Es muy valioso que, desde su posición, el Papa Francisco fijara unos criterios y una reflexión crítica frente a lo que deben ser en la sociedad moderna el uso del petróleo, la protección de los recursos naturales y la búsqueda de mayor eficiencia y racionalidad en el empleo de los mismos.
Lo es porque además es una postura fiel en la posición de un Papa que representa a San Francisco de Asís. Es tan positivo e inquietante que ya ha generado reacciones de distinta índole en Estados Unidos, algunas contrarias, de sectores habitualmente cercanos a la posición del Papa.
Esto significa que la encíclica tuvo relevancia frente a algo que ya se sabe y frente a lo que se avanza a pasos muy lentos: el cambio climático.
Resultó muy interesante, además, que el Papa agregara al texto puntos de vista científicos, hoy en día muy aceptados, pero que citados por él ganan mayor fuerza discursiva y política. Desde lo simbólico, el mensaje del Papa tiene gran valor, porque él es una figura incluso política que puede mover conciencias y sociedades en la dirección que estamos lejos de alcanzar, incluso si se logran resultados positivos en la próxima cumbre sobre el clima en París, por lo que viene para el planeta y la responsabilidad que implica para Estados y sociedades .
