viernes
7 y 9
7 y 9
En el Valle de Aburrá el precio de un árbol se tasa en dinero, es decir, su valor no es solo ecológico sino también económico y de allí que las compensaciones por talas no solo sean posibles mediante siembras o resiembras, sino que también pueden hacerse en pesos.
Los dineros van al Fondo Verde Metropolitano, una herramienta financiera que surgió de la implementación del Acuerdo 019 de 2017, que permite que los recursos derivados de los trámites de aprovechamiento forestal y de las multas generadas en procesos sancionatorios por violar normas de flora vayan a una cuenta del Área Metropolitana del Valle de Aburrá -Amva- básicamente para la adquisición de predios de valor ecológico para la subregión.
“La finalidad es unir esfuerzos de la autoridad ambiental (el Amva) y los municipios para poder hacer adquisiciones de predios representativos para procesos de reforestación y protección del medio ambiente”, explicó el Amva.
Esta destinación específica de los dineros garantiza que estos no se vayan a otros rubros, pues se configuraría el delito de desviación de recursos, que tiene castigo penal y administrativo.
Pero la realidad es que la norma está aún en pañales. Solo a finales de 2018 se reglamentó mediante la Resolución 2248, pero la reglamentación implica la definición de las variables que llevarían a tasar en pesos el valor de cada ejemplar arbóreo.
La base sigue siendo la UVE -Unidad de Valor Ecológico- definida para el arbolado urbano. Pero este valor conduce a una fórmula matemática que tiene en cuenta el Diámetro a la Altura del Pecho (DAP) del árbol, la Aptitud del Individuo en el Espacio Verde (AIEV) y el Aporte Paisajístico de la Especie (APE), la suma de lo cual arroja una T, que constituye el valor de cada árbol en pesos.
Por ser tan compleja su aplicación, el Amva reconoce que prácticamente su implementación no ha comenzado.
“Hasta el momento apenas se está en el marco normativo y no se ha ejecutado presupuesto de este fondo para adquirir predios en el territorio metropolitano”, admitió Claudia Hoyos, ingeniera forestal del Amva. Explicó que si bien las compensaciones por obras constructivas pueden generar recursos para este fondo, estos no son totales por el valor de los árboles talados para la ejecución de los proyectos.
Así, por ejemplo, si para una obra se necesita la tala de 20 árboles, todos no van a generar dinero. También hay acciones compensatorias, como nuevas siembras, recuperar espacios verdes y ejercer acciones ambientales en el entorno que le permiten a la obra compensar. Cuando pese a todo no alcanza a ejercer el 100 % de la compensación, es allí cuando entra a depositar el valor económico.
“En el momento, el valor que hay en el fondo (no reveló cuánto) es muy pequeño y no alcanzaría para adquirir ningún predio, porque los valores de estos son de miles de millones de pesos”, señaló.
Uno de los temas a considerar, por ejemplo, es el lugar donde está el individuo. Si este es el adecuado, el valor de talarlo es mayor, que si creció en un lugar inapropiado para su especie. La edad y el estado de cada individuo y la especie a la que pertenece también se miden en valores.
Natalia Sánchez, secretaria del Medio Ambiente de Sabaneta, afirmó que su municipio aún no se ha beneficiado del Fondo “del Amva, sí nos hemos beneficiado para temas ambientales, como la sembratón, pero aún no hay ningún predio adquirido con dineros de este fondo, y nos parece una herramienta que nos podría servir mucho para nuestros proyectos de adquirir lotes ecológicos”, sostuvo.
Su municipio tiene en la mira predios como Berlín, La Fidelia, Casablanca y La Bonita, ideales para darles protección y realizar resiembras.
Alejandro Arango, director de la corporación Gio Ambiental, advirtió que de un lado el Fondo no ha sido visible en inversiones y del otro hay un peligro: “que los predios se encarezcan de repente, cuando los dueños se den cuenta que los municipios los necesitan”.
La secretaria del Medio Ambiente de Medellín, Diana María Montoya, precisó que el Fondo permite que cuando se va a ejecutar una obra física en la ciudad y el área no alcanza para hacer la compensación in situ, “hay una valoración y los recursos adicionales de las especies que fueron taladas y no fueron repuestas se paga su valor económico por la valoración ecosistémica y se entrega al fondo”.
Indicó que para su dependencia, el Fondo Verde es considerado una herramienta importante para la compensación por pérdidas de un servicio ambiental por efecto las talas, “es una herramienta innovadora, una adaptación para los centros urbanos, pues la norma nacional aplica para centros rurales”.
Sin embargo, aclaró que dicho fondo es la última de muchas opciones que tienen los usuarios para compensar las talas por aprovechamiento forestal, en los casos en los que no se puede optar por retirar tocones (troncos que quedan en los sitios sembrados), hacer pasos de fauna o entregar predios, entre otras opciones.
En la subregión metropolitana, por aprovechamiento forestal, rige la norma de que por cada árbol talado mínimo se debe sembrar uno y los proyectos urbanísticos están en la obligación de hacer un inventario de las especies a intervenir con la construcción .