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Toca mojarse: Lecciones de Pingüino, de Peter Cattaneo

hace 4 horas
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  • Toca mojarse: Lecciones de Pingüino, de Peter Cattaneo
  • Toca mojarse: Lecciones de Pingüino, de Peter Cattaneo

Aunque en estos tiempos terribles en que las películas no se anuncian sino que se desnudan, tener un tráiler que engaña al público es casi un mérito, habría que advertir a los que piensan ver Lecciones de un pingüino que no asistirán a las curiosas y divertidas aventuras de un estirado profesor inglés que por casualidad se topa con un pingüino en medio de un viaje de playa. Que en realidad verán algo menos esquemático y también más digno de discusión.

Porque el guion que firma Jeff Pope, uno de los más exitosos guionistas británicos de este siglo, se toma varias licencias dramáticas frente al material original: las memorias de Tom Michell, un libro muy exitoso en Inglaterra, donde cuenta cómo pasó su juventud enseñando inglés en la Argentina de finales de los setenta y cómo entabló una relación entrañable con un pingüino que se convirtió en el reclamo perfecto para lograr la atención de los adolescentes que asistían a su clase

Lo que apenas era contexto en el libro, la incertidumbre política y la violencia, y la represión tras el golpe de Estado de 1976, se convierte en su versión cinematográfica en la mitad dramática de la historia, que le brinda la trascendencia necesaria para que Lecciones de un pingüino sea más que la fábula infantil que parecía destinada a ser. Los ingleses son muy buenos en eso: basta recordar lo que hicieron con las protestas de los trabajadores del carbón en Billy Elliot o con la crisis de desempleo tras el cierre de las siderúrgicas al norte de Inglaterra en The full monty. El director de esta última, Peter Cattaneo, vuelve acá a mostrar la buena mano que se necesita para alcanzar ese difícil equilibrio entre una situación compleja que debe ser tratada con respeto (aunque aquí, con algo más de ingenuidad de lo debido) y una parte jocosa y divertida, que funciona mejor gracias a que él encuentra el ángulo apropiado. Fíjense en lo que consigue simplemente enfocándose en el gracioso andar de Juan Salvador, el pingüino, al ritmo de la música de sutiles aires de tango que compone Federico Jusid, o dándoles el tiempo necesario a varios de los secundarios para desahogarse a sus anchas ante el ave marina.

El principal cambio que introduce Pope, volver cincuentón a Michell, que apenas era un veinteañero cuando todo ocurrió, es lo que permite que el protagonista sea Steve Coogan, y que la película desarrolle un conflicto emocional con resonancias para los espectadores contemporáneos: no importa lo desencantados que estemos de la vida, ni lo viejos que nos sintamos o lo cínicos que nos hayamos vuelto. Hay ciertas situaciones que nos obligan a hacer algo, a superar nuestra cobardía, a tirarnos a la piscina para vencer el miedo al agua. No tiene que ser algo heroico ni extraordinario. Puede ser algo simple, como hablar por fin en clase, o un poco más difícil, como limpiarle el petróleo a un pingüino o confrontar a la tiranía que comete un atropello. Pero la redención está ahí, al alcance de esas aves de vuelo torpe que somos todos, que un día descubren que pueden nadar.

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