Cuando el padre Gabriel Mejía empezó a enseñar meditación trascendental en los Hogares Claret, en 1989, la primera reacción fue de rechazo, de desdén, y fue más de los profesionales que de los usuarios. Unos porque pensaban que la meditación iba contra su formación religiosa, otros porque creían que meditar no era más que un hobby del padre. Las quejas llegaron hasta el arzobispo de entonces, monseñor Alberto Giraldo.
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–Algún día me dijo: “Unas señoras vinieron a decirme que les están cambiando la religión a los muchachos”. Entonces, yo le dije: “Monseñor, cuando quiera lo invito a que vamos al hogar de los niños para que usted hable con ellos sobre la meditación” –cuenta Mejía.
Fueron al otro día y uno de los niños, de unos 12 o 13 años, le explicó.
–Le dijo: “Monse, es una técnica muy simple, no se necesita memoria, ni hay que hacer ningún esfuerzo. Lo que hay que hacer es sentarse muy cómodamente, cerrar los ojos y repetir el mantra, ¿usted sabe cuántos pensamientos tenemos al día? Más de 60.000. Estamos todo el día pensando, con la meditación eliminamos los pensamientos. Usted empieza a repetir el mantra con los ojos cerrados y después de un tiempo ya no tiene pensamientos” –recuerda Mejía.
Según la médica española Carmen Ochoa, de esos 60.000 pensamientos que procesa diariamente nuestro cerebro, el 95% son involuntarios y el 80% son negativos. Es decir, no es tanto que nosotros pensemos, es que los pensamientos piensan por nosotros.
La meditación busca eliminar esos pensamientos que nos piensan, que nos son voluntarios. Busca el silencio, acallar la mente.
“Cuando no hay pensamientos, el cerebro llega a un estado de conciencia pura, y cuando hay un estado de conciencia pura eso es un campo de posibilidades infinitas. Lo que usted siembre allí florece”, dice Mejía.
La Meditación Trascendental no es religión, tampoco un hobby. Es una técnica milenaria y uno de los pilares fundamentales de los Hogares Claret.
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El padre Gabriel Mejía conoció la meditación trascendental por el afamado médico, escritor y conferencista Deepak Chopra, que además fue alumno de Maharishi Mahesh Yogui, el mismísimo desarrollador de la técnica.
El sacerdote llegó a la clínica de Chopra, en Estados Unidos, en los años 80, buscando alternativas para un problema gástrico que le había quedado después de un accidente de tránsito. El médico que lo había atendido en Colombia le recomendó operarse, pero uno de los fundadores y benefactores de Claret, Alaín de Villegas, le sugirió visitar a Chopra.
Hasta allá llegaron juntos. Chopra lo recibió, le hizo el diagnóstico, le habló de la medicina ayurveda, de la meditación, y le hizo un tratamiento de más o menos 15 días. Cuando estaba por volver, le dio una dirección en Medellín donde podía aprender a meditar.
–Yo le di las gracias, guardé la dirección y cuando regresamos me di cuenta de que el centro de meditación quedaba a cuadra y media de mi casa, que pasaba todos los días por ahí y no lo había visto. Al día siguiente fui –dice Mejía.
Desde entonces, el padre Mejía incluyó la meditación trascendental en los hogares de la fundación.
“La meditación trascendental es una técnica creada y difundida en todo el mundo por Maharishi Mahesh Yogi, sabio de la India, formado en el milenario conocimiento védico (...) Se trasladó a Estados Unidos en 1960 y empezó a enseñar una técnica de yoga y meditación trascendental conocida también como Ciencia de la Inteligencia Creativa (...). En el mundo muchas entidades educativas incorporan a la enseñanza tradicional estas técnicas promovidas por Maharishi y a esta nueva formación integral se le denomina Educación Basada en la Conciencia”, escribió el padre Mejía en el libro Fundación Hogares Claret Educación Basada en la Concienca La Terapia del Amor.
La meditación trascendental es, además de una técnica de meditación milenaria, una forma de educación basada en la conciencia.
“La educación debe ir más allá de formar para la competencia, el examen o la memoria. Hoy, el reto es devolver al estudiante la vocación por la vida y a la sociedad la cultura de ser más humana”, escribió Mejía en otro artículo titulado Educación basada en la conciencia Fundación Hogares Claret, publicado en la revista Proyecto Hombre en diciembre de 2013.
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El nacimiento de Hogares Claret se sitúa en 1984, así está consignado en su página web. Pero la historia que dio lugar a los hogares no empieza con una fecha, sino con un nombre: Friti.
–Cuando llegué a vivir a Medellín, al edificio Claret, en Sucre con Maracaibo, me encontré con que en la puerta dormían como 10 a 12 muchachitos de la calle tapados con periódicos y cartones. Con el tiempo los fui conociendo, a veces les bajaba algo para comer, o algo de ropa, ellos me querían mucho, y un día me llama el portero y me dice: “Padre le acaban de pegar tres puñaladas a Friti, se está desangrando” – recuerda.
Entonces cogió una cobija, bajó, lo envolvió y lo llevó a la clínica. El Friti estuvo tres meses en cuidados intensivos, el padre lo acompañó durante todo ese tiempo, lo visitó cada día.
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–A los tres meses me llaman y me dicen que lo van a dar de alta y yo pensé: “¿Pa’ dónde me llevo este muchachito?”. Ahí nació Hogares Claret –precisa el padre.
La primera sede fue un local en Barrio Triste, que el padre bautizó “El hogar de la alegría”. Ahí, además del Friti, alcanzaron a vivir 150 niños que el padre y los voluntarios recogieron de las calles del Centro.
Hoy, 40 años después, la Fundación Hogares Claret tiene programas en Medellín, Barranquilla, Soledad, Turbaco, Sasaima, Pereira, Armenia, Montenegro y Bucaramanga. La mayoría de los usuarios son menores de edad.
–¿Cómo llegan los niños y niñas aquí?
–Depende del programa, hay 14 modalidades de intervención con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Por ejemplo, un niño de calle es una modalidad, es un niño abandonado, eso se llama Centro de Protección. Hay otro programa para niños que son consumidores, está el menor infractor, que ya es el adolescente de 14 años en adelante que comete un homicidio, un secuestro, una extorsión, un robo, tráfico de drogas, todo eso. Los cogen, los llevan a la Policía y ahí los direcciona un juez de la República. La Ley del Menor protege al adolescente, esto no es centro de castigo, no es cárcel, es un centro educativo.
El padre vive en la sede de San Lucas, allí funciona un hogar para adolescentes infractoras, todas mujeres. El predio perteneció a Pablo Escobar, allí el capo quería hacer una especie de centro deportivo y de recreo. La propiedad, dice el padre, se llama Calandaima y fue bombardeada por los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar). De las ruinas sobrevivieron la piscina, parte del piso de mármol, una edificación a medio hacer que hoy son los dormitorios y una casa alterna, que estaba designada para el mayordomo, pero dónde viven varios sacerdotes, incluido el padre Mejía.
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En todos los hogares se práctica la meditación 20 minutos cada día, a mañana y tarde. No es un práctica obligatoria, pero se les enseña a todos los que llegan, tanto a los usuarios como a los educadores.
–Meditar en la mañana es como ingresar al banco para cargar la billetera para atender y hacer frente a todo lo que vendrá durante el día. Meditar en la noche, es para retirar el registro del día, todos los asuntos y situaciones que nos abordaron a lo largo de la jornada, así depuramos el sistema nervioso, lo que va a permitir un descanso más profundo. La técnica requiere una regularidad para poder lograr los efectos –cuenta Amparo Valle, profesora de Meditación Trascendental de la fundación.
–¿Qué cambios empiezan a hacerse evidentes en los usuarios cuando empiezan a meditar?
–Las vemos cambiar mucho, los comportamientos, el semblante, la vida. Una transformación que se logra poco a poco, pero que va a depender de que ellas sigan meditando, por eso queremos que se lleven la técnica, que es muy sencilla y les va a traer muchos beneficios. Cada vez que tú meditas vas a eliminar tensiones que están en tú sistema nervioso y que se han originado a partir de frustraciones, duelos, pérdidas, enfermedades y situaciones de conflicto como las que han tenido las niñas. Muchas de esas tensiones son el origen de enfermedades psicosomáticas. Lo que queremos es que ellas se lleven la técnica para que la apliquen en su vida –anota Amparo.
La enseñanza al respecto es bastante sencilla. Empieza con un curso que explica la técnica, la importancia de la periodicidad, los beneficios –reducción de la ansiedad, optimización del funcionamiento cerebral, menor presión sanguínea, disminución del uso del alcohol y las drogas, aumento de la productividad, mejora de relaciones, aumento de la relajación, reducción del estrés, y varias más– y el respaldo científico. Luego se enseña la técnica propiamente, en varias sesiones, y una vez la gente aprende la técnica pasa a la práctica sin necesidad de estar acompañado por el profesor.
–Dictar un curso de meditación es como encender esa llamita para la persona que se va a llevar ese conocimiento para su vida– dice Amparo.
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–Contáme cómo ha sido tu experiencia de meditación aquí – le pregunta el padre Mejía a una de las adolescentes reunidas en el salón, a punto de comenzar la práctica de yoga y de meditación de la tarde.
–A ver... pues a mí no me gusta la meditación, pero aún así la hago porque es un deber, y me ha servido mucho para manejar el estrés, la ansiedad, para encontrarme conmigo misma –dice.
–Por qué no te gusta– preguntó.
–No sé... es que... a ver... porque yo cuando medito me levanto como con dolor de cabeza y a veces con mal genio y por eso no me gusta, me da como rabia pensar cosas de mi pasado.
–Interesante tu respuesta –dice el padre–. Miren, la meditación crea un espacio de silencio que lo llamamos un estado de conciencia pura. ¿Qué pasa cuando hay dolor de cabeza, malestar? Reaccionamos porque no queremos acordarnos de lo que pasó. Ustedes saben que la culpa mata a la gente. Tenemos primero que perdonarnos a nosotros mismos. En la meditación aparecen episodios que no queremos ver, en ese momento estamos eliminando el estrés y va a llegar un momento en que ese pensamiento no va a existir. Eso es lo que hace la meditación. En un primer momento uno se choca con la realidad, aflora del inconsciente ese problema que me agobia, que me duele, que me hace sufrir, pero la meditación va actuando y va limpiando ese sistema interior. En la vida hay que aprender a dejar ir, yo me equivoqué, me perdoné y asunto cerrado.
La meditación trascendental es una revolución silenciosa liderada por el padre Mejía, que en 40 años ha impactado más de 120.000 personas.
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“Tanto más se piensa, tanto más se debe meditar: esa es la regla. ¿Que por qué? Pues cuanto más llenamos la cabeza de palabras, mayor es la necesidad que tenemos de vaciarla para volver a dejarla limpia”, escribió Pablo d’Ors en Biografía del silencio.
David Lynch, el gran promotor
Uno de los grandes promotores de la meditación trascendental en el mundo, y quizá el más conocido, fue el cineasta norteamericano David Lynch. En 2005 creó la Fundación David Lynch para la Educación Basada en la Conciencia y la Paz Mundial, que tiene una filial para América Latina que ha implementado programas de meditación trascendental en países como Perú, México, Brasil, Ecuador y en Colombia, donde financió la formación de más de 30 profesores de meditación con la Fundación Hogares Claret.
“Usando esta técnica el estrés se va, la tristeza, la depresión, el odio, la ira, el miedo empiezan a irse y la inteligencia crece, la creatividad crece, el amor universal está ahí, crece y aparece una paz muy profunda (...) Usen esta técnica, veinte minutos por la mañana y por la tarde, sigan con su vida y vean como mejora. Lo único que necesitan es un profesor cualificado”, dijo durante una charla en Madrid, en la Escuela Universitaria de Artes.
