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Hamás no deja ni entrar comida

El orden civil está cada vez más tenso en un terreno gobernado por Hamás y la policía gazatí se niega a proporcionar seguridad a los convoyes por riesgo de ser el blanco de las fuerzas israelíes.

13 de marzo de 2024
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  • Hamás no deja ni entrar comida

Cuando por fin se vislumbraba una posibilidad concreta para entregar ayuda humanitaria a los miles de palestinos que se encuentran frente al abismo del hambre en Gaza, el sitio web de seguridad vinculado a Hamás, Al-Majd, ha lanzado una advertencia para que nadie, bien sea un individuo o un grupo, coopere con Israel proporcionando seguridad a los convoyes que intentan entrar con alimentos. Según el amenazante comunicado, quien desobedezca se expone a ser considerado un colaborador y caerá sobre él un castigo draconiano.

La pregunta obvia que cualquiera se haría es, ¿por qué Hamás quiere seguir castigando aún más al pueblo palestino por el que supuestamente lucha? Lo que razona la organización islámica es que Israel está organizando una conspiración y para ello ha hablado con líderes y clanes de algunas familias a los que quiere armar para que protejan los convoyes con ayuda.

El asunto es que el hambre acecha a la población civil, la gente está desesperada por recibir cualquier alimento que le ayude a sobrevivir, y los nervios de los bandos enfrentados están a flor de piel.

Esta posición de Hamás explica algo de la tragedia ocurrida a comienzos del mes cuando murió un número indeterminado de personas alrededor del convoy con comida que intentaba llevar Israel a los gazatíes. Según el Ministerio de Salud de Gaza, instaurado por Hamás, murieron 115 personas por un supuesto ataque de las tropas israelíes contra los palestinos que se apiñaron alrededor de los alimentos. La versión de Israel fue otra: explicaron que el convoy que entraba por el norte, desde Egipto, lo asaltaron sin haber llegado al sur donde más se necesitaba la comida, y los que llevaban la comida, temiendo por su vida, dispararon al aire, lo cual produjo una estampida en la cual murieron muchas de las víctimas de esa noche.

Lo grave es que no hay tiempo para debatir sobre la distribución segura de alimentos porque se requiere una acción urgente. El orden civil está cada vez más tenso en un terreno gobernado por Hamás y la policía gazatí se niega a proporcionar seguridad a los convoyes por riesgo de ser el blanco de las fuerzas israelíes. En ese ambiente hostil, la desesperación aumenta cada minuto y la necesidad de la distribución de suministros es cuestión de vida o muerte. Por el paso de Rafah –en la frontera oriental de Egipto con la Franja de Gaza– entran a cuentagotas y lo que se preveía que entrara desde el fin de semana pasado por la ruta marítima de Larnaca (Chipre) a Gaza, se ha convertido en un grave problema.

Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, había anunciado la inminente apertura de una misión bajo el nombre Amalthea, en la que colaboran la UE, EE.UU y países como Emiratos Árabes Unidos. Se supone que iba a comenzar durante el fin de semana, pero la respuesta de Hamás no lo ha permitido. Basem Naim, alto cargo de esa organización, declaró que es un paso “positivo”, pero que el mundo debería haber actuado más bien para poner fin a la guerra. Desde su punto de vista, “garantizar que se cubran todas las necesidades de la población de la Franja de Gaza no es un favor de nadie; es un derecho garantizado por el derecho internacional humanitario, incluso en tiempos de guerra”. Esto ya da una idea de la distancia que hay entre los líderes que podrían contribuir a aliviar la situación de la población civil.

Justo ayer, después de esperar durante varios días pudo zarpar uno de los barcos para entregar las 200 toneladas de comida, el Open Arms, una ONG que se asoció con World Central Kitchen (WCK) para llevar harina, arroz y latas de atún entre otros. WCK es fruto del esfuerzo del chef José Andrés, cuya labor humanitaria se ha visto reflejada en todos los grandes desastres naturales y las infortunadas guerras de los últimos años. Sea este el momento para destacar la labor de tantos miles de voluntarios de distintas organizaciones que, aún poniendo sus vidas en riesgo, ayudan de manera desinteresada para dar un poco de alivio a millones de afectados.

A la crítica situación humanitaria causada por los duros ataques de Israel a manera de castigo, en respuesta a los atentados del grupo islamista Hamás del pasado 7 de octubre, se suma el inicio del Ramadán. Esta era la fecha límite que se habían propuesto los mediadores para un alto al fuego entre Israel y Hamás, que continúan acusándose de boicotear cualquier entendimiento.

Aunque los diálogos se mantienen en El Cairo, las discusiones siguen estancadas en los mismos puntos: Israel exige una lista de los rehenes que aún están vivos, algo que el grupo islamista asegura no poder aportar pues algunos están en manos de la Yihad Islámica Palestina y porque los ataques israelíes han complicado reunir esa información. Mientras tanto, Hamás pide garantías de que, si acepta la propuesta inicial de una tregua de seis semanas, esta conducirá a un alto el fuego definitivo y a un retiro completo de las tropas, unas condiciones inaceptables para el Gobierno de Netanyahu, que está decidido a invadir Rafah porque considera que hasta no acabar con Hamás no tendrá paz el pueblo israelí.

El panorama es desalentador. Una población sufriendo lo indecible, cientos de organizaciones listas para ayudar y líderes políticos obstinados en no llegar a un acuerdo. El tiempo, tanto para la población palestina como para los israelíes secuestrados, está en su contra..

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