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La epopeya de los libros en Antioquia

En extremos lugares a los que Petro insiste en que quiere llevar un médico, hace rato en Antioquia llega la Fundación Secretos para Contar, apoyada por empresarios, para llevar conocimiento, afecto, oportunidades, magia, en una biblioteca.

12 de junio de 2024
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  • La epopeya de los libros en Antioquia

En tiempos como estos en los que algunos políticos parecen estar convencidos de que patear a los empresarios y culparlos de todos los males es rentable, de repente se dan noticias ante las que vale la pena hacer un alto en el camino para subrayar que a los empresarios de este país no solo hay que agradecerles por lo de siempre –crear empleos, garantizar ingresos a cientos de miles de familias y pagar impuestos para que el Estado funcione–, sino que también se merecen, de vez en cuando, que como ahora nos pongamos de pie y aplaudamos por los 20 años de una de las más bellas obras de responsabilidad social en Antioquia.

Estamos hablando de la Fundación Secretos para Contar, un programa que ha hecho tanto o más que el Ministerio de Educación o la Secretaría para promover la lectura y sobre todo la comprensión de lectura entre las familias que habitan lo que se llama la ruralidad dispersa en Antioquia.

Lo que ha hecho “Secretos” bien podría catalogarse como una epopeya. Como las que solían emprender los pioneros de la colonización antioqueña, esta vez, la gran epopeya de los libros y la lectura. Durante estos 20 años han recorrido el departamento, palmo a palmo, para llevarles a cada una de las familias de todas y cada una de las 4.200 veredas del departamento el regalo y la magia del conocimiento.

Y no lo han hecho una única vez, desde 2004, Secretos para Contar ha recorrido nueve veces toda la superficie de Antioquia para entregar en sus propias manos a cada familia su paquete de libros y de esa manera les han ayudado 210.000 familias campesinas a construir su propia biblioteca con 27 títulos que cubren desde temáticas de uso práctico como las plantas medicinales, consejos de agricultura o una guía para la salud, pasando por ideas de cómo resolver conflictos, hasta relatos y cuentos de la tierra.

La logística es monumental: los jóvenes facilitadores de lectura se demoran dos años recorriendo las 4.200 escuelas (hay una por vereda), a una de ellas, en Urrao, les toma tres días llegar desde cuando salen del pueblo. Cada año y medio, comienzan una nueva ronda y llevan, escuela por escuela, los tres libros nuevos que publican, y los entregan a cada familia. Los libros de “Secretos” se han vuelto tan queridos y tan famosos en la Antioquia profunda que incluso quienes no tienen niños en la escuela van al evento de entrega y ruegan porque no quieren que se les ‘descomplete’ la colección.

El impacto en estos 20 años lo han medido. Calculan que el hábito de la lectura aumentó de 24% a 78% entre diario y semanal y la acogida es tal que cuando les preguntan a los campesinos de Antioquia que cuales son los libros que más recuerdan, 19 de la colección de Secretos para Contar aparecen entre los 25 primeros: ‘Del campo a la mesa’, ‘Con los pelos de punta’ y ‘Los secretos de la huerta’ compiten por los primeros lugares con la Biblia y con Nacho lee.

No es el libro por el libro. Los elaboran de la mano de los mejores expertos en cada materia. Las ilustraciones se las encargan a dedicados diseñadores. El papel y la tipografía son de alta calidad. Antes de distribuirlos, ofrecen talleres a los 12.000 maestros rurales para orientarlos en cómo sería el mejor uso de los textos. Con ellos le mandan a cada familia una invitación timbrada para que asista a la fiesta de la entrega del libro en su vereda. Allí convocan a promociones de lectura, en las cuales se reúnen sobre la hierba, en medio del silencio de la montaña, para leer en voz alta y conversar sobre lo leído. Ni los del Hay Festival se habrían imaginado 4.200 escenarios tan espectaculares como estos para festejar los libros y la palabra.

Además reparten gafas para quienes tienen dificultad para leer de cerca, diccionarios para que no se pierdan en las palabras raras y juegan también al trueque de semillas entre las veredas. En todos los sentidos, una belleza de programa.

El profesor de un colegio de Ituango se lo explicó de mejor manera a EL COLOMBIANO: “La escena que me parece más linda es la del campesino que después de los encuentros se monta en su mula con un libro debajo del brazo. Ahí lleva su pasaporte, porque los libros le muestran que el planeta no es solamente el lugar donde viven. La lectura los hace habitantes del mundo, le ha ayudado al campo a saber que no estamos solos”.

Precisamente en estos extremos lugares a los que Gustavo Petro insiste en sus discursos que quiere llevar un médico, ya hace rato en Antioquia llega la Fundación Secretos para Contar, apoyada por los empresarios, para llevar conocimiento, afecto, oportunidades, magia, en una biblioteca.

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