Como hemos estado rodeados de agua pensamos que nunca va a faltar y poco se cuida el recurso para situaciones extremas, como la del actual fenómeno de El Niño. Bien dice el refrán popular que lo que nada nos cuesta, volvámoslo fiesta.
Con al menos tres meses más por delante de condiciones secas por la continuidad del fenómeno, según los estudios del Ideam y de la Administración de los Océanos y la Atmósfera de Estados Unidos, el panorama es inquietante, incluso para ciudades grandes con un recurso bien planificado, como Medellín.
La ciudad está al borde del racionamiento, toda una paradoja en un medio húmedo.
Colombia, según el Estudio Nacional del Agua 2014, tiene un rendimiento hídrico seis veces mayor al promedio mundial y casi tres veces el latinoamericano. Un recurso que, sin embargo, no está distribuido de manera uniforme por todo el territorio.
Antioquia cuenta con 10.529 kilómetros de corrientes de agua, con una oferta de 126 millones de metros cúbicos, si bien la mayoría está en la poco poblada cuenca del Atrato. Parece mucho pero no, no lo es.
Gran parte de las fuentes posee algún grado de contaminación, una carga a la que el sector residencial aporta el 70 %. Tal es la situación que para sanear el río Medellín (Aburrá) a su paso por la región metropolitana, se requerirían cinco ríos de igual tamaño y caudal.
De la oferta total, en condiciones normales está disponible la mitad, 60.600 millones de metros cúbicos, pero en año seco se reduce hasta 28,7 millones o menos. Es suficiente para suplir la demanda, mas por la calidad se reduce a casi 16,3 millones de metros cúbicos. Si a eso se suma el desperdicio, tarde que temprano el clima pasa factura como lo hace hoy.
Un reporte del Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia había mostrado que en el Aburrá 38,2 % del agua no está contabilizada, es decir, que se trata de contrabando o de fugas. Un porcentaje muy alto.
Empresas Públicas de Medellín acaba de informar que el ahorro de agua ha sido muy poco (2 %) frente al intenso verano, y por eso la zona metropolitana podría sufrir racionamiento en próximas semanas.
No es juego: o se ahorra el 10 % del consumo corriente o habrá que racionar, con los contratiempos que conlleva para toda la población.
Las pequeñas fuentes que surten algunos sectores de la ciudad están muy secas y la amenaza llega a los grandes embalses de Riogrande y La Fe, que aunque parecen con buen volumen, su contenido útil se ha reducido de manera dramática: solo está llegando el 30 % del agua que normalmente captan.
Es una situación que hacía lustros no vivíamos y que pone de presente no solo la fragilidad de los que parecen inmensos e infinitos recursos, sino el descuido en su uso (avalado por los indicadores descritos). Y que nos recuerda que cada vez queda menos agua disponible para usar, que es necesario, pasado este fenómeno, intensificar las campañas para no desperdiciarla y demandar de los entes municipales la protección necesaria para que cuencas y microcuencas se conserven en buen estado, reduciendo al mínimo la deforestación que tanto incide en la pérdida de agua.
El llamado es a ser responsables, cívicos, a ayudar para que no vengan días amargos de sed, acción que debe extenderse al uso racional de la energía, que también sufre los embates de la actual sequía.