena de males
Tras la salida de Alethia Arango de la dirección del Dagrd, el 23 de septiembre pasado, vinieron varias escenas que preocuparon a la ciudad. Entrado octubre, quince equipos —entre máquinas y carros— se vieron parados por daños de motor, frenos, radiadores, arranque, entre otros.
Estas situaciones fueron narradas por bomberos como Carlos Giraldo, quien lleva 15 años en la institución. Lo que vino después, sin embargo, fue un llamado al silencio, le confirmó a este diario el bombero que prefirió reservar su nombre, por temor a perder su trabajo.
Este cuenta que, hace dos semanas, rodó un comunicado: “Ningún periodista puede ingresar a las estaciones de bomberos. Ninguno”. El tema fue conocido por la FLIP, la cual detalló que el pedido también mencionaba la necesidad de autorización para hacer fotografías de las máquinas y de otros implementos.
El comandante Luis Hernández Durango y el capitán Juan Guillermo Usma confirmaron en su momento la existencia de la comunicación. Pero aclararon, a su paso, que no era una orden oficial. Fuera directriz o no, el 14 de octubre Giraldo dio a conocer que, por sus pronunciamientos, ahora era objeto de presiones en su trabajo.
Ese hecho lo compartió en redes sociales y se lo detalló a EL COLOMBIANO. Lo que inquieta, a esta altura, es que el ambiente tenso y las posibles presiones, mediante negativas de descansos, rumores de traslados y expresiones verbales directas, aquejan a varios de sus compañeros.
“Esa no es la forma de hacer las cosas; no se necesita tanto ruido”, les han manifestado a, por lo menos, cuatro bomberos consultados por este diario. Pero estos se preguntan, a su vez, cómo es posible que en dos años ya ajusten tres cambios en la dirección del Dagrd.
Primero llegó Ricardo León Mora Díez, luego vino Arango y ahora, en encargo, se encuentra Laura Duarte Osorio. Esto ha llevado a que en la institución reine la incertidumbre, dice Julián Giraldo, quien lleva 14 años en el Cuerpo de Bomberos y afirma que semejante ventarrón no se había visto antes.
Algunas respuestas
Fue Duarte, precisamente, quien respondió mediante cuestionario escrito varias consultas hechas por este diario. En su orden, la funcionaria (e) precisó que ya se cuenta con un contrato de mantenimiento para el parque automotor y se inició el traslado a los talleres correspondientes.
Sin embargo, agregó que la mayoría de equipos cumplen una función de reserva en las estaciones de bomberos y es por esto que no se ha dejado de atender ningún incidente, como lo afirman algunos bomberos. En las últimas cinco semanas, la entidad ha recibido 757 reportes a través del 123 Dagrd y, según Duarte, todos se han atendido.
Las presiones denunciadas por los servidores fueron desmentidas por la directora (e), quien aseveró que los bomberos cuentan con sus compensatorios y permisos, los cuales se otorgan con base en la planificación de los turnos. Similar respuesta dio al tema de los traslados entre estaciones.
Pese a que la entidad describió que todo marcha en orden, uno de los bomberos insistió en que no los deberían ver como un problema, sino como una solución para la ciudad y la región. “Que cuando uno se monte a una máquina de bomberos no le toque informar por el radio: despache otra estación, que nos quedamos varados”.