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La transparencia y el apego a las normas no han sido propiamente cualidades del secretario privado de la Alcaldía, Juan David Duque.
Es posible que pocos antioqueños sepan quién es Juan David Duque García. Y no es un reproche, al fin y al cabo es uno de aquellos personajes que pasan por la administración pública con más pena que gloria. A pesar de que lo honraron con un cargo de gran importancia en la Alcaldía de Medellín, un puesto al que muy pocos les dan la oportunidad de llegar, como es ser el secretario privado del alcalde –incluso tuvo el privilegio de ser alcalde encargado–, Duque no ha hecho mayor mérito para ser recordado.
Pero corresponde hablar de él porque será el protagonista hoy de un hecho histórico: por primera vez se votará una moción de censura en el Concejo de Medellín en contra de un miembro del gabinete del alcalde. Se trata de un procedimiento que tiene un carácter de indignidad para el citado. Si las dos terceras partes del Concejo llegan a votar en contra suya, deberá renunciar. La Alcaldía en tiempos de Quintero ha tenido siempre un grupo de 9 o 10 concejales que votan a su favor, eso no quiere decir que todo esté definido a favor de Duque porque con el reciente cambio del péndulo político no se descarta que los concejales aprovechen la oportunidad de sacudirse y de darle un último mensaje simbólico a la ciudad de que no todo vale.
Y es que Juan David Duque no solo ha incurrido en posibles irregularidades que se están investigando sino que ha hecho gala de una particular soberbia y de irrespeto a las instituciones y a la ciudad de Medellín.
A Duque como que le pareció que no tenía que atender los llamados que le ha hecho el Concejo. Ha fallado 18 veces que lo han convocado a comisiones accidentales. De todas esas ausencias, en cinco oportunidades ni siquiera considero necesario excusarse. Como si estuviéramos en una dictadura y el ‘mandatario’ pudiera ir a su aire. O como si él fuera un ser privilegiado que no tiene que rendirles cuentas a las instituciones de la democracia. A la plenaria del Concejo también la dejó en visto: no llegó a una citación de control político, y la excusa que dio fue tan poco creíble que la plenaria no se la aceptó.
Sus fallas de asistencia se notaron aún más porque apenas hace unos meses Duque había publicado en su Instagram un post en donde agradece al Concejo de Medellín por haberle hecho un reconocimiento que “me hace hijo adoptivo de Medellín”. Esa vez sí llegó puntual a la corporación para recoger su diploma. El concejal Alfredo Ramos es drástico en su juicio: “Juan David Duque es un señor que vino de Bogotá, no sabe nada de Medellín y llegó a ser secretario privado de Daniel Quintero simplemente porque es cómplice de la corrupción”.
El secretario privado no solo ha dejado plantado al Concejo. Parece que tampoco considera que los ciudadanos son dignos de que les responda sus derechos de petición. Incluso perdió tutela en doble instancia por no entregar la información sobre fondos fijos (caja menor suya y del alcalde). Y tiene un incidente de desacato que no ha cumplido por desatender la tutela.
El caso que lo tiene contra la pared es el de los fondos fijos, más conocido como el escándalo de la caja menor, que son aquellas platas de las cuales una oficina dispone para usar a su discreción en asuntos de menor cuantía, pero que en la administración de Daniel Quintero se convirtieron en verdaderas fortunas gastadas como menuda.
Ya hemos contado –y ciudadanos como la abogada tributarista Gloria Jaramillo han denunciado– cómo decidieron hacer ferias y fiestas en la Alcaldía de Daniel Quintero con los llamados fondos fijos. Juan David Duque no solo era el responsable de esa caja menor del Alcalde –de donde más recursos se usaron en gastos extravagantes y aún no suficientemente sustentados–, sino que también tenía una caja menor en su secretaría.
Duque escondió esas cuentas todo lo que pudo. Durante muchos meses no hubo poder humano que lo obligara a entregarlas. No obstante se han ido conociendo datos que son ciertamente escandalosos. Por mencionar solo dos: en la caja menor administrada por Duque gastaron más de 20 millones de pesos en peajes y 67,8 millones de pesos en consumos de restaurante. Por momentos pareciera que recogían facturas que cualquiera les entregaba para cobrarlas.
La transparencia y el apego a las normas no son propiamente cualidades de Duque. A la hora de darle ese cargo de honor en la Alcaldía parece que o no revisaron sus antecedentes en los que aparece una demanda civil de la Universidad del Rosario en su contra o, lo que sería peor aún, si los revisaron y a pesar de ello lo contrataron.
No solo tiene problemas en juzgados civiles. Hace un año en las afueras de Plaza Mayor también se le vio envuelto en una agresión a ciudadanos que le gritaban a Quintero, tanto así que el equipo de seguridad de la alcaldía tuvo que contenerlo. Por no hablar de otras denuncias más comprometedoras que no han sido probadas aún por los órganos de investigación.
Basta con leer el escandaloso informe que publicamos en esta misma edición, en el cual correos electrónicos demuestran que tanto el entonces alcalde Quintero, como su secretario privado, Juan David Duque, en varias ocasiones le cobraban al erario por un mismo gasto, no una sino dos veces. En sus viajes, se quedaban con los viáticos y pagaban de caja menor todo tipo de comidas. Los técnicos encargados de validar esos cobros en la Secretaría de Hacienda prendieron las alarmas pero sus superiores, lo que hicieron fue quitar del camino a los técnicos que exigían cumplir la norma.
Pase lo que pase esta tarde en el Concejo desde ya podemos decir que Juan David Duque fue indigno de su cargo.