viernes
3 y 2
3 y 2
La biopsia es una de las pruebas más antiguas para diagnosticar enfermedades y, al mismo tiempo, una de las más confiables para determinar diversas patologías, entre estas el cáncer. ¿Por qué es tan importante?
Porque es, como lo explica el patólogo oncólogo, Gabriel Varela Aguirre, “la prueba de oro para el diagnóstico de muchas enfermedades. La mayoría de cánceres, por ejemplo, se diagnostican a través del estudio de tipo histológico”.
El especialista, quien trabaja analizando muestras en el Hospital Pablo Tobón Uribe, San Vicente Fundación de Rionegro y Clínica Aurora, dice que se trata de un procedimiento muy común. “Biopsia no es igual a cáncer. Se trata de obtener una muestra de un tejido de un ser vivo y evaluarla en el laboratorio de patología”.
Las biopsias pertenecen a una disciplina de la medicina que se llama anatomía patológica que busca explicar a través del estudio de las células cómo se comportan las enfermedades.
“Se toma un fragmento pequeño de tejido para que el patólogo lo estudie. Se procesa en diferentes equipos, cuidando que no se descomponga ni se degrade”, dice la patóloga Carolina Echeverri Jaramillo, directora científica de patología del laboratorio de la Clínica Las Américas, quien apunta que las biopsias que analiza, con un equipo que incluye también histotecnólogos (personas que preparan las muestras), llegan después de que un médico ha determinado, según los síntomas u otros indicadores, la conveniencia de analizar una parte del tejido de un órgano para determinar si, por ejemplo, una masa tumoral es benigna o maligna.
“Nosotros hacemos una evaluación metódica y damos unas características para que el médico tratante defina qué hacer. Cuál es el tipo histológico, cuánto mide, si invade o no los vasos sanguíneos, etcétera”, señala.
Estas evaluaciones se hacen fijando el tejido por medio de diferentes químicos, como el formol y aplicando coloraciones que, cuando las personas especialistas en patología las observan en el laboratorio, les permiten realizar clasificaciones y dar resultados que serán la guía para el equipo de médicos tratantes del paciente.
Los primeros diagnósticos realizados a través de esta técnica datan del siglo XVIII, pero esta se consagra como “el elemento definidor del diagnóstico” hacia el siglo XIX, cuando el médico alemán Virchow explicó que las enfermedades surgen de forma primaria en las células individuales, según relaciona un artículo de investigación realizado en 2017 por Patricia López Correa y Jaime Casasbuenas Ayala.
De acuerdo con Varela Aguirre, las biopsias pueden clasificarse en dos tipos: incisional, cuando solo se analiza una parte del tejido, y escisional, cuando se analiza toda la lesión o masa.
“La complejidad depende de la localización de la lesión, de la cantidad de muestra que se vaya a extraer y de la sospecha clínica que tenga el médico al momento de solicitar el procedimiento. No es lo mismo una biopsia gástrica que una en el sistema nervioso central, en el cerebro”, apunta el patólogo oncólogo.
La confiabilidad de los resultados obtenidos en el laboratorio también depende de diversos factores.
“Hay casos que son fáciles y cuando uno mira en el microscopio se tiene el diagnóstico. Hay otros que son muy difíciles por motivos como la cantidad de tejido que se extrajo o por la misma naturaleza del tumor, que hace que sea difícil clasificarlo”, menciona Echeverri Jaramillo.
Ante la dificultad del diagnóstico, los especialistas tienen opciones como hacer otros estudios o, si es el caso, ordenar otra muestra. En todo caso, sin la práctica de la biopsia no se podría definir con certeza si una persona con cáncer debe recibir ciertos medicamentos, necesita radioterapia o quimioterapia, o si requiere un quirófano.
Tales razones hacen que este procedimiento de diagnóstico, que ya tiene más de un siglo de existencia, se siga considerando la prueba de oro para detectar el cáncer