Entre los más de 190 satélites naturales girando alrededor de los ocho planetas del Sistema Solar, tal vez el más grande es Titán, la luna del gigante Saturno. También es la única con una presión atmosférica 1,5 veces superior a la de la Tierra.
Ahí no terminan sus particularidades. De todos estos mundos por explorar, sin contar los más de 700.000 asteroides y más de 3.500 cometas, Titán es el único que –como la Tierra– tiene líquidos en forma de ríos, lagos y mares en sus superficie.
Esto se sabe porque hay sondas robóticas que han visitado algunos de estos lugares como la Cassini–Huygens, que después de 13 años de descubrimientos finalizó su misión sumergiéndose en la atmósfera de Saturno en 2017.
Desde que Cassini llegó al planeta de los anillos en 2004 se dedicó a enviar más de 600 GB de datos sobre el planeta y sus lunas: descubrió seis más. Sus instrumentos científicos tomaron muestras que han ayudado a entender, por ejemplo, que la pequeña helada Encélado alberga un océano debajo de su superficie, al igual que el satélite Europa de Júpiter. Esto las hace candidatas para alojar más que superficies o profundidades infértiles.
“Buscar el agua líquida es la prioridad de la astrobiología porque según lo que sabemos de la vida en este momento se necesita agua líquida para que esta se desarrolle, pero también se necesitan algunos elementos básicos como Carbono, Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno y Azufre. Al combinarlos bajo condiciones básicas podrían formar moléculas orgánicas”, dice Andrés Ruiz, biólogo de la Universidad de Antioquia y coordinador del grupo de astrobiología que se reúne en el Planetario de Medellín.
Un nuevo viaje
Hoy los astrónomos saben que la combinación de estos elementos en la Tierra primitiva dieron origen a la variedad de moléculas orgánicas, que en conjunto con el agua fueron base fundamental para que emergiera la vida.
Hay gran interés por entenderlas y buscarlas. Esta semana la Nasa anunció su nueva misión a Titán, la luna más grande de Saturno. “Aunque sus condiciones son diferentes a las de nuestro planeta, allá se están formando moléculas orgánicas de la Tierra primitiva”, agrega Ruiz.
En un comunicado de la agencia espacial norteamericana se relata que es la primera vez que se enviará a un dron helicóptero de ocho rotores a la luna helada de Saturno. Este robot se lanzará en 2026 y llegará en 2034 y si no hay inconvenientes se espera explore 173 kilómetros.
David Tovar, científico planetario, geólogo de la Universidad Nacional vinculado al Servicio Geológico Colombiano en la investigación de cráteres de impacto en el país, cuenta que este se impulsará con una planta de energía de radioisótopos –las mismas de la sonda Voyager 1 que también fue lanzada en 1977 y en el 2011 ya había sobrepasado los bordes del Sistema Solar–.
De noche se cargará y en el día se espera explore hasta 175 kilómetros de Titán en 2,7 años, “en algunos casos saltando como un conejo en una serie de vuelos de hasta 8 kilómetros”, en búsqueda de procesos químicos comunes tanto en Titán como en la Tierra.
Los bloques de la vida
En las lunas podrían estar sucediendo procesos planetarios que dan origen a los elementos y a la química básica para que surja la vida.
Sus condiciones son interesantes. Ellas guardan muchos secretos. Titán es la única luna con una atmósfera gruesa de metano –gas de un solo carbono–, que crea descargas eléctricas. Aunque no producidas por las nubes de agua como sucede en la Tierra, sino por las líneas del campo magnético de que le llegan de Júpiter. Tal vez, dice Ruiz, “permitiendo que se fusionen estos átomos y se den las condiciones para que se sinteticen moléculas orgánicas”.
Son tres las lunas que despiertan gran interés en los astrobiólogos: Encélado, Titán y Europa, la del otro gigante gaseoso, Júpiter. Sobre Europa recientemente se supo contiene cloruro de sodio (NaCl), sal de la que usted usa en su comida. Los científicos planetarios aseguran que los océanos de Europa son hidrotérmicamente activos, lo que indicaría que tendrían actividad volcánica. Esto desafía la comprensión actual de la composición geológica de este satélite natural y es inevitable compararse con una teoría que surgió en 1977 desde la Institución Oceanográfica de Woods Hole y es ampliamente aceptada que sugiere que la vida se formó cerca de respiraderos hidrotermales del fondo del océano.