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Despidos tecnológicos

No es el fin de una era, pero sí es un gran sacudón para esas empresas que se creyeron imparables y que jugaron con la estabilidad de sus empleados.

26 de noviembre de 2022
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Un temblor sacude a las compañías famosas de Silicon Valley y sus dueños, los nuevos dioses del mundo, observan cómo réplica tras réplica, sus empresas, y por ende sus ambiciones se van reduciendo. Despidos masivos, solicitudes públicas de perdón y resultados financieros decepcionantes. Parece que a Facebook, Instagram, Twitter y Amazon les llegó la hora de aprender una que otra lección.

El éxito arrollador que alcanzaron las tecnológicas durante la pandemia no se lo imaginaba nadie. Se inflaron como un globo: esa necesidad de conectar a la gente por razones laborales, académicas o sociales hizo que muchas compañías se expandieran con un entusiasmo inusitado. Parece que a ninguno se le ocurrió que esa gente encerrada en sus casas haciendo compras online no iba a durar para siempre. Sin embargo, como lo reconoció en estos días Mark Zuckerberg, fundador y dueño mayoritario de Meta, muchos creyeron que este subidón iba a seguir para siempre. Porque mientras muchas firmas se iban a la bancarrota, las tecnológicas subían imparables.

Ahora llegó el tiempo de frenar y reconducir, con la dolorosa consecuencia de los despidos masivos. Sólo en las últimas semanas Meta, la dueña de Facebook, WhatsApp e Instagram, ha despedido al 13 % de su plantilla (alrededor de 11.000 empleados), y Elon Musk, flamante nuevo dueño del pajarito azul, Twitter, se deshizo de la mitad de los trabajadores de esa compañía. Amazon anunció que congela la posibilidad de nuevos contratos y que en principio saldrá del 14% de sus empleados. Se entiende la necesidad, pero molesta ver cómo se ejerce ese concepto según el cual el empleado es desechable.

Después llegó el mea culpa. Lo entonó Zuckerberg escribiendo “Me equivoqué y asumo la responsabilidad”. Así como Jack Dorsey, fundador de Twitter, que dijo “Hice crecer el tamaño de la empresa demasiado rápido. Me disculpo por eso”. Disculpas necesarias más no por ello útiles en términos prácticos.

Son las grietas de un sistema que para muchos era invencible. Lo veían así porque durante más de 20 años multimillonarios como Mark Zuckerberg, Elon Musk, o Jeff Bezos han tenido un protagonismo público absoluto. Habrá que ver cuál de ellos logra sobrevivir a esta dura crisis y quién sale fortalecido.

Pero definitivamente este no es el final de una era en Silicon Valley, sino la racionalización y el aterrizaje de muchas empresas que se creyeron el cuento por mucho tiempo. Tanto frenesí tenía que calmarse. Y aunque gigantes como Apple, Google o Microsoft parecen impasibles y no han dado señales de entrar en esta ola de despidos, habrá que estar atentos a lo que deparen los próximos meses.

Por lo pronto, el flujo de avisos publicitarios, que es la principal fuente de ingresos de las redes sociales, ha caído sustancialmente. Y la percepción de la gente sobre las compañías tecnológicas ha dado un giro. Un 68% de los estadounidenses, considera que estas han acumulado demasiado poder e influencia en la economía, mientras que en el 2018 eso mismo solo lo pensaba el 51%. Esto último es importante en la medida en la que la confianza es un factor fundamental para el desarrollo de cualquier negocio. Especialmente en una sociedad como la de Estados Unidos que siempre está atenta a la amenaza que puede constituir la concentración de poder.

Ahora el clima es de desconfianza. Los grandes perdedores, los inmediatos, son los miles de empleados despedidos que, repartidos por toda la geografía, ven cómo de la noche a la mañana su fuente de ingresos desaparece. Y la gran lección de todo el mundo es que se necesita un mayor escrutinio sobre las compañías tecnológicas, en eso hay unanimidad, pero ¿quién le pone el cascabel al gato?

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