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En los bajos del metro, entre las estaciones de Prado y Parque Berrío, cada vez hay más venteros que extienden sus negocios en el suelo. A este mercado persa del centro de Medellín, que surgió en 2014 a raíz de un desalojo, la alcaldía, que busca recuperar el espacio público invadido, prometió trasladarlo a un nuevo lugar que debía estar listo el mes pasado.
Antes, durante una sesión en el Concejo en 2016, a los 410 comerciantes del sector les aseguraron que a más tardar en diciembre de 2017 tendrían un espacio, con nuevo mobiliario, en el mismo sitio donde estaban ubicados, en dos plataformas que se extendían desde la carrera Cundinamarca hasta Bolívar, por encima del deprimido de la Oriental (ver Origen).
No obstante, la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU), que lidera junto a la Secretaría de Infraestructura el proyecto, informó que hubo rediseños que demoraron el inicio de obras y estas solo empezarán hasta febrero o marzo del próximo año.
El líder del proyecto que permitirá que los comerciantes de los bazares tengan un nuevo centro comercial es Santiago Sierra, subgerente de Planeación Estratégica de la EDU, quien reconoció que, incluso, tras el incumplimiento de 2017, la nueva fecha era noviembre de este año.
No obstante, explicó, tras los estudios bioclimáticos para el confort no solo de los venteros sino de los usuarios que lleguen, se agregó al diseño una pérgola (techo sostenido por columnas) que ocasionó que, por el peso de esta nueva estructura, el riesgo de colapso pasara de 14 % a 80 %.
Eso llevó a que los expertos, en trabajo de campo, identificaran los puntos donde las lozas —donde hoy hay solo maleza— deben ser repotenciadas. Sierra anotó que este diseño abierto fue pensado para evitar que en un futuro, sea difícil que actividades ilegales como el microtráfico se escondan detrás de las paredes y locales cerrados.
Esta información la escuchó a medias María Eugenia Valencia, coordinadora de los comerciantes establecidos sobre el separador de la carrera Bolívar. Ella expresó que supo de los problemas con el techo, pero le preocupa que ya van tres años de administración, y temen que les incumplan como en la anterior alcaldía.
Agregó que en el sector, Espacio Público ha llevado a cabo más de 80 visitas, pero cada vez llega más gente a ubicarse allí: venezolanos, gente de Barrio Triste, Naranjal, Parque Berrío, y de centros comerciales donde no les va tan bien como a los de Juanambú.
Algo que dejó claro Sierra fue que las demoras también obedecieron a que no querían salirse del presupuesto pactado para el proyecto, que incluidos los rediseños sigue siendo el mismo: $9.713 millones.
El funcionario señaló que los módulos donde se ubicarán los vendedores tendrán espacio para bodegaje, pues esa era otra de las preocupaciones que los comerciantes le habían manifestado a Valencia, que no iban a tener dónde guardar sus cosas cada noche.
Además, en los diseños de la EDU también se contempla la siembra de árboles alrededor de la pérgola y de plantas que serán ubicadas en materas entre los negocios.
Según el nuevo cronograma, el proyecto estaría listo para salir a licitación en febrero del próximo año, con un plazo de ejecución de 10 meses; es decir, noviembre, un mes antes de finalizar la administración, es la nueva fecha prometida por la Alcaldía.
La capacidad en el nuevo centro comercial estimada por la EDU está entre 125 y 270 puestos para los vendedores estacionarios, mientras que los demás que son pasajeros, tendrían espacio para acomodarse en las plataformas.
Entretanto sobre Bolívar siguen extendiéndose telas con ropa, herramientas y chécheres hasta que a comerciantes como Luis Alfonso Zapata, que lleva 16 años en la zona, otros les resuelvan su futuro.
“Por ahora trabajamos con una incertidumbre permanente. Muchos se murieron esperando, es que acá la contaminación es muy brava, pero nos toca salir día a día porque es lo único que tenemos”, expresó .