Según el informe del Sistema de Alerta y Monitoreo de Antioquia, SAMA, y el análisis de los profesionales del Dagran, durante la temporada de menos lluvias (junio a agosto) el tiempo seco fue corto y las lluvias nunca se fueron del todo.
Por lo que se tenía proyectado que, en la segunda temporada de lluvias, que inició en septiembre, los terrenos ya estuvieran saturados de agua y los movimientos en masa pudieran materializarse.
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Las regiones más críticas son el Occidente y el Bajo Cauca. Según reportó el Dagran, Caucasia, Nechí, El Bagre, Zaragoza, Segovia, Vigía del Fuerte, Frontino y Murindó tienen alerta roja por riesgo de inundaciones, listado al que se suma Urrao, en el Suroeste antioqueño. Por tal razón, las autoridades tuvieron que activar sus planes de respuesta inmediata.
Ante esta alerta, el Dagran socializó junto con la Universidad Nacional de Colombia los resultados del estudio de susceptibilidad, vulnerabilidad, amenaza y riesgo por movimiento en masa.
Este insumo ha sido fundamental para que los municipios de Antioquia puedan realizar monitoreo constante y adaptar esta información a su Plan de Ordenamiento Territorial y Plan Municipal de Gestión del Riesgo de Desastres con el fin de realizar obras de mitigación.
El director encargado del Dagran, Carlos Mario Zuluaga Gómez, dio a conocer que este año los consejos municipales de gestión del riesgo de desastres de Antioquia han reportado 292 movimientos en masa, causando el fallecimiento de 39 personas. En total, según el Dagran este año han fallecido 54 personas a causa de las lluvias.
El último caso se presentó esta semana en Tarazá, en el Bajo Cauca antioqueño, donde un niño de apenas tres años falleció por este fenómeno.
El pequeño quedó atrapado en un deslizamiento de tierra en un sector conocido como La Torre, cuando las fuertes lluvias provocaron la inestabilidad del asentamiento y generaron el colapso parcial de varias viviendas, entre ellas la del menor, quien al parecer vivía con una pareja.
Se conoció que la familia logró salir del lugar con algunas lesiones, pero el menor fue rescatado minutos después y trasladado al hospital San Antonio de Tarazá, lugar donde infortunadamente llegó sin signos vitales.
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En el municipio de Pueblorrico, por ejemplo, la semana pasada la Gobernación tuvo que ayudar a la evacuación de más de 200 personas, después de una serie de deslizamientos que dejaron a tres personas muertas.
Por eso, el funcionario invitó a hacer un monitoreo constante de laderas y reporte oportuno de situaciones que puedan desencadenar el evento.
“El monitoreo es fundamental. Vivimos en un departamento montañoso y por eso los movimientos en masa son recurrentes. Las comunidades son las que saben cuándo hay cambios. Tenemos que estar alertas. Si hay árboles inclinados, caída de rocas o grietas, es fundamental que reporten de inmediato y se dirijan a un punto seguro. Otras recomendaciones es no hacer terraceo sin los permisos correspondientes, tener buen manejo de aguas y canaletas. Algo muy importante, no construir al lado de la ladera. Esto genera un alto riesgo porque la ladera que se tiene atrás de la vivienda puede saturarse de agua y desprenderse”, dijo el director.
Este año, las obras con maquinaria han estado enfocadas en identificar a través de los municipios esas zonas donde se ha intervenido con perfilamiento de taludes para quitar pendiente y así como sembrado de especies nativas que amarran el terreno.
Además, $1.600 millones han sido invertidos en obras para mitigación beneficiando a casi 100,000 antioqueños que tenían alguna condición de riesgo. Además, se realizan obras civiles, de protección y estabilización de taludes, muros de contención para reducción del riesgo de desastres.
Una medida que puede hacer la diferencia para salvar vidas en medio de emergencias, según las autoridades de atención de riesgos, es establecer mecanismos comunitarios de comunicación para compartir información sobre el estado de laderas, quebradas y ríos en tiempo real. En cientos de veredas mantienen desde hace tiempo de manera exitosa grupos de WhatsApp que a su vez hacen parte de los sistemas de alerta temprana comunitaria, son planes ya estructurados que incluyen capacitación de líderes comunitarios y vecinos para que detecten riesgos, por ejemplo, movimientos anómalos en la montaña y comportamientos inusuales en ríos y quebradas para activar la respuesta. Sin embargo, aun sin esa experiencia, los vecinos pueden establecer esos grupos de comunicación y en tiempos de lluvias alimentarlo con fotos y videos para que el territorio quede bien cubierto y las emergencias no agarren a la mayoría de la población con la guardia abajo. Hay que recordar que en ese tipo de emergencias incluso los minutos son claves y hacen la diferencia entre una emergencia y una tragedia.