A partir del restablecimiento de relaciones comerciales con Venezuela, y a tres días de que se abra la frontera con el vecino país, el gobierno de Gustavo Petro quiere ponerle punto final a una puja que enfrentó a los dos países en los últimos años por una empresa que hoy cobra más relevancia debido al incremento en los precios de los abonos y fertilizantes para el sector agrícola.
Se trata de Monómeros Colombo Venezolanos, con sede en Barranquilla, que fue otro de los puntos de desacuerdo entre Iván Duque y Nicolas Maduro: se acusaron mutuamente de afectar las finanzas de la empresa y querer llevarla a la quiebra. Pero cuando Petro asumió la presidencia tomó la decisión de devolverle el control administrativo de la compañía a Maduro, un anuncio que no ha dejado de causar polémica a lado y lado de la frontera.
Juan Guaidó, quien fungió como “presidente interino” en la trama diplomática que se montó contra Maduro, dijo recientemente que entregarle Monómeros a Maduro sería financiar directa o indirectamente una dictadura, y para la compañía puede implicar que entre en el régimen de sanciones de Estados Unidos. Así que estamos hablando de un juego de malabares bastante arriesgado.
La suerte de Monómeros ha cobrado una mayor importancia por el alza en los precios de los fertilizantes, indispensables para obtener un mejor rendimiento de las cosechas del sector agrícola. Los precios han subido más de 30 % debido a la invasión de Rusia a Ucrania, países que son los mayores abastecedores del mercado mundial.
Monómeros surte cerca del 40 % de la demanda nacional de estos productos y el 88 % del sector agropecuario del Atlántico. Por eso su futuro y en manos de quién quedará ha despertado tanto interés. El asunto es delicado porque enfrenta la necesidad de insumos agrícolas del país con el equilibrio en la relación con un gobierno plenamente cuestionado, como acaba de denunciarlo alto y claro esta semana un nuevo informe de la ONU.
Para entender el fondo de la disputa hay que remontarse a 1967, cuando los dos países decidieron crear esta compañía, operación que se convirtió en el proyecto binacional más grande de ese momento.
Durante estas décadas de operación ha sido una de las principales compañías para el suministro de fertilizantes del país, entre ellos la urea. Sin embargo, y a pesar de su importancia, el gobierno del presidente Uribe decidió salir de la participación colombiana en la compañía en 2006, por lo que quedó en control de Venezuela.
Así operó hasta el año 2019, cuando se rompieron las relaciones diplomáticas entre los dos países. Durante el gobierno de Iván Duque, quien no reconocía a Nicolás Maduro como presidente legítimo, Monómeros pasó a manos del “presidente interino” Juan Guaidó, que tomó el control y nombró una nueva junta directiva y nuevos administradores. En ese momento la compañía estaba operando a la mitad de su capacidad y acumulaba pérdidas.
Con su control, Guaidó decía que buscaba evitar el “saqueo” y los malos manejos de empresas venezolanas, como lo ocurrido con Petróleos de Venezuela (Pdvsa), la joya de la corona del vecino país, venida a menos por los errores administrativos, la falta de personal capacitado para operarla, la corrupción y la burocracia que la llevaron de producir más de tres millones de barriles diarios de petróleo a menos de 700.000 barriles.
Sin embargo, en septiembre del año pasado la Superintendencia de Sociedades de Colombia intervino la compañía y la sometió a control, una decisión que se toma ante situaciones críticas que se presentan en una empresa.
Ahora, con la decisión de Petro pasa nuevamente a manos de Maduro, a quien el mandatario colombiano reconoce como legítimo presidente y con quien está estrechando relaciones en todos los aspectos. Con esta noticia Maduro se apresuró a registrar ante la Cámara de Comercio de Barranquilla los nombres de la nueva junta directiva de la empresa. El interés por Monómeros es mayor porque en 2021 presentó lo que se considera son los mejores resultados financieros en cinco años, con utilidades por 58.000 millones de pesos.
El capítulo de esta empresa todavía no está cerrado y hay varios interrogantes que no se han resuelto. Uno de ellos es cuál será la posición de Estados Unidos con esta operación, si se tiene en cuenta que en las sanciones impuestas a Venezuela se incluye la venta de activos que tiene la nación en el exterior. No obstante, Monómeros pidió una licencia especial a la Oficina de Control de Activos Extranjeros del país del norte para realizar transacciones. Pero ese permiso se lo dio Estados Unidos cuando la compañía era manejada por Guaidó, y otra cosa puede suceder si pasa al control de Maduro. El embajador Armando Benedetti ha tenido conversaciones con Washington para evitar llevarse una sorpresa.
También surgen dudas en torno a si el gobierno colombiano se lanzaría a recomprar la empresa y cuánto estaría dispuesto a pagar. Al parecer eso es lo que quiere Petro y lo haría a través de Ecopetrol. A ello se sumarán las disputas legales. Es decir, a la novela de Monómeros le faltan capítulos