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Petro con Proantioquia

Al final el presidente y los empresarios piensan lo mismo: producir más, de una mejor manera y más sostenible, para llevar más beneficios a la sociedad, según los discursos que se escucharon”.

La visita del presidente Gustavo Petro a Medellín para reunirse con Proantioquia es tal vez uno de los gestos más importantes de parte del mandatario con la ciudad en general, y en particular con los miembros más representativos del empresariado antioqueño afiliados a esta entidad que durante 50 años ha hecho grandes contribuciones al departamento.

El presidente Petro tuvo a mano buenas razones para excusar su presencia. El tremendo aguacero que cayó sobre Medellín poco antes de que su avión despegara de Bogotá, por ejemplo; como también, la cita que debía cumplir a las 5 de la tarde en la Plaza de Armas en Bogotá para presentar la reforma laboral, que es una de las banderas dentro de la maratón de reformas para “el cambio” que está proponiendo. A pesar de todas esas adversidades Petro aterrizó y llegó hasta el corazón de la ciudad, al Museo de Antioquia, y les cumplió a los empresarios. Quienes –también hay que decir– de manera estoica lo esperaron durante casi dos horas. Cada uno puso de su parte.

Tuvo una importante carga simbólica la no asistencia del alcalde de Medellín, Daniel Quintero. Se ratifica así, primero, la ruptura que existe entre Quintero y el empresariado de la ciudad. Pero también, es una suerte de mensaje del presidente Petro en el sentido de que está por encima de las animadversiones y ataques que Quintero les ha lanzado a los empresarios, y los reconoce como interlocutores.

Ahí, en lo que dijeron unos y otros en sus discursos, está otro punto interesante de esta cita, que como se contó se dio bajo el amparo del imponente mural de Pedro Nel Gómez, La República, obra repleta a su vez de mensajes políticos, históricos, económicos y sociales.

La línea del diálogo que propuso Proantioquia se puede resumir en una frase del discurso de Jorge Mario Velásquez, presidente de la junta: “No existe contraposición alguna entre el progreso social y el éxito de las empresas”. Tanto él como María Bibiana Botero, presidenta ejecutiva de Proantioquia, se encargaron de mostrar cómo el desarrollo de las empresas antioqueñas se ha dado de la mano de un importante componente social. De hecho, entre el público había una significativa representación de personas firmantes de los acuerdos de paz, de jóvenes que han demostrado liderazgo, de mujeres emprendedoras, de profesores, entre otros. Ambos, Velásquez y Botero, reiteraron las intenciones que tenían los empresarios antioqueños de tender puentes con el gobierno Petro.

Ninguno se refirió a temas de coyuntura que podían generar polémica o críticas como las reformas a la salud, pensional y laboral que actualmente promueve el Gobierno, ni a las medidas puntuales que ha tomado en los sectores de infraestructura o energía, todas reformas que afectan los negocios de los empresarios allí representados. El espíritu, en ambos lados, era de construcción de confianza. El evento tuvo un tono conciliador, por decir lo menos.

“El diálogo está abierto”, dijo el presidente Petro apenas tomó la palabra. En su expresión se le notó calmado, e incluso, hizo una referencia a Hernán Echavarria Olózoga, a quien citó refiriéndose a él como “mi amigo”.

El resto de su discurso habló de lo que él plantea como su propuesta de desarrollo: la industrialización, con base en energías limpias y conocimiento, y -en un fragmento que se volvió viral– dio el apelativo de incompletos a los acuerdos de paz de Santos por no haber tocado “el modelo económico”.

Si alguien se quedó solo con esa frase viral fuera de contexto, puede pensar que Petro decidió “parárseles en la raya” a los empresarios paisas. Pero no fue así. Incluso fue al contrario: si alguien hiciera el ejercicio de cruzar los dos discursos, el de Petro y los de Proantioquia, podría decirse que con unas dosis de más o de menos, al final el presidente y los empresarios piensan lo mismo: producir más, de una mejor manera y más sostenible, para llevar más beneficios a la sociedad. Petro fue enfático en decir: mi propuesta no es la del “socialismo”, propongo la industrialización porque no se completó nunca y esto se debe hacer de la mano de los empresarios y el Estado.

Los énfasis que hacía el presidente, incluso la frialdad que se sentía en la sala entre unos y otros, podrían llevar a pensar que ambos están en orillas opuestas. Tal vez la historia reciente de desencuentros de uno y otro lado sea la razón de ello. Pero más allá de los giros de la retórica, muchas cosas de las que el presidente llama “cambio”, al menos en su discurso en el Museo de Antioquia, es evidente que puede hacerlas de la mano de un empresariado como el antioqueño, agrupado en Proantioquia, que ha demostrado como pocos su compromiso con el desarrollo social y con el medio ambiente .

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