Una nueva paleta de colores para la Tierra
La misión Plankton, Aerosol, Cloud, ocean Ecosystem (PACE) se lanzó en 2024 con el objetivo de estudiar la salud oceánica. Sin embargo, su instrumento principal, el Ocean Color Instrument (OCI), demostró ser igual de eficaz para observar la Tierra. Así que gracias a su capacidad hiperespectral, PACE no solo detecta la clorofila, como lo hacían sensores previos, sino también pigmentos como antocianinas y carotenoides, esenciales para comprender cómo las plantas responden al estrés ambiental.
La visualización publicada en junio de 2025 por el Centro Goddard de la Nasa mostró cómo estos pigmentos pintan el planeta: el verde de la clorofila, el magenta de las antocianinas y el cian de los carotenoides marcan la vida vegetal en movimiento a lo largo de las estaciones. “La Tierra es asombrosa. Es una lección de humildad poder ver la vida latiendo en colores por todo el planeta”, señaló Morgaine McKibben, jefa de aplicaciones de la misión.
En zonas como la tundra o los bosques tropicales, los datos revelan variaciones sutiles, mientras que en regiones agrícolas se observan picos y caídas asociados a lluvias, sequías o temperaturas extremas. Para los investigadores, este nivel de detalle equivale a escuchar cómo respira la vegetación en tiempo real.
Ciencia y utilidad práctica
Los científicos compararon la información satelital con registros de 47 torres de flujo de carbono en Estados Unidos y los resultados confirmaron que PACE puede estimar con alta precisión la productividad primaria bruta de los ecosistemas: un índice basado solo en clorofila explicó el 66 % de la variación observada, mientras que un modelo hiperespectral elevó la correspondencia al 74 %. Ajustado por regiones ecológicas, el margen de precisión alcanzó hasta un 86 %.
La utilidad de estos datos trasciende la ciencia. Los administradores de tierras y agricultores podrían recibir advertencias más tempranas sobre cultivos en riesgo, lo que permitiría responder con rapidez a olas de calor, heladas o falta de agua. “Con los datos de PACE es como si estuviéramos contemplando un mundo de color completamente nuevo”, resumió Fred Huemmrich, investigador de la Universidad de Maryland y autor principal del estudio.
La misión también representa un puente con el legado de satélites como Landsat o MODIS, que abrieron el camino para el monitoreo ambiental desde el espacio. Ahora, con mayor resolución espectral y una cobertura casi diaria, PACE ofrece una visión global que puede apoyar tanto la conservación de ecosistemas como la seguridad alimentaria.
El reto inmediato será afinar los algoritmos para distintos tipos de vegetación y ampliar la resolución espacial.