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Preocupante parón educativo
Es alarmante que muchos niños y jóvenes no vayan a volver a sus lugares de estudio como consecuencia de los cierres y del deterioro de los ingresos familiares por la pandemia.
El año 2020 fue prácticamente un año perdido para la educación en todo el mundo y 2021 comenzó con retos similares, pues el mes de enero coincidió con el pico de una segunda ola del Covid-19, que llevó a un endurecimiento de las restricciones para encararla. Las cifras actualizadas por la Unicef de los cierres de las escuelas por la pandemia en 200 países (Covid-19 and school closures. One year of Education Disruption), muestran la preocupante situación para el aprendizaje de los niños y jóvenes, como consecuencia de la interrupción de la enseñanza presencial.
Según las cifras del estudio, las escuelas en promedio cerraron 95 días de enseñanza que corresponden a cerca de la mitad del tiempo esperado para ella. En determinadas regiones del planeta este tema es más grave, sobre todo en aquellas que conforman el grupo de las economías emergentes. De hecho, América Latina y el Caribe es la región más afectada con 158 días de cierre total de las escuelas. Seguida de los países del sur de Asia, 146 días. Es más, de los 20 países con cierres más largos, la mitad son latinoamericanos.
Los cierres de las escuelas afectan a millones de estudiantes y sus familias. En términos generales, 214 millones de estudiantes desde el nivel preescolar a la educación secundaria superior, en 20 países perdieron al menos tres cuartos de la instrucción en clase. De esos 214 millones, 168 millones en 14 países perdieron casi toda la instrucción en salón de clase.
No se trata simplemente de que millones de niños y jóvenes perdieron el año y lo deben reforzar, como se dice coloquialmente. Para esa generación, los cierres de las escuelas pueden tener consecuencias de largo plazo por desescolarización, pérdida de habilidades y desmotivación.
Es alarmante que muchos niños y jóvenes no vayan a volver a sus lugares de estudio como consecuencia de los cierres y del deterioro de los ingresos familiares por la pandemia. No van a tener las habilidades y calificaciones necesarias para participar en la fuerza laboral y van a requerir esfuerzos importantes para no quedar condenados al desempleo juvenil, la marginalidad y la pobreza.
Muchos países adecuaron plataformas tecnológicas para la llegada masiva de estudiantes a la educación virtual y el alcance de su esfuerzo determina la magnitud de la pérdida aprendizaje. Los educadores y los padres adoptaron nuevos entornos y herramientas de aprendizaje; sin embargo, eso no fue suficiente para suplir la presencialidad.
Sin olvidar que el estudio encuentra que países con un alto número de cierres de escuela tienen baja conectividad. Los estudiantes que no tienen conexión a la red están perdiendo la instrucción presencial y la oportunidad de aprender con tecnologías de internet. Con el alto riesgo de que puedan quedarse atrasados en su educación.
La OECD (2020) da otro dato relevante asociado a los cierres de escuela, por esa razón algunos estudiantes pueden perder sus habilidades académicas básicas por su falta de práctica y presentar dificultades para engancharse de nuevo en actividades de educación, la desmotivación también se instala.
Las pérdidas de aprendizaje pueden ocasionar la reducción de los ingresos futuros de los estudiantes que actualmente asisten a la escuela. El reto es evitar que las desigualdades existentes se agraven por la secuelas de la pandemia. Se podría tomar la oportunidad para crear sistemas educativos en que se reinvente el aprendizaje para equipar a los estudiantes con las habilidades (cognitivas, creativas, sociales) para navegar en el futuro
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