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Histórico avistamiento en Sabaneta de un yaguarundí, el felino más misterioso que habita en Colombia

Es el primer registro de esta especie en área protegida de Sabaneta.

  • Los yaguarundís son solitarios y cazan de día. IMAGEN TOMADA DEL VIDEO
    Los yaguarundís son solitarios y cazan de día. IMAGEN TOMADA DEL VIDEO
  • Yaguarundí en riesgo rescatado en bosques del Oriente antioqueño.
    Yaguarundí en riesgo rescatado en bosques del Oriente antioqueño.
31 de marzo de 2025
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El azar permitió volver a ver a uno de los felinos más enigmáticos que habitan en el continente americano, un solitario y extraño cazador que casi nunca se deja encontrar y del que ni siquiera se sabe cuál es su verdadera situación de amenaza.

Un yaguarundí apareció en una de las cámaras trampa instaladas en la Reserva Natural La Romera, en jurisdicción del municipio de Sabaneta. Hacía cinco años no se tenía registro de esta especie en la zona y es la primera vez que se evidencia la presencia de este felino en áreas protegidas del municipio del sur del Valle de Aburrá. ¿Por qué es tan especial este avistamiento? La verdad es que sobran razones. Pero primero lo básico.

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¿Qué hace tan especial a este felino?

El yaguarundí, cuyo nombre científico es Herpailurus yagouaroundi, es un felino distribuido en todo en continente, desde el norte hasta el sur en Argentina. Aunque les llaman gatos de monte, realmente su tamaño es del doble de un gato doméstico y también tiene diferencias considerables con los otros felinos que habitan en Sudamérica. Por ejemplo, tienen un color uniforme, no moteado, entonces se les encuentra en tonalidades grises, rojizas y marrones. No es que los investigadores sepan mucho de la especie, pero entre lo que presumen es que el color uniforme se debe a que el yaguarundí tiene 38 cromosomas, mientras que los demás felinos del Nuevo Mundo tienen 36.

El nombre también despista, pues aunque podría asociársele al jaguar, los estudios evolutivos existentes indican que están más vinculados a los guepardos y los pumas, pero además tienen una forma bastante particular, pues son una mezcla de gatos con cabezas en forma de nutrias, pues estas son pequeñas y un tanto aplanadas, son ñatos, tienen colita en forma de cono y patas cortas.

Yaguarundí es un cazador solitario en peligro

Son cazadores todoterreno y solitarios; nadan bien, se defienden escalando, tienen una dieta amplia que incluye mamíferos pequeños, peces, reptiles y aves. Pero, precisamente, esa soledad y suficiencia evolutiva los tiene actualmente bajo una situación amenazante. Que el yaguarundí habite subpáramos y bosques tropicales no significa propiamente que cuenten con poblaciones grandes, más bien al contrario. Esta especie no suele compartir territorio ni tienen carácter gregario y además cubren extensas zonas, esa naturaleza solitaria ha terminado por tenderles una trampa por cuenta de la fragmentación de los ecosistemas, aislándolos y presumiblemente dificultando funciones como el apareamiento.

Su situación en Colombia es compleja. Hace trece años se registró por primera vez su presencia en el Valle de Aburrá, pero las circunstancias no pudieron ser más nefastas. El 17 de marzo de 2012, alrededor del mediodía, unas personas reportaron el atropellamiento de un raro felino en inmediaciones de la reserva San Sebastián de la Castellana, entre El Retiro y Envigado. El animal fue llevado de urgencia a Corantioquia donde a pesar de los esfuerzos no fue posible salvarle la vida por el trauma craneoencefálico que tenía. Fue allí donde se supo que se trataba de un yaguarundí, lo que confirmaba su presencia en área periurbana del Valle de Aburrá. En la necropsia que le realizaron al animal se encontraron parásitos como el Toxascaris Leonina, un gusano propio de perros y gatos.

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Amenazas y conservación del felino yaguarundí

Su caso fue fundamental para tener bases sobre las amenazas que padece esta y otras especies similares en el Valle de Aburrá. La expansión urbana que ha acelerado la fragmentación de bosques periurbanos con lujosas casas campestres y urbanizaciones, así como nuevas vías, han puesto en un estado de alta incertidumbre la supervivencia de estas especies, que en su intento por adaptarse a esas nuevas circunstancias impuestas por el hombre igual terminan padeciendo graves peligros.

Los yaguarundís, por ejemplo, son eficientes cazadores de pollos y animales de corral, cazan de día y son oportunistas. Quiere decir que si alguien instala un corral en una zona que debería hacer parte de la dinámica de un bosque, le deja servido el alimento a esta especie, que luego padece las consecuencias con crueles ataques por parte de las personas. Su actividad diurna también los expone a recibir “venganzas” por actividades de caza de otros felinos que actúan de noche.

De esta forma se han registrado ataques a yaguarundís en Colombia por supuestos ataques a animales de granja, que posteriormente se determinó que fueron causados por otros felinos.

La presencia de parásitos como los hallados en el felino atropellado también refleja un problema cada vez más grave y sin solución a la vista por el desinterés de las autoridades de salud y ambientales por atenderlo. La presencia cada vez más masiva de perros y gatos domésticos en zonas periurbanas que son de tránsito y hábitat de especies silvestres ha desatado una nueva ola de contagio de enfermedades como el moquillo y la rabia, poniendo en riesgo a poblaciones de mamíferos que atraviesan riesgo de extinción, como los osos andinos, pero además exponiendo de manera alartamente a los seres humanos.

Se conoció en días recientes la muerte por rabia de una mujer en Jericó, algo de lo que no se tenía registro en Antioquia en las últimas dos décadas. La mujer decidió acoger a un tigrillo que encontró enfermo en zona rural y lo llevó a su casa. El tigrillo había sido contagiado por rabia, seguramente por un perro o gato que no tenía nada que estar haciendo en zona rural, y a su vez el felino contagió al gato de la señora y la mujer finalmente cayó enferma por la enfermedad y falleció días después.

Yaguarundí en riesgo rescatado en bosques del Oriente antioqueño.
Yaguarundí en riesgo rescatado en bosques del Oriente antioqueño.

Detrás de estos casos está la mala tenencia de animales domésticos; el abandono pero también las prácticas como la desatención de gatos y perros a los que se les permite por parte de sus propietarios merodear sin vigilancia en zonas rurales.

Actualmente, no existen estudios, ni en Colombia ni en Sudamérica, enfocados específicamente en estudiar a este enigmático felino. Según explicó el experto Anthony Giordano a la agencia especializada Mongabay, actualmente no es posible conseguir financiación por parte de ninguna entidad u organización para estudiar concretamente a esta especie, y los esfuerzos técnicos y en inversión se centran en otros felinos como el jaguar, pumas y ocelotes.

Son varias las razones; primero, porque son muy difíciles de encontrar.

En países como México y Costa Rica, los biólogos que han intentado estudiarlo han tardado hasta dos años solo para tener un registro de segundos en cámara trampa. Pero, además, actualmente existe una discusión entre la comunidad científica, pues la Lista Rojas de Especies Amenazadas de la UICN lo tiene catalogado como de preocupación menor.

Pero cientos de biólogos en todo el continente riñen con esta categoría, pues señalan que la abrumadora falta de datos y las amenazas comprobadas como la fragmentación de los bosques sugieren que su estatus debería elevarse a un riesgo mayor. En Estados, Unidos, por ejemplo, no se registran yaguarundís desde hace casi 40 años.

El caso es que mientras no se actualice su estado en la UICN, al figurar como preocupación menor, será difícil encontrar financiación para estudiarlo.

En agosto de 2020, Corantioquia realizó unas honras fúnebres simbólicas en Santa Elena, con flores en el piso y la fotografía gigante de un yaguarundí, en homenaje a uno de estos felinos que murió atropellado en la zona, y con el objetivo de sensibilizar a la comunidad sobre la enorme pérdida a la biodiversidad con cada tragedia de estas, que para muchas personas sigue siendo insignificante.

El avistamiento en Sabaneta del esquivo felino con cara de nutria debe nuevamente, más que causas, una simpatía anecdótica, generar consciencia sobre el profundo respeto que debe existir por cada forma de vida con la que conviven los humanos, sobre todo en las ciudades y sus bordes.

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