19 personas murieron y siete resultaron heridas (en total, fueron 23 las víctimas mortales) en el que se recuerda como uno de los actos terroristas que más conmoción causó en Medellín. La mayoría de sus víctimas eran estudiantes de prestigiosos colegios y universidades e hijos de comerciantes antioqueños.
Según los informes médicos, cada uno de los cadáveres presentaba, como mínimo, ocho impactos de bala de pistolas nueve milímetros.
Algunas versiones señalan que los asesinos fueron enviados por Pablo Escobar. Sin embargo, un informe entregado a la Comisión Interamericana de Derechos humanos en 1992, por el extinto Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, le atribuyó la masacre a un grupo armado que inicialmente estaba adscrito a la Alcaldía de Envigado, y tenía la financiación del cartel de Medellín.
La masacre de Oporto no fue el único hecho violento que sucedió ese fin de semana: en el barrio Manrique un grupo de ocho individuos ingresó a la terraza de una casa y asesinó a cinco personas. En Enciso, los ocupantes de un carro mataron a cuatro personas. Además, en el que fue denominado por los medios de comunicación como “el fin de semana negro”, se presentaron otros ataques sicariales que sumados dejaron un total de 63 personas muertas.