La cultura que se ha creado alrededor de los tatuajes, los tatuados, y aquellos que nunca han tenido una intervención de tinta en su piel, ha abierto un debate sobre si realmente existe el concepto de una “piel virgen”, un término que actualmente se difunde para referirse a aquellos que no tienen una pizca de tinta en su piel.
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Actualmente está la incógnita de si realmente hay alguna diferencia entre las pieles tatuadas y las que no lo están, o si es un concepto meramente cultural. Lo cierto es que en términos dermatológicos no existe el concepto de una piel virginal, y si existiera, estaría más relacionada a una piel que no haya usado ningún tipo de producto, lo cual sería difícil de encontrar, admite la dermatóloga María Fernanda Corrales de la Universidad CES.
“No es un término que usemos nosotros los médicos y como tal, considero que se difunde en otras comunidades como los tatuadores, al referirse a los cambios que podrían ocurrir luego de que la tinta se inyecta en la piel”, agrega la especialista.
El proceso de un tatuaje consiste en perforar la piel varias veces con una máquina que tiene agujas diminutas y que insertan pequeñas gotas de tinta en la capa superior de la piel. Es probable que esto cause un leve sangrado y algo de dolor o hinchazón.
¿Pero realmente hay diferencias significativas entre una piel tatuada y una que no lo está? Según el médico Carlos Eduardo Montealegre, dermatólogo y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, el único cambio esperado ―si el procedimiento se hace bien― es el cambio en el patrón del color de la piel. Por lo demás, con el paso del tiempo, se esperaría que las propiedades de la dermis sigan siendo las mismas. Es decir: los tatuajes no deshidratan la piel o la lesionan con el paso del tiempo, pero sí al momento de hacerlo pasan por un proceso específico.
“Después de hacerse un tatuaje, hay cambios inflamatorios en la piel porque se produce una ruptura de la barrera y debe repararse. Estas rupturas hacen que la piel sea más susceptible a infecciones o cambios cicatrizales, los cuales son raros, pero son los principales riesgos inmediatos. También se producen reacciones alérgicas, y otro tipo de reacciones llamadas granulomatosas o liquenoides. Por último, en algunas personas susceptibles se pueden observar enfermedades de la piel localizadas en el área tatuada, como la psoriasis, el liquen plano o el vitíligo”, informa Montealegre.
María Soledad Aluma Tenorio, cirujana dermatóloga oncóloga de Aurora Clínica Dermatológica Especializada explica que estas enfermedades se pueden desencadenar por el trauma que produce el procedimiento del tatuaje conocido como fenómeno de Köebner.
“Además de la psoriasis, vitíligo, o liquen plano, también generan lupus y algunos tipos de pénfigo”, explica la dermatóloga María Soledad.
Todo esto significa que la piel tatuada y la “virginal” cumplen las mismas funciones biológicas esenciales, como la protección contra agentes externos y la regulación de la temperatura corporal y desde un punto de vista funcional, no hay diferencias significativas entre ambas, pero tatuarse significa aumentar la probabilidad de riesgo de ciertas enfermedades.
Es así como el concepto de “la piel virginal” se convierte en un término meramente cultural que las personas emplean cuando ven una piel que no tiene ningún tatuaje.
Diferencias sutiles
Si bien no hay cambios significativos entre las pieles tatuadas y no tatuadas, en las primeras hay distinciones que pueden pasar como imperceptibles como lo son los cambios morfológicos a causa del proceso de cicatrización.
“Se pueden percibir cambios en el engrosamiento, diferencias en la textura de la piel si la cantidad de tinta es muy abundante y también puede haber otros cambios, que pueden ser no tan naturales en la piel, ya que el sistema inmunológico está atacando estas sustancias extrañas y esto, si se complica, podría generar enfermedades”.
Esto no quiere decir que todas las personas tatuadas desarrollarán enfermedades, pero existen casos específicos en los que por tener agujas contaminadas pueden entrar virus o bacterias al interior de la piel, generando una reacción”.
“También se ha visto que las tintas rojas tienen algunos componentes que el cuerpo no reconoce y puede generar reacciones, y lo otro, es que activa enfermedades autoinmunes y genera lo que se conoce como sarcoidosis cutánea o pseudolinfomas que significa que el cuerpo comienza a generar muchísimas células de defensa y puede ocasionar una inflamación marcada que deforme el tatuaje”, indica la dermatóloga María Fernanda.
¿Qué personas no deberían tatuarse?
Las personas a las que se les recomienda no tatuarse son aquellas que tienen enfermedades que disminuyan sus defensas, como dice el dermatólogo Montealegre: “Aquellos que están trasplantados o que tienen enfermedades autoinmunes o VIH activo al tener un mayor riesgo de padecer infecciones”.
María Soledad Aluma Tenorio agrega que sin una adecuada asepsia puede haber infecciones por hongos e incluso adquirir enfermedades como hepatitis B y hepatitis C.
Tampoco es recomendable que se tatúen personas con riesgos o antecedentes de cáncer de piel, ya que el tatuaje puede dificultar la detección temprana de nuevas lesiones malignas o recidivas (de recaída).
“Por tal motivo, no se recomienda en pacientes que cuenten con más de 60 lunares o que tengan una historia de melanoma. Pacientes con síndrome de nevus displásicos o atípicos, pelirrojos o personas con condiciones genéticas que favorezcan la aparición de un cáncer de piel”, finaliza María Soledad.
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Por último, no se recomienda que las personas que cicatrizan en queloide (las cicatrices que son engrosadas y elevadas) se tatúen y tampoco, según los expertos, que los niños (porque aún no tienen la madurez para decidir) y las embarazadas (al correr el riesgo de transmitirle una infección a sus bebés) lo hagan.
Las mejores regiones del cuerpo para tatuarse
Cualquier parte del cuerpo es apta para un tatuaje, pero desde una visión médica, es importante que la persona no se tatúe sobre un lunar, ya que estos podrían más adelante presentar problemas y es difícil hacerles una valoración médica.
Por otra parte, existen tatuajes que cumplen funciones terapéuticas como por ejemplo en el caso de las mastectomías, donde se puede tatuar la aureola y el pezón para contribuir al proceso estético y recuperación de las pacientes.
También se usan en personas que pierden sus cejas ―sea por una alopecia u otro factor― y para quienes hayan perdido una uña tras un accidente. Estas regiones del cuerpo pueden transformarse a través del tatuaje y así aumentar la autoestima y la sensación de normalidad en las personas.
Por último, sí existen regiones del cuerpo que son más delicadas como la zona del cuello, puntualiza la dermatóloga María Fernanda, ya que allí hay venas que son vitales. Sin embargo, el resultado dependerá mucho del cuidado y la técnica del tatuador, por eso se recomienda visitar uno de confianza.
“Para finalizar quiero hablar de la tendencia de tatuarse los globos oculares, una acción muy peligrosa que puede causar ceguera e infecciones en los ojos. Ningún médico recomienda esta técnica”.
Aunque existen mitos detrás de los tatuajes, lo cierto es que todo depende de las prácticas seguras y de los gustos de cada persona. Las diferencias entre las pieles tatuadas y las no tatuadas en términos de composición celular y respuesta a ciertos tratamientos son imperceptibles y no afectan la función o la salud de la piel.
La idea de la “piel virgen” es más un constructo cultural que una realidad biológica. Lo que realmente importa es cómo la piel contribuye a la imagen personal y aumenta el amor propio, ya sea que esté tatuada o no.