Una encuesta es una instantánea: registra un momento de la vida de las sociedades. La Mundial de Valores Impacto del Covid-19, financiada por Comfama y revelada ayer, da luces para identificar hacía dónde se dirigen las opiniones del público respecto a temas del acontecer nacional y local tras la pandemia. Incluye el empleo, el destino de los asuntos públicos, los miedos, entre otros.
Andrés Casas –coinvestigador principal y científico del comportamiento– emplea una metáfora para explicar el proceso de sondear a la opinión pública: habla de fotos. “Normalmente las encuestas hacen cortes transversales: tomas una muestra y le tomas la fotografía. Nosotros tomamos tres para tener una versión de cómo cambian las cosas. Al inicio de la crisis, un año después y una tercera de cierre”.
Esta encuesta investigó las percepciones de la realidad, que en algunas ocasiones no corresponden con los hechos puros y duros. Es decir, se centró en conocer lo que piensa y siente la gente sobre los temas consultados.
Una vez dicho esto, examinar los resultados de la segunda ola de la encuesta nacional (la primera fue en 2020) muestran que, a pesar de ciertos indicios de reactivación económica, los sectores demográficos más golpeados en el país son los estratos populares y el de las mujeres.
El primero registró una reducción laboral del 33 % mientras en el renglón femenino alcanzó un 34 %. “Los datos de reactivación económica son muy positivos, pero la parte económica relacionada con la desigualdad se ha acentuado y ha castigado especialmente a las mujeres”, confirma Casas.
El cese del trabajo también creció en Antioquia en comparación con el país: pasó de 29 % en 2020 al 38 % en 2021.
No es el único frente nublado. Los temores de contraer covid-19 en el futuro cercano (68 %) o de sufrir una crisis económica (81 %) ubican al departamento por encima del promedio nacional. Nathalie Méndez –coinvestigadora y docente de la Universidad de Los Andes– señala una cifra diciente: “El porcentaje de personas en Antioquia que dice que el país va a salir fuertemente afectado de la pandemia subió un 12 % en relación al 2020”.
Si bien el índice total de Bogotá es superior al paisa (70 frente al 62%), el crecimiento del pesimismo en Antioquia rompió los récords nacionales.
Por supuesto, dicha mirada gris se traduce en escepticismo frente a las labores de los gobiernos locales, regionales y nacionales. El 73 % de los consultados duda de los gobiernos locales: tres de cada cuatro antioqueños confía poco o nada en quien dirige los destinos públicos de su municipio.
El Gobierno Nacional tiene una calificación peor: el 84 % de los encuestados no confía en las gestiones del presidente Duque. Un factor para entender los números rojos es la presencia omnímoda de la corrupción. Por ejemplo, en el Valle de Aburrá el 34 % de los sondeados expresa que su principal consejo al Estado es la lucha contra la corrupción. La cifra está cinco puntos porcentuales por encima del dato nacional.
Mientras esto ocurre en el escenario público, las redes de apoyo locales –familia, compañeros de trabajo, vecinos– han mostrado su validez. Para los antioqueños la importancia de las relaciones con los colegas de oficina y labor es la más alta del país (ver gráficos).
El valor de estos registros de la encuesta estriba –sostiene Casas– en ser “una buena forma de ver cómo cambiamos en el tiempo”. Además, ofrecen información valiosa a quienes toman las decisiones políticas para navegar con algo de certidumbre en un momento histórico en el que no hay mapa ni antecedentes válidos. Una brújula para el desconcierto.