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Estos son los nueve límites que los humanos no deben cruzar para salvar el planeta

Se trata de fronteras planetarias que los científicos definieron para mantener el equilibrio de la Tierra y todos sus sistemas. Le contamos cuáles son.

  • Los eventos extremos, como sequías e inundaciones, se harán más fuertes y prolongados. Foto: AFP
    Los eventos extremos, como sequías e inundaciones, se harán más fuertes y prolongados. Foto: AFP
  • Foto: Camilo Suárez
    Foto: Camilo Suárez
  • Foto: Foto Archivo EL COLOMBIANO
    Foto: Foto Archivo EL COLOMBIANO
  • Foto: Juan Antionio Sánchez
    Foto: Juan Antionio Sánchez
  • Foto: Jaime Pérez
    Foto: Jaime Pérez
  • Foto: Colprensa
    Foto: Colprensa
  • Foto: Julio Herrera
    Foto: Julio Herrera
  • Foto: Julio Herrera
    Foto: Julio Herrera
  • Foto: AFP
    Foto: AFP
  • Foto: Getty
    Foto: Getty
18 de enero de 2022
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Imagine que usted tiene en una tarjeta el dinero suficiente para vivir cómodamente durante un año. En enero va gastando de forma precavida pero, a medida que pasan los meses, va perdiendo cuidado, compra y gasta sin pensar en el futuro y cuando llega exactamente el 29 de julio se le acaba todo el saldo. Desde ese día en adelante, hasta el 31 de diciembre, usted tendrá que prestar dinero, estará en números rojos.

Lo mismo le ocurrió al planeta Tierra. El 29 de julio, día del sobregiro, esta agotó todos sus recursos ecológicos para 2021. De acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), en solo 210 días la humanidad se terminó el capital natural disponible para los 365 del año, excediendo en 74 % la capacidad de los sistemas para regenerarse.

Para seguir con este ritmo, se necesitarían 1,7 planetas Tierra, indica la organización, pero serían necesarios cinco si toda la población consumiera lo mismo que Estados Unidos, el país que más recursos naturales utiliza.

Lo que estos números indican es que todo tiene un principio y un final, que nada es infinito y que, ciertamente, la Tierra no lo es y lo está haciendo saber.

Existen, a propósito, límites, barreras, que la humanidad no debe cruzar para no dañar el equilibrio y poner en riesgo la existencia de todas las especies de fauna y flora y la vida como se le conoce. Se trata de los nueve límites planetarios en áreas biológicas, químicas, físicas y hasta sociales.

Se trata de fronteras que determinan los niveles de perturbación de nueve procesos esenciales para la estabilidad global y que determina, con mediciones y cálculos, cuál es su situación actual y qué pasaría si se sobrepasan.

El concepto es relativamente nuevo, pues fue introducido por un grupo de científicos en 2009, y determina las zonas en las que la humanidad puede operar de forma segura.

De acuerdo con Alejandro Álvarez Vanegas, profesor del pregrado en Diseño Urbano y Gestión del Hábitat y del área de Cultura Ambiental en la Universidad EAFIT, “son condiciones no negociables, que tenemos que garantizar para tener la estabilidad que hemos tenido por los últimos 10.000 u 11.000 años. Debemos preguntarnos hasta dónde podemos llegar, qué pasará con el agotamiento de los recursos si todos los países quieren crecer económicamente, pues sabemos que el crecimiento económico es limitado y depende de los recursos naturales”.

Todos los límites están conectados, se afectan entre sí, y algunos de ellos, de hecho, ya fueron cruzados.

Antecedentes al límite

Ya en los años 60 y 70 se hablaba de la necesidad del desarrollo sostenible, de la degradación ambiental y de las fronteras que debían existir, explica Álvarez. Con el Club de Roma en 1968 y la Conferencia Mundial de Estocolmo en 1972, donde se habló del medio ambiente y del mar, se comenzaba la discusión y la toma de decisiones alrededor de estas temáticas.

“En ese reporte del 72 se hacen proyecciones sobre la cantidad de minerales que existen, los recursos conocidos, las materias primas, y desde entonces se reconoce que debe haber límites que eran desconocidos entonces para la ciencia”, continúa.

Apenas en 2009, después de años de explotación indiscriminada de recursos a nivel mundial, un grupo de 30 científicos del hoy Centro de Resiliencia de Estocolmo, una colaboración con la Universidad de Estocolmo y el Instituto Beijer de Economía Ecológica de la Real Academia Sueca de Ciencias, liderados por Johan Rockström y Will Steffen, propusieron y definieron el concepto de límites planetarios seguros para el desarrollo de la humanidad. Determinaron nueve que se pueden cuantificar y que regulan la estabilidad del sistema terrestre y los reportaron después de trabajar durante casi 10 años.

Su propósito, desde un inicio, fue que esta información pudiera ser utilizada por gobiernos o instituciones en la toma de decisiones y el accionar de la humanidad y los plasmaron en el Marco de Límites Planetarios. En 2015 el reporte tuvo una actualización.

Ni definitivos ni exactos

Cada límite es un proceso en el que intervienen áreas como la química, la física, la biología e, incluso, las ciencias sociales y humanas, con variables y mediciones que buscan el equilibrio y la preservación de todas las especies.

Se ha hablado de recursos y de renovables, pero, según Germán Poveda, profesor de la Universidad Nacional de Colombia y miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, “nos hemos dado cuenta de que no son ilimitados y que lo que antes se creía renovable, ya no lo es. Además, no son recursos, no nos pertenecen, son servicios. Los suelos, el agua, el aire, están contaminados y deteriorados. Ya hemos cruzado límites de forma irreversible y hay otros que estamos por atravesar”.

Aunque están bien definidos, al tratarse de una escala global, difícil de cuantificar, no son definitivos o exactos y la humanidad parece caminar con los ojos cerrados al borde del abismo, pues son estimaciones y los científicos aún no saben qué podría pasar exactamente si se sobrepasan ni qué tanto puede aguantar la Tierra estar tan cerca del borde, dando pasos en los límites.

De hecho, ya cuatro de ellos se han atravesado y ya se están viendo las consecuencias: eventos extremos, como sequías o precipitaciones, más frecuentes e intensos; 43 millones de hectáreas de bosque devastadas solo entre 2004 y 2017 en Latinoamérica; desastres naturales y catástrofes que dejan víctimas humanas, sequías que ocasionaron 650.000 muertes en los últimos 50 años, tormentas que causaron 577,232 decesos, inundaciones con 58.700 fallecimientos; temperaturas extremas que solo este año, entre junio y julio, causaron la muerte de más de 500 personas en Canadá; pérdidas de especies de fauna y flora, erosión de zonas costeras, contaminación de aguas, suelos y aire, entre otras.

Nueve fronteras

Este primer artículo hace un repaso, rápido, por cada uno de los límites y se ampliarían X de ellos. En la próxima edición, el otro domingo, encuentre los faltantes. Lea los recuadros para profundizar.

El primer límite definido es el cambio climático, que son las emisiones de gases de efecto invernadero y su influencia en el calentamiento global. Este es uno de los cuatro que ya se sobrepasó y cuya influencia sobre los demás está comprobada.

El segundo es el agotamiento de la capa de ozono a causa de sustancias, en su mayoría generadas por los humanos, que inciden en su deterioro y adelgazamiento. Esta frontera se ha recuperado y estabilizado en los últimos años. Los cambios en el uso del suelo, el tercero, consiste en la deforestación en bosques, selvas y las afectaciones a otros tipos de ecosistemas a causa de las actividades industriales, agropecuarias y a la contaminación. Ya está también en rojo. El consumo de agua dulce es el cuarto, y aunque no está al límite, sí afecta a muchas poblaciones en donde está escasa el agua o altamente contaminada y se traduce en problemas económicos, sociales y mayor desigualdad.

El quinto límite, ciclo del nitrógeno y del fósforo, también fue sobrepasado y se refiere a los ciclos biogeoquímicos del planeta, sobre todo de estos dos compuestos. El nitrógeno se ha fijado en la atmósfera en niveles preocupantes y el fósforo también ha ingresado a los océanos. La pérdida de biodiversidad es el sexto, y el cuarto que se sobrepasó, y se refiere a la pérdida de especies de fauna y flora y al aumento de las tasas de extinción que amenazan el sistema de soporte vital. En el séptimo lugar está el referente a aerosoles o partículas contaminantes en la atmósfera, del cual no se tiene información cuantitativa definitiva, pero que se relaciona con la calidad del aire y la salud de las personas.

La contaminación química, octavo, tampoco está cuantificado claramente, pero se refiere a nuevas sustancias químicas y organismos biológicos que el ser humano ha creado y que terminaron por afectar los demás sistemas.

Finalmente, la acidificación de los océanos, conocidos por ser colchones contra el CO2 pero que, debido a estos compuestos ácidos, no logran absorber este gas de efecto invernadero y terminan incrementando la contaminación, afectando la vida de los organismos marinos y toda la cadena alimentaria y el calentamiento global. No se ha sobrepasado, pero eso no quiere decir que esté en condiciones óptimas.

Componente social

Son todos límites que, de cruzarse tan solo uno, terminan por afectar a todas las especies vivas sobre la Tierra.

“Ya desde 2009, cuando se definieron las nueve fronteras, se determinó que se debe sumar lo social y, por eso, ellos mismos —los del Centro de Resiliencia de Estocolmo—, se han encargado de ir más allá de lo científico y de tratar de incidir en las políticas públicas, en la toma de decisiones”, añade Álvarez.

Para Germán Poveda, profesor de la Universidad Nacional de Colombia y miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, de no tomar acción, los problemas serán ecológicos, pero también económicos y sociales: “Se deben unir las ciencias naturales con las sociales para definir los ritmos a los cuáles estamos acabando con los recursos y los sistemas de soporte y hay que comparar y confrontar la oferta natural con la demanda, pues ya sabemos que la velocidad en la que estamos consumiendo es insostenible a largo plazo y, de hecho, si cada habitante de la China, donde son 1.411 millones de personas, tuviese el consumo promedio que tienen los habitantes de Estados Unidos, se necesitarían cuatro planetas Tierra”.

A usted lo afecta directamente

Aunque muchos límites planetarios se ven afectados por causas naturales, ya se sabe, de acuerdo con diversos estudios, que en la mayoría hay influencia de la acción humana. Solo el cambio climático ha llevado al planeta a su periodo más cálido en 2.000 años y podría ya ser irreversible al menos durante miles de años, según el nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático, Ipcc.

“Es indiscutible que las actividades del hombre han causado el cambio climático y provocan que los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes y graves, afectando a todas las regiones del planeta”, destacó el presidente del IPCC, Hyesong Lee.

Este límite, el primero que, además, ya se sobrepasó, se considera uno central pues termina afectando en gran medida a los demás. De hecho, a causa de este, los glaciares continentales y de los polos se están y seguirán derritiendo por décadas o siglos, la temperatura seguirá subiendo, la acidificación y desoxigenación de los océanos aumentará y el nivel del mar aumentará entre 28 y 55 centímetros para finales de siglo, predice el informe.

Además, a la fecha ya la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, principal gas de efecto invernadero, supera las 410 partículas por millón, cifra mayor de los últimos dos millones de años y, de seguir así, la temperatura global aumentará 2,7 grados para finales de siglo, cuando la recomendación en el Acuerdo de París fue no aumentar más de 1,5 y máximo 2. Esto conllevaría mayores eventos climáticos extremos, con más frecuencia e intensidad.

¿Es tarde para actuar?

El Ipcc ya ha advertido que, de seguir por el camino que va caminando la humanidad, será catastrófico para el planeta y muy tarde para actuar. “Estabilizar el clima requerirá reducciones fuertes, rápidas y sostenidas”, dijo el copresidente del grupo de expertos, Panmao Zhai. Solo como ejemplo, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero no tendría efectos mayores en la temperatura global sino hasta dentro de dos décadas.

Álvarez se une a esto. Dice que deben ser acciones concretas y transformadoras las que se tomen, y que le corresponden a todos. “Se trata de responsabilidad compartida pero diferenciada. Los que más incidencia tienen son los que más deberían estar hablando y actuando”. Estos límites y toda la información que se ha conseguido a través de ellos debe guiar el desarrollo humano.

Para Poveda, es fundamental un cambio de actitud frente a la naturaleza, analizar las formas de consumo y los comportamientos humanos. “Ya nos dimos cuenta de que este ritmo es insostenible y están desapareciendo muchos sistemas naturales. Debemos replantearnos cómo cumplir los objetivos de desarrollo sostenible y darle más cabida al conocimiento indígena, no solo en la educación sino en la discusión ambiental”.

El hecho de ya haber sobrepasado cuatro fronteras debería prender alarmas, sobre todo porque, en la mayoría, los niveles negativos son causados por las acciones humanas y no por procesos naturales. Los investigadores y expertos han señalado que se debe tomar acción ya, antes de que sea demasiado tarde, y que para ello es necesario renovar los sistemas económicos, energéticos y alimentarios y detener prácticas dañinas como la deforestación o la quema de combustibles fósiles.

Estos son los nueve límites planetarios

1. El cambio climático está aquí:

<b>Foto: Camilo Suárez</b>
Foto: Camilo Suárez

Es llamado por muchos un límite central ya que atraviesa a los demás y, al mismo tiempo, se ve afectado por ellos. Ya el humano lo cruzó y, como determinó el Ipcc, los efectos negativos serán irreversibles, por lo menos, durante milenios. Ocasionado por actividades humanas como la quema de combustibles fósiles y la posterior emisión de gases de efecto invernadero, la deforestación, el debilitamiento de sumideros de carbono, entre otras, han ocasionado una modificación en el balance de la temperatura que no solo causa derretimiento de hielos marinos, sino también fenómenos climáticos más frecuentes e intensos. Como ejemplo, cada grado de aumento de la temperatura, indica el Ipcc, supondría 7 % más precipitaciones en el mundo, lo que se traduce en aumento de tormentas, inundaciones y otros desastres; y las olas de calor podrían multiplicarse hasta por 9,4 con un aumento de 4°C.

2. Capa de ozono:

<b>Foto: Foto Archivo EL COLOMBIANO</b>
Foto: Foto Archivo EL COLOMBIANO

La capa de ozono estratosférico tiene la función, explica Álvarez, de regular o filtrar el ingreso directo de la radiación proveniente del sol que podría ser dañina o peligrosa para la vida en la Tierra. Ya ocurrió que apareció un agujero en la capa en la zona antártica a causa del aumento de concentraciones de sustancias químicas que la agotaron. Afortunadamente, con el Protocolo de Montreal a finales de los 80s, se acordó reducir las emisiones y se logró recuperar la estabilidad de la capa.

3. Cambios en usos de suelo:

<b>Foto: Juan Antionio Sánchez</b>
Foto: Juan Antionio Sánchez

La tierra y los suelos se han percibido por siglos como un bien, un recurso, y se ha explotado para beneficio humano. Bosques, humedales, pastizales, manglares y otros tipos de vegetación y ecosistemas se han convertido en tierras para la industria, la agricultura, la minería, la expansión urbana, la ganadería, y demás actividades humanas. Esto se traduce en reducción y afectación de la biodiversidad de fauna y flora, impactos en los ciclos y flujos de agua, carbono, nitrógeno y fósforo, desertificación, entre otros.

4. Consumo de agua dulce:

<b>Foto: Jaime Pérez</b>
Foto: Jaime Pérez

Este límite está estrechamente relacionado con otros: el cambio climático y el cambio de usos de la tierra, pero se afecta también por presiones o causas humanas. La modificación de los cuerpos de agua, el cambio de flujo de ríos, la contaminación y el calentamiento, entre otros, han ocasionado que, para 2050, se prevea que alrededor de 500 millones de personas sufran de escasez o estrés hídrico.

5. Ciclo del nitrógeno y del fósforo:

<b>Foto: Colprensa</b>
Foto: Colprensa

Estos dos elementos son esenciales para muchos procesos naturales. El fósforo parte como fosfato desde las rocas y llega a los seres vivos, a los vegetales, a los animales y, una vez cumplen el ciclo, vuelven a ser fosfatos. El nitrógeno circula por la atmósfera y los ecosistemas terrestres y marinos y puede afectar procesos clave del ecosistema, como la producción o la descomposición. Como ejemplo, “si sacamos nitrógeno de un punto de la Tierra y lo ponemos en otro, que es lo que pasa con los fertilizantes que caen a las aguas, o si ocurre lo mismo con fósforo, se genera eutrofización, exceso de nutrientes”, problema que no solo afecta la calidad del agua sino que agota con la cantidad de oxígeno de esta, lo consume. Los seres humanos han cambiado este y otros ciclos a causa de actividades industriales, agrícolas, entre otras, y, por eso, este indicador está en rojo, se sobrepasó.

6. Pérdida de la biodiversidad:

<b>Foto: Julio Herrera</b>
Foto: Julio Herrera

Además del cambio climático, la pérdida de la integridad de la biósfera, o pérdida de biodiversidad, es otro de los límites que atraviesa a los otros y se ve, al tiempo, afectado por ellos y es, también, uno que ya se sobrepasó. Se trata de la diversidad genética, referida a genes y especies para ecosistemas resilientes, y la diversidad funcional, que “indica que entre las distintas especies hay interacciones específicas con funciones concretas”, dice Álvarez. La pérdida de cada especie, sea de fauna o flora, termina por afectar todo el funcionamiento del ecosistema. Una evaluación de la Plataforma Intergubernamental de Política Científica sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas realizada en 2019 determinó que 25 % de las plantas y animales evaluados, (de un millón), está en peligro de extinción. Según José Manuel Ochoa Quintero, coordinador del Programa de Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, la extinción masiva generada por el hombre tiene tasas tan altas y rápidas como las extinciones geológicas, naturales, de otras épocas. “Es importante proteger la diversidad por el valor de la vida, pero también por la función de cada especie que, al final, termina por afectar la seguridad y supervivencia del hombre a largo plazo”.

7. Aerosoles y partículas en la atmósfera:

<b>Foto: Julio Herrera</b>
Foto: Julio Herrera

Sustancias suspendidas, gases, aerosoles que interactúan con el vapor de agua, que pueden ocurrir naturalmente, como con la erupción de un volcán que deja dióxido de azufre, o con causas humanas como la combustión, son cargas negativas que no solo afectan la salud humana sino que además modifican el balance de la Tierra, explica Álvarez. Tienen, además, influencia en el ciclo hidrológico, afectando la formación de nubes, en los patrones regionales y globales de circulación atmosférica, y en el clima mismo, logrando cambiar la radiación solar que es absorbida por la atmósfera. Para algunos organismos vivos, como los humanos y otros animales, la inhalación de aire contaminado es causal de enfermedades y de hasta muertes: la Organización Mundial de la Salud estima que siete millones de personas fallecen al año por contaminación atmosférica.

8. Contaminación química:

<b>Foto: AFP</b>
Foto: AFP

Los humanos han creado nuevas sustancias químicas que, aunque no sean negativas en su inicio, al entrar en contacto con cuerpos o sistemas naturales, pueden dañar y ocasionar graves afectaciones ecosistémicas, a la biodiversidad o al efecto invernadero. Emisiones de sustancias tóxicas y contaminantes como orgánicos sintéticos, pesticidas, colorantes, medicinas, materiales radiactivos o metales pesados, entre otros, que aumentan los cambios al ambiente planetario y pueden ser irreversibles o de largo plazo.

9. Acidificación de los océanos:

<b>Foto: Getty</b>
Foto: Getty

Los océanos son un colchón, un amortiguador, para el dióxido de carbono, explica la geóloga marina y geofísica Ángela María Gómez García. Estos reciben el CO2 que se emite a la atmósfera y lo absorben, reduciendo su concentración y disminuyendo el efecto invernadero. Es decir que las aguas del mar han ayudado a que el cambio climático sea menor. “A cambio de esto, el agua del mar se vuelve más ácida porque, al aumentar su concentración de CO2, aumenta su acidez y esto tiene efectos negativos para los ecosistemas oceánicos”, agrega. Se disminuye el pH del agua, la cantidad de iones de carbonato disponibles, se blanquean los corales, algunas algas, mariscos, plancton y demás especies no logran sobrevivir y, en general, toda la dinámica de los ecosistemas oceánicos se ve alterada. Esto puede reducir las poblaciones de peces, por ejemplo.

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