Medellín es una ciudad que se destaca en el ámbito de la Ciencia, Tecnología e Innovación (CT&I) por tener una investigación robusta en varios ámbitos de la ciencia (especialmente en ciencias médicas, biotecnología, y en tecnologías convergentes como lo muestra varios de los proyectos de covid-19 de Minciencia), por tener un número importante de universidades que cuentan con grupos de investigación bien ranqueados, con un par de características destacables: hasta ahora, se conectan con el entorno a través de un fuerte comité Universidad, Empresa y Estado, y se coordinan entre sí a través de una muy dinámica organización que las reúne. Medellín cuenta además con Ruta N que, si no es anulada por la clientelización política en la administración municipal, fue concebida para ser el centro de innovación para promover el desarrollo de negocios basados en nuevas tecnologías.
Lo cierto es que, si se toma literalmente el concepto de Distrito de CT&I tal y como se concibe en el mundo, efectivamente está referido desde la década pasada a un modelo emergente espacial de innovación, donde geográficamente se conectan instituciones de CT&I y las nuevas empresas de alto desarrollo tecnológico; y esto, observando el ejemplo de muchos países, es importante para el desarrollo económico y la innovación, y genera potencialidades de expansión y florecimiento en múltiples sectores.
En el caso colombiano esa figura como tal no existe ni está tipificada en las normas que rigen los Distritos. El Acto Legislativo recién aprobado en el Congreso, que fue iniciativa del Centro Democrático, requerirá de leyes posteriores y normas reglamentarias para acoplarlo a una nueva realidad jurídica, constitucional y administrativa, de enorme complejidad, y en la cual pueden quedar resquicios que, mal llenados por maniobras de tipo politiquero o clientelista, se aproveche para mayor burocratización y no para cumplir el cometido que animó su creación como Distrito.
Algunos analistas –especial interés tiene el estudio preparado por expertos para Medellín Cómo Vamos– han expresado serias dudas sobre el impacto fiscal que podría tener el nuevo régimen de Distrito, pues muestran mayores costos burocráticos, se perderían recursos de la Nación, entre otros.
Fortalecer a Medellín como ciudad de CT&I no requeriría de esa figura si lo que va a suceder es que le reste recursos por la nueva naturaleza legal y las complejidades propias de las normas especiales para los distritos.
Lo que necesita Medellín, por el contrario, es recursos nuevos y frescos para adelantar primero un plan de choque de mediano plazo para profundizar y ampliar la formación de alto nivel en áreas del conocimiento asociadas a las Tecnologías convergentes e Industria 4.0, pues es el recurso más escaso en la ciudad y que ha limitado la posibilidad de grandes inversiones en CT&I.
Segundo, un plan con las universidades para la promoción de todo un proyecto de investigación de largo alcance, acompañado de emprendimientos e incubadoras de base tecnológica combinado con una importante inyección de recursos para el fortalecimiento de los laboratorios científicos de la ciudad y de Ruta N.
Y, por último, la pandemia ha puesto de manifiesto la importancia y necesidad del trabajo colaborativo, por lo que el esquema institucional de la ciudad de Universidad, Empresa y Estado que tanto fastidia al actual alcalde, hay que fortalecerlo, en definitiva, para que promueva y lidere con o sin figura de Distrito, todos estos objetivos de largo alcance