Celebramos la Semana Santa haciendo memoria de todo lo que se vivió con la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús. Acontecimiento salvífico para la humanidad, que debemos vivir en comunidad. En el día a día nosotros debemos configurarnos con la propuesta de Jesús para vivirlo en cada circunstancia de la vida.
Cada uno debe ser testigo de esta propuesta, como elemento clave de humanización de nuestra existencia. Debemos aprender de la entrega incondicional de Jesús, sin aplausos, trofeos u otras banalidades. De Jesús tenemos que aprender a servir, como lo hizo cuando lavó los pies a sus discípulos.
Si servimos la vida tiene sentido. Debemos aprender a servir desde la propuesta del amor de Jesús, sin esperar nada a cambio, ejercicio tan necesario hoy para el mundo. Jesús sigue siendo un referente para la humanidad, incluso para los no creyentes. Él desde su antropología y capacidad de trascendencia nos enseña que el ser humano es integral. La opción para creyentes o no es por el desvalido, el vulnerable, los sin tierra, los sin voz (...) Entre todos podemos hacer más llevadera esta existencia que compleja. La vida no puede pasar en blanco, hay que apostarle al servicio a favor de la humanidad.
